Dinero divino: el singular valor de las monedas de la Roma Imperial entre los pueblos nórdicos
“Mi escuadra navegó por el Océano desde la desembocadura del Rhin con dirección a la región del sol naciente, hasta el territorio de los cimbrios, a donde jamás había llegado ningún romano ni por tierra ni por mar hasta aquel momento, y los cimbrios, los cáridos, los semnones y otros pueblos germanos del mismo país solicitaron mediante embajadas mi amistad y la del pueblo romano” (Res Gestae, 26)
En una sola frase, el primer emperador romano inmortaliza inadvertidamente algunas de las más antiguas interacciones conocidas entre su imperio y las regiones “bárbaras” del norte. La obra de Augusto Res Gestae aporta evidencias de que, aunque los romanos no lograran conquistar las regiones más norteñas de Gran Bretaña (ni tampoco Gran Bretaña en su conjunto), Roma aún llegaba de algún modo hasta ellas. La expedición de Tiberio mencionada en el párrafo anterior (previa a su sucesión como emperador), y los testimonios de antiguos historiadores hacen referencia a éste y otros intentos de acercamiento al norte de Europa. Junto a los descubrimientos de monedas romanas en asentamientos escandinavos, estas referencias aportan interesantes datos acerca de una posible relación olvidada durante largo tiempo por la historia.
Representación de una antigua embarcación fluvial romana que transporta personas y toneles, seguramente de vino. (CC BY-SA 3.0)
El comercio romano con los pueblos nórdicos
Una de las interacciones más antiguas conocidas entre los nórdicos precristianos y el Imperio romano estaba basada en el comercio. El comercio de ámbar está documentado por los antiguos historiadores Tácito y Plinio el Viejo, quienes indican que este comercio se produjo (al menos) desde el nacimiento del Imperio hasta bien entrado el siglo V d. C. Al no encontrarse las naciones tan definidas en la antigüedad como lo están en nuestros días, debemos ser cuidadosos a la hora de determinar si el “norte” y las “tribus del norte” que mencionan los antiguos autores se extenderían hasta lo que hoy es Escandinavia —por ejemplo, Dinamarca (donde se concentran la mayor parte de este tipo de hallazgos), Suecia y Noruega. Se cree que Plinio es quien habla de forma más explícita sobre las interacciones romano-escandinavas, teniendo en cuenta que Escandinavia recibió este nombre más tarde como referencia a la península de Scandia o Scandi.
Podemos deducir que probablemente circulara moneda romana en el transcurso de estas relaciones comerciales, aunque no necesariamente de forma intencionada. Las monedas romanas en principio no tendrían valor monetario en el sistema económico de las tribus del norte. En Escandinavia, el trueque era aún la forma más habitual de intercambio comercial, por lo que las monedas eran consideradas inútiles como método de pago. Las monedas romanas descubiertas en Escandinavia habrían llegado por tanto a las regiones nórdicas de dos maneras principalmente. La primera —y más evidente— era que un soldado o mercader romano extraviara accidentalmente parte de su salario o ganancias, ya en las regiones del norte o en alguna localización en la que guerreros escandinavos pudieran haber encontrado la pieza apoderándose de ella; otra consideración al respecto es el uso de estas monedas imperiales como presentes de buena voluntad entregados por el Imperio a determinados líderes norteños.
Moneda romana de oro. Esta moneda en concreto forma parte de la colección romana del Museo de Yorkshire. (CC BY SA 3.0)
El experto Thomas Green investigó en el año 2007 las importaciones de bienes romanos como símbolos de poder por parte de los líderes de la élite escandinava. Cualquier artículo romano que llegara a la región de una tribu en particular revelaba una buena relación entre el jefe de la tribu y el emperador, reforzando de este modo la posición del líder. Se ha planteado que el número de monedas romanas de una región sería el equivalente al nivel de prestigio del que un jefe de tribu podía jactarse. Aunque Escandinavia estaba fuera del alcance del poder romano, el emperador aún era probablemente visto como un personaje muy importante, quizás casi divino, por las tribus que solamente conocían al líder de Occidente por su efigie en las monedas (además de bracteatos y medallones), la imagen de un hombre de formas semi-divinas. De este modo, aun sin ser conocido por las gentes del norte, una imagen del emperador sin duda valía más que mil palabras, y así los pueblos del norte encontraron sus propias razones para valorar las monedas del Imperio.
Vasos de plata de la Edad de Hierro romana, marcados con el nombre romano Silius y el propio nombre del artista. Hallados en Lolland, Dinamarca, en el año 1920. (Leif Plith, Museum Lolland-Falster/CC BY SA 4.0)
Las monedas romanas, símbolo de prestigio
De hecho, finalmente se convirtió en una tradición lucir monedas romanas como ornamentos de prestigio. Aunque el emperador romano tenía una escasa influencia en los lejanos parajes del norte, el Imperio en sí era reconocido como un poder imponente encabezado por un hombre al que los escandinavos fácilmente podían atribuir la categoría de semidiós. Los pueblos de Escandinavia podrían de buena gana haber aceptado al emperador romano como un “jefe divino”, basándose en sus creencias culturales y su buena disposición para incorporar elementos de otras religiones. En los mitos nórdicos los dioses eran mortales, sus vidas se prolongaban gracias al consumo de cierto fruto, y gran parte de su poder provenía de sus relaciones con los guerreros humanos que algún día lucharían junto a ellos en la batalla final, Ragnarök. Un líder humano con tanto poder como el emperador romano parecía poseer (desde una distancia tan grande, obviamente), habría encajado con bastante facilidad en su sistema de creencias. Una joya (o moneda) con la efigie de un líder así, sin duda habría sido un símbolo de prestigio para su poseedor entre las tribus del norte.
Las pruebas demuestran que los herreros de las tribus forjaban una pequeña presilla de metal a través de la cual los expertos suponen que se pasaba un cordel para poder lucir la moneda como colgante o brazalete. Esta teoría también ayudaría a explicar por qué los descubrimientos de monedas romanas se concentran en unas zonas muy concretas. Al no ser utilizadas monedas romanas en el sistema comercial del norte de Europa, estas monedas rara vez cambiaban de manos fuera de la tribu que la recibió en primer lugar. Aunque un líder pudiera entregar una moneda romana a algún hombre leal de su comunidad, estas monedas no pasaban libremente de una tribu a otra. El prestigio del Imperio asociado a la moneda era demasiado valioso como para utilizarla con un fin tan mundano.
Follis de bronce de Constantino el Grande, 332-333 d. C. Obsérvese cómo la moneda fue cuidadosamente agujereada de tal forma que no afectara a sus imágenes. (forumancientcoins)
El influjo de las monedas romanas en ciertas zonas de Escandinavia, principalmente Dinamarca, revela la probabilidad de una relación entre ambas culturas, aunque mínimo. Pese a que la evidencia no puede de momento determinar claramente si la relación era política o estaba meramente basada en el comercio, el abrumador número de monedas romanas descubierto en suelo escandinavo supone un paso importante de cara a futuras investigaciones. Los continuos descubrimientos de inscripciones y documentos fragmentarios en latín podrían conseguir algún día completar las descripciones de Scandia y las tribus del norte realizadas por Tácito y Plinio, proporcionando de este modo posibles explicaciones basadas en monedas romanas enterradas durante casi dos milenios.
Imagen de portada: Monedas romanas descubiertas en Llanvaches, Monmouthshire, Gales, en el año 2006. Se han encontrado monedas romanas asimismo en varias localizaciones de toda Escandinavia. (Fotografía: Helen Hall/CC BY SA 2.0)
Autor: Riley Winters
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
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