El Jueves de Pascua… aún en su medio día había absorbido sin saberlo el crimen de un inocente y de la última esperanza de Jerusalén por evitar su destino, la destrucción. Los criminales del asesinato de EL RABÍ parecían haberse salido con la suya… Yahvé no había castigado su crimen. Barrabás estaba bajo el control de la guardia de Herodes y prometía colaborar con su arrepentimiento y entregar a sus seguidores, que no dudará, por un bien mayor, el futuro levantamiento, tenía que seguir finguiendo… En los lugares ocultos de Jerusalén en soledad no acompañados como les ordenó EL RABÍ, en vida, los hombres y los doce seguidores elegidos de EL RABÍ aguardan la llegada de EL DOMINGO, una día normal después de EL SÁBADO SANTO, hebreo… ¿Esperar el qué? Su rabino había desaparecido. José de Arimatea que podía contarlo todo tiene que sellar sus labios, la única condición que EL RABÍ, le impuso a la voluntad de su su padre adoptivo LA HUMANIDAD. Él cumpliría con el cometido final mortal mientras le enjuiciaban y torturaba intentando a los líderes, qué líderes, que tenían el destino de Jerusalén que comprendieran, tanto con sus actos públicos que existía una manera racional, en consciencia, mortal de visionar el sentido de la existencia, y ante ellos, hacerles comprender la voluntad de su madre adoptivo LA HUMANIDAD DE YAHVÉ, que estabamos equivocados en los dogmas de las doctrinas y que estabamos, engañados, sirviendo a la irracionalidad de LA INHUMANIDAD, pero no logró concienciarlos, su resultado era un cuerpo mortal en un sudario, en una tumba sellada… José de Arimatea ardía por ir a la morada oculta de la madre de EL RABÍ, abrazarla darle el consuelo de ningún consuelo porque había visto sufrir hasta lo increible al hijo mortal adoptivo de LA HUMANIDAD y verle cruxificado y desplomarse anímicamente, sólo, como un mortal más ante el poder de la represión irracional… Jerusalén avanza en la tarde de aún ese jueves de Pascua que parecía no quererse desvanecer en la madrugada del siguiente día de Pascua… El viernes… Entre el astio jueves para una Jersusalén que nada sabía de la suerte de ese Rabí venido de Nazaret que parecía haberse desvanecido, y el viernes siguiente soledad, desolación, una amada que no derraba ninguna lágrima como un gesto de resistencia ante su impotencia infinita ante su no posibilidad de haber podido evitar la muerte tan inhumana de su amado, que incluso, en samanas anteriores de camino a Jersusalén había intentado con los encantos de una amiga que lo amaba, respetando el celibato de su rabino, había intentado evitar que no se dejará dar muerte de esa horrible manera, haciéndole comprender su punto de vista que salvando la vida podía ofrecer una gran oportunidad aunque fuera en la clandestinidad a la mortalidad… se resignaba con esa entrañable sonrisa que la enamoró, en aquella primera vez que EL RABÍ cruzo el umbral de esa tan peculiar sinagoga en Magdala sostenida por esta hermosa hebrea que ayudaba a un viejo rabino que era tolerante con la misericordia de una mujer que había convertido la casa sagrada de Yahvé en un hogar para los menos afortunados… La sonrisa de resignación de EL RABÍ que con su enamorada mirada le parecía decir, en broma, mujer son tres días, tres días y volveré, aunque no como mortal sino como humano, mostrándote el camino de nuestro amor eterno en el que cuando tu alcances tu humanidad podremos amarnos, amarnos… Mientras, con un templaza que sobrecoge a la madre de EL RABINO, la ve Miriam en la oculta morada que les prestó José… Pero no pasa el jueves al viernes sólo en la mortalidad… Yehosuá en el comienzo de su muerte aparente en su tránsito cuando su consciencia que se despierta dentro de aquella tumba sellada y custodiada, contemplándose sobre la piedra dentro del sudario su cuerpo aún… Entre ese jueves y viernes el tránsito de su trascendencia le lleva a la experimentación conscienciente aún si conciencia al proceso natural mortal de verse porque no tiene ya cuerpo mortal, es un orbe, su avatar queda en esa tumba proyectándose por una especie de cono que circula sobre sí mismo de modo lento parece el cono de un tunel de carverna que gira lentamente en sí misma y por la que consciente Yehosuá se dirige hacia una luz, y por el camino puede experimentar toda su existencia mortal es consciente pero su conciencia, que como mortal aquí en esta trasición no parece acompañarle… Lo que para Yehosuá es un momento, para el tiempo mortal ya es un final de jueves y un viernes entero...
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