Descubierto el Caso de Decapitación Más Antiguo del Mundo
Hasta ahora se creía que los humanos llevábamos practicando la decapitación desde hace unos 3.000 años. Así lo indicaban las evidencias más antiguas halladas hasta el momento. Evidencias que siempre se habían encontrado en la región andina, donde la decapitación era de uso corriente desde hace milenios. Una práctica que no pasó desapercibida a los ojos de los conquistadores procedentes del Viejo Continente, a quienes impactó de forma atroz.
Sin embargo, todo lo que se creía hasta ahora sobre esta cuestión acaba de dar un giro de 180 grados al haber conseguido un equipo científico documentar la decapitación más antigua del mundo, retrasando su datación hasta hace más de 9000 años. Por si esto fuera poco, la terrible práctica tuvo lugar lejos de la región andina, más concretamente, al este de Brasil, en un lugar situado a más de 1000 kilómetros de la frontera con Bolivia.
Según informaciones publicadas en el diario El Mundo, el equipo internacional de investigadores responsable de este descubrimiento se halla liderado por miembros del importantísimo Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania. A su cabeza está el brasileño André Strauss y en él ha participado además el investigador español Domingo Carlos Salazar-García, científico que colabora con el Max Planck, la Universitat de València y la sudafricana Universidad de Ciudad del Cabo.
Sede del Instituto Max Planck de Leipzig, en Alermania, del que procede el equipo científico responsable del descubrimiento. (Wikimedia Commons)
Este equipo de investigadores encontró los restos en un sistema kárstico de cuevas llamado Lapa do Santo, hace ya 8 años, en el 2007. El cráneo decapitado, catalogado y conservado como cráneo número 26, apareció en el yacimiento arqueológico junto con los restos de otros 27 individuos enterrados. Estos individuos también presentan determinadas “anomalías” o “curiosidades”, como el hecho de que otro de los cráneos haya aparecido con centenares de dientes en su interior: la investigación sobre este cráneo en particular sigue su curso y sus conclusiones aún no han sido publicadas.
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Por su parte, la datación del cráneo decapitado, gracias a las pruebas realizadas mediante carbono-14, ha quedado fijada en una antigüedad de entre 9.438 y 9.127 años. Dicha datación fue realizada sobre restos de colágeno extraídos del esfenoides: un hueso situado en la base del cráneo. Esta nueva fecha retrasa unos 4.500 años las evidencias de la práctica de la decapitación entre los pueblos sudamericanos.
Para muchas culturas ancestrales, con el acto de la decapitación se conseguía separar para siempre el alma del cuerpo. De este modo, arrebatarle al enemigo su cabeza, guardándola como trofeo, además de fuerza y valentía implicaba una serie de poderes mágicos, espirituales y hasta sobrenaturales para el decapitador. Era como si el alma del fallecido no pudiera descansar jamás al haber perdido el cuerpo su cabeza.
El macizo de Lapa do Santo, al este de Brasil, lugar en el que se descubrió el cráneo en el 2007 junto con los restos de otros 27 individuos. (Fotografías: PLOS ONE)
De hecho, en el caso que nos ocupa, la decapitación está enmarcada en un claro contexto ritual, tal y como ha publicado la revista científica PLOS ONE:
“Las cabezas trofeo suelen tener agujeros por los que pasar cuerdas para poder llevarlas o mostrarlas, o tienen engrosado el foramen magno, punto en el que se inserta en el cráneo la espina dorsal, como consecuencia del empalamiento para una exposición pública. Además, los valores isotópicos de estroncio, similares a los del resto de la población allí enterrada, sugieren que el individuo era miembro de la comunidad local, no un foráneo”, explica el arqueólogo biomolecular valenciano Domingo Salazar-García.
El cráneo en cuestión no tiene agujeros, ni su foramen magno ha sido engrosado. Además, en los casos en los que los cráneos se emplean como trofeos, las cabezas no aparecen asociadas a huesos del esqueleto postcraneal, como pueden ser vértebras u otros huesos pertenecientes al tronco, ya que se suelen utilizar durante un tiempo y son abandonadas más tarde. Sin embargo, en el caso del decapitado hallado en Brasil, en el enterramiento también han aparecido la mandíbula, seis vértebras y ambas manos colocadas frente a la cara, en una posición que denota un claro ritual mortuorio.
Hasta dar con el cráneo 26 se creía que la decapitación en Sudamérica era un fenómeno exclusivamente andino, pero el reciente estudio invalida esta idea, extendiendo la posible práctica de la decapitación a otras regiones del continente. "Seguramente hará que se revisen otros restos hallados con anterioridad y no me extrañaría que apareciesen huesos con signos de este tipo de prácticas en los fondos de algún museo", asegura Salazar en declaraciones recogidas por el diario El Mundo.
Rostro del cráneo número 26 hallado en Brasil. (Fotografía: El Mundo/Muricio de Paiva)
«Se han documentado cráneos con los bordes trabajados durante el Paleolítico Superior europeo, hace entre 15.000 y 12.000 años, en los que a veces se asume que hubo decapitación. Pero no se han encontrado evidencias directas de que la hubiese. Así que en cierto sentido podríamos estar ante la decapitación más antigua de la Historia», asegura el investigador español.
Imagen de portada: Fotografías del cráneo 26 en su lugar de enterramiento. (Fotografías: PLOS ONE)
Autor: Mariló T.A.
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