Tortuga asada en su caparazón: una receta prehistórica con miles de años de antigüedad
La Cueva de Qesem es un yacimiento arqueológico y paleoantropológico situado 12 kilómetros al este de Tel-Aviv (Israel) y datado en el Paleolítico Inferior. Ocupada por antiguos seres humanos desde épocas muy tempranas, se ha descubierto recientemente que sus ancestrales ocupantes ya se alimentaban de tortugas a la brasa hace decenas de miles de años.
El hallazgo de señales de procesamiento humano sobre restos fósiles de caparazón y huesos de tortuga en la Cueva de Qesem demuestra que su consumo se remonta a épocas muy antiguas, como publica la Agencia SINC y según evidencia el artículo que podemos leer en la revista Quaternary Science Reviews acerca del estudio realizado por un equipo internacional liderado por Ruth Blasco, investigadora perteneciente al Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).
El equipo de investigación, del que también forman parte los directores del proyecto de excavaciones de Qesem, Ran Barkai y Avi Gopher, del departamento de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, encontró fragmentos de caparazón y huesos de extremidades de tortuga con marcas de cortes, fracturas intencionadas y señales de cremación, lo que indicaría que el consumo de dichos reptiles tuvo lugar en más de una ocasión a lo largo de los 200.000 años de formación sedimentaria del yacimiento.
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La Cueva de Qesem es un yacimiento arqueológico y paleoantropológico situado 12 km al este de Tel-Aviv (Israel) y datada en el Paleolítico Inferior. (66AVI/CC BY-SA 3.0)
Los hallazgos realizados llevan a los investigadores a la conclusión de que la mayoría de las tortugas fueron asadas dentro de su propio caparazón, directamente sobre las brasas, para luego ser fracturadas y descarnadas ayudándose con diversas herramientas de sílex.
“Este descubrimiento añade una nueva dimensión al conocimiento del comportamiento de los grupos humanos del Próximo Oriente, con los patrones de cocina como un aspecto cultural mucho más arraigado de lo que creíamos hasta ahora”, explica Ruth Blasco.
Además, con este descubrimiento vendría a confirmarse el amplio espectro de recursos que los grupos humanos de Oriente Próximo utilizaban en el Pleistoceno Medio, al mismo tiempo que probaría la elevada capacidad de estas poblaciones para adaptarse al medio en el que se encontraban.
Marcas de cortes en uno de los húmeros de tortuga recuperados en la Cueva de Qesem. (SCI-NEWS/Ruth Blasco)
Pese a que los habitantes de Qesem cazaban sobre todo ungulados, como gamos, ciervos, caballos y grandes bóvidos, las pruebas descubiertas son concluyentes: también incluían en sus dietas, de forma puntual, algunos pequeños animales como complementos alimenticios.
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Según los autores de la investigación, este hecho es de suma importancia, ya que hasta hace muy poco tiempo se creía que los humanos anatómicamente modernos eran los únicos que habían ampliado su dieta cazando animales de pequeño tamaño, como conejos, tortugas o pájaros, además de vegetales.
“Sabíamos que los habitantes de Qesem consumían vegetales, y ahora podemos decir que también comían tortugas, que fueron recogidas, procesadas y asadas, a pesar de que no proporcionan tantas calorías como otros animales de mayor tamaño, como el gamo”, explica el profesor Barkai.
En la Cueva de Qesem se han encontrado numerosos restos óseos animales con signos claros de cremación. (Ruth Blasco – CC BY-SA 3.0)
“Ahora estamos examinando los huesos de aves recuperados recientemente en este yacimiento en busca de evidencias tafonómicas que indiquen qué agente o proceso los depositó en la cueva”, concluye Ruth Blasco.
Imagen de Portada: Fotografía de un fragmento de placa lateral del caparazón de una tortuga que muestra signos de cremación en su cara externa, mientras que la interna permanece inalterada. Una clara evidencia de que fue asada en el interior de su caparazón. (Agencia SINC/ Ruth Blasco)
Autor: Mariló T. A.
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