Lágrimas de compasión sellaron la tumba de dos niños prehistóricos discapacitados hace 34.000 años
Hace unos 34.000 años, dos niños físicamente discapacitados fueron enterrados cabeza con cabeza, junto con decenas de miles de ofrendas de huesos de animales, según un artículo publicado en la revista Cambridge Journal of Antiquity la semana pasada.
Conocida como la Tumba de Sunghir, el enterramiento fue descubierto en las afueras nororientales de Vladimir, Rusia, y excavado entre los años 1957 y 1977, como informaba un artículo de LiveScience publicado esta misma semana. Perteneciente a cazadores recolectores que vivieron a mediados del Paleolítico Superior, hace unos 34.000 años, el conjunto funerario albergaba los restos de diez hombres y mujeres “pero los dos niños tienen, de lejos, las riquezas más espectaculares,” señalaban los investigadores.
Diferentes tumbas
Los dos niños, de unos 10 y 12 años de edad, padecían “trastornos físicos,” aunque fueron enterrados “cabeza con cabeza en una larga y estrecha tumba junto con 10.000 cuentas de marfil de mamut, 20 brazaletes, unos 300 dientes de zorro perforados, 16 lanzas de marfil de mamut, objetos de arte grabados, astas de ciervo y dos fíbulas humanas (peronés, huesos de la pantorrilla) depositadas sobre los pechos de los niños,” informaban los investigadores.
También se descubrieron los restos de un hombre de unos 40 años sin discapacidades físicas, lo que significa que estaba ‘capacitado’ y habría contribuido al grupo, aunque fue enterrado ‘solamente’ con “3.000 cuentas de marfil de mamut, 12 colmillos de zorro perforados, 25 brazaletes de marfil de mamut y un colgante de piedra,” un hecho que confunde a los investigadores al pensarse habitualmente que sólo aquellos que contribuían activamente en las sociedades de cazadores habrían sido enterrados ritualmente de este modo.
Tumba de un hombre del Paleolítico Superior en Sunghir, Rusia. (Dominio público)
Vidas atípicas
Los dos niños de Sunghir “habrían experimentado repetidos períodos de estrés extremo,” según el análisis de su esmalte dental, tal y como han informado los investigadores. Y aún hay más: los huesos del muslo (fémures) del más joven de los niños eran “excepcionalmente cortos y arqueados.” Mientras tanto, el análisis del esqueleto del niño de 12 años reveló que estuvo postrado en cama desde su nacimiento, y al comprobar que “sus dientes apenas presentaban desgaste,” el investigador Trinkaus señalaba que “es posible que el grupo alimentara al niño de doce años con comidas blandas, como gachas.”
Reconstrucción del posible aspecto de los niños de la tumba de Sunghir. (wowavostok)
Un entierro muy privilegiado
Los investigadores quedaron estupefactos ante la diversidad y el volumen de los objetos que formaban parte del ajuar funerario hallado junto con los restos de los niños, ya que otros individuos fueron enterrados en el mismo lugar con “apenas unos pocos colmillos de zorro y cuentas de marfil de mamut,” mientras que otros no tenían siquiera ajuar funerario de ningún tipo. Al ser tratado cada individuo de forma diferente tras su muerte, “esto indica complejidad social,” según apuntaba Trinkaus. Algo que parece probable, aunque otros han argumentado que los niños podrían haber formado parte de un ritual de sacrificio, como explica Caleb Strom para Ancient Origins en este artículo.
El artículo de LiveScience citaba al Dr. Lawrence Straus, distinguido profesor emérito de antropología de la Universidad de Nuevo México, quien apuntaba que el hallazgo demuestra que en el Paleolítico Superior no hacía falta ser un “cazador grande y adulto” para ser enterrado de forma extravagante: “En este caso, adolescentes con discapacidades o patologías que habrían limitado su pleno desempeño reciben un tratamiento asombroso,” comentaba Straus para Live Science.
Cazador del Paleolítico. (CC0)
Cuidados por la comunidad
La atención médica en la prehistoria era estudiada en un artículo del New York Times titulado Ancient Bones That Tell a Story of Compassion (“Antiguos huesos que nos cuentan una historia de compasión”), en el que la Dra. Buikstra, directora del Centro de Investigación Bioarqueológica que se ha centrado en el estudio de la evolución conjunta del ser humano y sus enfermedades, decía al respecto que “La gente ha intentado de tanto en tanto a lo largo de los años atribuir compasión, compasión por alguien, a antiguos pueblos.” Y finalmente, la Dra. Buikstra nos invita a la cautela afirmando que “meterse en las mentes de individuos prehistóricos es siempre difícil, y debemos ir con cuidado para no evaluar la salud en el mundo antiguo frente a nuestras necesidades de cuidados para la gente severamente discapacitada.”
Podría decirse que la Dra. Buikstra estaba siendo algo cortante, y aunque tenía un argumento válido al aconsejarnos mostrar cautela al interpretar cómo eran tratados los discapacitados en la prehistoria, no se puede negar que el niño de 12 años de la Tumba de Sunghir, postrado en cama sin señales de desgaste dental, no preparaba su propia comida, se defendía de los depredadores ni se arrastraba por las llanuras hace milenios recogiendo alimentos y cocinándolos. Alguien, sin duda, cuidó de él. Y al descubrir decenas de miles de ofrendas funerarias cuidadosamente creadas artesanalmente para él, los que tenemos una mente más abierta podríamos incluso sugerir que aquel niño fue amado.
Imagen de portada: Esqueletos y representación del posible aspecto original de la tumba prehistórica de los niños en el momento del entierro. (Libor Balák)
Autor: Ashley Cowie
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
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