La gloria de Sleipnir: los míticos orígenes del corcel de Odín
Monstruos de siete cabezas, gigantes de un solo ojo y caballos alados nacidos de la sangre, son en todos los casos impactantes representaciones de las diversas formas en las que algunas de las más famosas criaturas de las antiguas mitologías griega y romana trascendían los límites del mundo convencional. No obstante, los mitos del norte de Europa incluían asimismo seres extraordinarios igualmente asombrosos e intrigantes, creados por los dioses, pero no dioses en sí mismos. Un ejemplo claro de este tipo de criaturas es el corcel de Odín, Sleipnir.
El resultado de la historia entre el dios tramposo Loki y el semental Svaðilfari, es decir, su hijo de ocho patas Sleipnir, sobrevive en la mitología nórdica como orgullo de los corceles de Odín. Sleipnir es no obstante algo más que la montura de Odín. En muchos aspectos está considerado una forma de espíritu auxiliar—un guía chamánico. Este papel es comparable al de otros compañeros de Odín, como Hugin y Munin, dos cuervos con dotes adivinatorias.
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Loki y Svaðilfari (1909), ilustración de Dorothy Hardy (Public Domain)
Sleipnir fue concebido cuando Loki, considerado en ocasiones el enemigo de Odín, aunque también a veces su “necio” hermano menor, se transformó en yegua y se apareó con uno de los más poderosos caballos sementales de un gigante. El mito del nacimiento de Sleipnir se encuentra entre los relatos escritos más conocidos que han llegado hasta nosotros sobre este mítico corcel. Según la mitología nórdica, tras la guerra entre dos razas de dioses —los Æsir y los Vanir— la muralla que rodeaba el reino de los Æsir fue destruida. Era necesario construir una nueva fortificación para proteger a los dioses, ya que de otro modo hubieran sido vulnerables y habrían estado en un riesgo continuo de ser atacados por sus más terribles enemigos: los gigantes. Para reconstruir esta muralla en torno a Asgard los dioses contrataron a un cantero de nombre Blast. Sin embargo, el pago de Blast debía ser la mano de la diosa Freya, un trato que los dioses no estaban dispuestos a aceptar. Loki, tramposo como era, vislumbró una ruta alternativa: convenció a los dioses de que aceptaran los términos que Blast les proponía, asegurándoles que nunca se llegaría a realizar el pago acordado. Los dioses confiaron en Loki para proteger a Freyja y aceptaron el trato.
Freya y Loki discuten en un banquete. Ilustración de Lorenz Frølich (1895) (Public Domain)
Blast trajo consigo a su poderoso caballo, el semental Svaðilfari, para que le ayudara a cargar los materiales más pesados. Svaðilfari ayudó a Blast a construir la muralla mucho más rápido de lo que los dioses imaginaban en un principio, y fue aquí cuando intervino Loki. Transformado en yegua, Loki estuvo apareándose con el caballo durante toda la noche hasta el amanecer, impidiendo que Blast finalizara la construcción de la muralla dentro del plazo acordado. Habiendo fallado a la hora de cumplir su parte del trato, Blast perdió su derecho a la mano de Freyja. Fue entonces cuando Blast reveló su verdadera identidad, ya que en realidad no era un simple cantero, sino un gigante. Thor acabó rápidamente con él haciendo uso de su poderoso martillo Mjölnir.
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Meses más tarde, Loki llegó a Asgard y ofreció Sleipnir a Odín como presente. Siendo un caballo hijo de un dios y del más poderoso de los sementales, Sleipnir estaba dotado con muy diversas habilidades, entre ellas la de viajar por tierra, mar y aire. Es por estos dones por lo que a menudo se ha relacionado a Sleipnir con el chamanismo, ya que este caballo divino nació con la capacidad de trascender los diferentes reinos del mundo, tanto espirituales como materiales.
Odín y Sleipnir. (Public Domain)
El propio Odín estaba considerado el dios de la magia y el chamanismo, habiendo sacrificado uno de sus ojos para conseguir el don de la clarividencia y habiéndose dejado colgar cabeza abajo para conocer los secretos de las runas. De este modo, un dios de la categoría mística de Odín necesitaba una montura igualmente poderosa y sobrenatural para cabalgar a través de los diversos reinos del universo. En este sentido, Hilda Ellis Davidson —una de las autoridades principales a nivel mundial en mitología del norte de Europa— ha planteado la posibilidad de que las numerosas patas de Sleipnir representaran la capacidad de trascender el reino de los Nueve Mundos. Según las sagas islandesas, Sleipnir desempeña una importante función a la hora de ayudar a transportar a los difuntos al Más Allá. Se ha representado a Sleipnir con sus ocho patas en el arte de formas muy diversas. Sin embargo, a menudo se ha discutido si estas patas deberían ser entendidas literalmente o como una metáfora simbólica relacionada con prácticas o creencias chamánicas.
Imagen de portada: Odín a lomos de Sleipnir. (fenixdefogo.wordpress.com)
Autor: Ryan Stone
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
Fuentes:
DuBois, Thomas. 1999. Nordic Religions in the Viking Age. University of Pennsylvania Press: Philadelphia.
Ellis Davidson, H.R. 1993.The Lost Beliefs of Northern Europe. Routledge: London.
Ellis Davidson, H.R. 1988. Myths and Symbols of Pagan Europe: early Scandinavia and Celtic religions. Syracuse University Press: New York.
Ellis Davidson, H.R. 1965. Gods and Myths of Northern Europe. Penguin: England.
Sturluson, Snorri. The Poetic Edda. trans. Lee M. Hollander. 1986. University of Texas Press: Texas.
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