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Historia de Roma y del pueblo romano, desde su origen hasta el establecimiento del imperio cristiano (1884) (dominio publico)

La infiltración fenicia en el Imperio Romano

 “La realidad de las cosas y los procesos únicamente puede ser detectada en la naturaleza y mediante el examen, objetivo y desprejuiciado de la historia de la evolución humana”. Rudolf Steiner.

Es una recomendación de Rudolf Steiner sobre como acceder al reconocimiento de la auténtica realidad de las cosas. El procedimiento es tan sencillo y a la vez tan complejo como podemos deducir por la frase que encabeza este trabajo. Intentando seguir esas mismas recomendaciones, he elaborado un pequeño ensayo en el que pretendo describir en qué forma y con qué fines se infiltraron las familias fenicias en los más altos estratos del imperio romano.

 

 

Los sucesos aquí descritos tuvieron su inicio alrededor del siglo II a.C., con la derrota de Qart-Hadasth (Cartago) a manos de las legiones romanas de Escipión y de Sor (Tiro), la patria original de los fenicios occidentales, por Alejandro Magno unos decenios antes.

Las familias fenicias que habitaban y dominaban todo el sur peninsular hispánico, se encuentran solas ante el nuevo y poderoso enemigo, Roma. Transcurren cuatro o cinco generaciones durante las cuales se producen una serie de transformaciones en las rígidas posturas que mantenía la oligarquía fenicia, la cual defendía a ultranza el mantenimiento de su propia identidad cultural, sus dioses y su religión y por supuesto, su independencia política frente a Roma, recurriendo incluso al enfrentamiento armado (sucedido en 197 a.C.)

Pero todos los ideales que defendían no eran nada si los negocios no iban bien. Con Cartago en poder de Roma, Tiro en el de los descendientes de los generales de Alejandro y siendo Egipto aliado romano, pocos sitios les quedaban donde hacer negocio. Se fraguaba un giro radical en defensa de los intereses de la oligarquía como clase, que tiene su punto de inicio en la producción esclavista de los pueblos sometidos por Roma.

La extensión del tipo de producción esclavista, rompió el modelo de producción artesanal fenicio debido a las masivas importaciones de productos abaratados por la elaboración estandarizada y más barata de los esclavos romanos. La implantación de este tipo de producción supuso la ruina del artesanado y el encumbramiento de una nueva clase: los comerciantes.

La esclavitud era una parte importante de la economía romana. (Museo Ashmolean / CC BY-SA 2.0)

La esclavitud era una parte importante de la economía romana. (Museo Ashmolean / CC BY-SA 2.0)

En el estado romano, la apropiación del botín obtenido durante la guerra, estaba reservada a quien perteneciese a la reducida clase dirigente del imperio. Este grupo controlaba un complejo aparato político que trasladaba a sus miembros la mayor parte de lo que se apropiaba tras someter a los pueblos y regiones. El beneficio era incluso mayor que el que recibía el propio estado. El medio de apropiación de riquezas y propiedades se lograba únicamente previo acceso a la carrera política o militar. En resumen, desempeñando el gobierno de las provincias conquistadas, con las consiguientes posibilidades de enriquecimiento personal y familiar por medio del botín de guerra, la extorsión y esclavización de los sometidos y la obtención de contratos del estado para explotar en los nuevos territorios recursos muy concretos y lucrativos.

Ese fue el punto de conexión entre los romanos y los fenicios hispanos: la posibilidad de enriquecerse lo más rápidamente posible.

Algunos miembros de las oligarquías de las principales ciudades fenicias: Gadir (Cádiz), Málaka (Málaga), Sexi (Almuñecar), Abdera (Adra), Qart-iuba (Córdoba), Híspalis (Sevilla), Ukubi y Baelio Claudia, que dominaban todo el litoral entre las actuales Cartagena y Huelva además de amplias zonas del interior, deciden concentrar sus esfuerzos en la obtención de la ciudadanía romana, atraídos por las ventajas económicas y políticas que ello les reportaría.

Tras conseguir los estatutos y el derecho de ciudadanía romana, los miembros de la oligarquía fenicia pasan a integrar el “Ordo Decuriorum”, especie de alcaldes y concejales de cada ciudad, cargo que era renovado anualmente.

El ingreso en el “Ordo Decuriorum”, tambien conocido como curia municipal, imponía la obligación de disponer de una fortuna personal superior a los cien mil sextercios, ya fuera en propiedades, en monedas o metales preciosos.

Sólo aquellos que dispusiesen de más de cuatrocientos mil sextercios, podían ostentar el cargo de miembro del “Ordo Equites” y empezar una carrera militar o administrativa representando al imperio. La puerta de entrada estaba a su alcance, disponían del dinero para comprar los títulos necesarios para introducirse en el engranaje imperial.  La entrada en el “Ordo Equites” (algo así como orden de caballería o ecuestre), era muy reservada. La promoción por medio del servicio al estado imperial, estaba condicionada por la propia situación económica de cada individuo, lo que determinaba sus posibilidades de lograr el ascenso en el ámbito social. El primer beneficio que logran es la supresión del tributo que abonaban al imperio, ya que pasan a formar parte del mismo.

En la época de Augusto se reorganizó el Ordo, abriendo nuevas posibilidades de promoción social y enriquecimiento a sus miembros. La oportunidad no pasó desapercibida para las familias fenicias.

Aunque sólo se dispone de datos referentes al Ordo de Gadir (en cuanto al número de équites), esta representa un caso excepcional en el ámbito del imperio, solo superada por la propia Roma.

Con la concesión de la ciudadanía, los componentes de la oligarquía gaditana pasaron casi en su totalidad a formar parte del “Ordo Equites”. Un censo elaborado por Estrabón a finales del siglo I a.C., da la cifra de quinientos équites gaditanos inscritos en el mismo.

Caso similar ocurre con quien quisiera detentar el más alto cargo del estado, el de Senator. Sólo quienes dispusiesen de más de doscientos cincuenta mil denarios (equivalente al millón de sextercios), podían aspirar el rango senatorial. El número de senadores provenientes de Gadir alcanza el centenar, siendo la única ciudad de la Bética Hispana que disponía de ellos. Por el contrario, en el resto de las diecinueve ciudades fenicias consideradas como tales, se concentra una proporción de un 24 % de Équites, destacando por encima de todas Qart-iuba (Córdoba).

Patrón fenicio en la sociedad romana

A poco que se profundice en los escasos datos de que se disponen, no es difícil deducir un patrón de conducta, de actuación de las familias fenicias en su intento de acceso e introducción entre la sociedad romana más influyente. Nos puede servir de ejemplo una de las más poderosas familias de Gades: los Balbo.

Lucio Cornelio Balbo, llamado Balbo el Mayor, dedicó su vida a los negocios familiares y al préstamo de dinero con interés. Amasó una considerable fortuna estimada por algunos investigadores en decenas de millones de sestercios.

Sobre el año 40 a.C., alcanzó por derecho el rango consular, casi al final de su carrera política. En cambio, su hermano Publio Balbo, dedicó toda su vida a los negocios familiares sin acceder a cargo alguno, salvo el de “équites”, debido a su considerable fortuna. Balbo el Mayor, fue uno de los principales consejeros de Julio Cesar, apoyando activa y económicamente al bando de Cesar en la guerra civil, lo cual inclinó en su favor la lucha contra Pompeyo.

A su muerte, Balbo hizo gala de una enorme astucia (típica fenicia), dirigida a mantener e incrementar la fama y el apellido familiar. Legó la suma de cien sestercios a cada uno de los ciudadanos de Roma, derroche desconocido y sólo al alcance de un emperador como Augusto. La donación llegó a 250.000 habitantes de la ciudad y supuso un desembolso de alrededor de 25 millones de sestercios.

Su sobrino Balbo el Menor, hijo de Publio y heredero de la fortuna familiar, continuando con la estrategia de “compra de favores” y con el ánimo de ser aceptado entre la ciudadanía romana, hizo construir uno de los tres teatros que tuvo Roma, pagando de su bolsillo los gastos. El teatro del Campo de Marte, fue construido enteramente de piedra, algo sumamente caro en aquellos tiempos y según cuenta el historiador Plinio, fue de gran lujo al disponer incluso de columnas de ónice. Tenía cabida para 11.500 espectadores. También fue el artífice de la construcción de la Gadir romana (conocida como la gemela) al otro lado del canal que servía de puerto a la ciudad, a la que dotó de todo tipo de monumentos, siguiendo el estilo romano.

En resumen, queda así constancia de un patrón que será utilizado en todas las ciudades peninsulares en mayor o menor grado (según sus posibilidades), incluso en tiempos posteriores. Un miembro de la familia carga exclusivamente con la responsabilidad de la dirección del negocio familiar, otro se dedica por completo a la vida pública de la familia y un tercero (o más), se instalan en las ciudades donde interesa que los negocios familiares estén bien representados, básicamente para ampliar las posibilidades lucrativas del negocio.

Fiesta familiar de Pompeya pintando Nápoles (dominio público)

Fiesta familiar de Pompeya pintando Nápoles (dominio público)

La organización de las familias fenicias en Roma

Como relata Estrabón, los comerciantes fenicios comenzaron a instalarse en Roma atraídos por el mayor centro de negocios del imperio. No tardaron mucho en estar plenamente integrados con la oligarquía de la ciudad. Los comerciantes fenicios se organizaron en corporaciones para defender y representar sus intereses en la urbe. Controlaban y monopolizaban la producción y distribución de salazones y conservas de pescado, la distribución de vinos, aceites, cerámica y ánforas para el transporte de sus productos.

Los cambios que se produjeron tras su integración en el comercio de la urbe, producen la más alta acumulación de dinero jamás conocida entre la oligarquía mercantil fenicia. Los enormes recursos que habían sido destinados al pago de impuestos al estado romano, gracias a su condición de plena ciudadanía, pueden invertirse en transformar y “romanizar” las ciudades hispanas.

No obstante, perdurarían hasta más allá del siglo II d.C., dos aspectos esenciales y diferenciadores de la idiosincrasia de los fenicios hispano-romanos: el culto a sus dioses (Baal, Melkart y Astarté), con sus ritos sangrientos y su lengua natal.

Mezclándose con familias oligarcas romanas

Existe constancia registrada de que una rama de los Iulios residió en Gadir y se mezcló con sus habitantes. Los Iulios descienden, según Virgilio cuenta en la Eneida, del hijo del troyano Eneas. Pertenece a esta familia, en su rama romana, Julio (Iulio) César. En la rama hispana destacaban los Cornelios Senecios y los Annios, entre quienes alcanzó fama como cónsul y procónsul Quinto Cornelio Senecio Anniano. Una rama de esta familia controlaba también Sexi (Almuñecar) y Abdera (Adra), desde cargos políticos y sacerdotales.

Una familia, los Antonios, eran una estirpe de sacerdotes de Hércules (Melkart), en el templo de Gadir. Otras familias ocupaban los cargos de “equites” al servicio del imperio. Destacaban Fabios, Breccios, Valerios, Junios, Mettios, Baebios y los mencionados Balbos.

Pero sus ambiciones apuntaban a las más altas cotas del poder y su constancia se vería recompensada con creces. El ejemplo más claro está en la familia de los Balbo. La única hija de esta familia fenicia gaditana, Cornelia, contrajo matrimonio con Cayo Norbano Flaco, cónsul y amigo de Augusto y miembro de una de las familias senatoriales más antiguas de Roma. Todas las propiedades de Balbo el Menor, que había sido el principal heredero de su padre y su tío, pasaron a su hija Cornelia y a sus hijos, que fueron senadores de Roma. Pero no será hasta la época de Claudio y sobre todo Vespasiano y la dinastía Flavia y Antonina, cuando se produce el asalto a las más altas instancias del poder por parte de las familias de origen fenicio ya emparentadas con otras romanas.     

La familia de los Annios Veros estaba emparentada con la del emperador Antonino Pio (su esposa Annia Galeria era de origen fenicio gaditano). El emperador Marco Aurelio, cuyo verdadero nombre era Marco Annio Vero, era de origen fenicio gaditano y fue adoptado por Antonino Pio, llegando a casarse con su hija (Annia Galeria Faustina), que además era prima suya. Aparece de nuevo la antigua costumbre fenicia de casarse dentro de la misma familia, sólo que esta vez no les salió demasiado bien, pues el hijo de ambos, Cómodo, resultó un asesino sin escrúpulos.

Una página del primer manuscrito de la Historia Augusta: el final de la vida de Antonino Pío y el comienzo de la vida de Marco Aurelio, hermano de Lucio Vero. (Πυλαιμένης / Dominio público)

Una página del primer manuscrito de la Historia Augusta: el final de la vida de Antonino Pío y el comienzo de la vida de Marco Aurelio, hermano de Lucio Vero. (Πυλαιμένης / Dominio público)

Existen datos que permiten intuir el parentesco de la familia de los Annios Veros con la del emperador Adriano. Es de suponer que los emperadores de origen hispano, Adriano y Trajano, tuviesen algún vínculo con familias de origen fenicio, ya que las oligarquías de Hispania estaban formadas básicamente por gentes de esa procedencia y difícilmente se llegaba a tan alto cargo sin el apoyo económico y político que podían dar únicamente sus miembros.

Este pequeño resumen de un grupo de familias gaditanas de procedencia fenicia, emparentadas entre sí y con las más poderosas familias de Roma, constituye un ejemplo del éxito que tuvieron en integrarse en el imperio romano. Tras la posterior invasión y conquista de Roma por los pueblos germánicos, comienza una “vuelta a las raíces” de parte de estas gentes de origen fenicio. Retoman antiguas costumbres de vivir cerca del agua o en islas, teniendo siempre cerca y a punto sus naves para una posible huida.

Imagen de portada: Historia de Roma y del pueblo romano, desde su origen hasta el establecimiento del imperio cristiano (1884) (dominio publico)

Autor: J.R. Penela

Referencias

Rudolf Steiner fue un filósofo austriaco, erudito literario, educador, artista, autor teatral, pensador social, entre otras facetas (1861-1925)

Ciudad Nueva, en el lenguaje fenicio.

Algo similar a lo que ocurre hoy día con los productos elaborados en países asiáticos, sobre todo en China.

Imagen de J.R. Penela

J.R. Penela

J.R. Penela. Nací en Barcelona (España) y allí inicié y finalicé mis estudios, que no tienen relación alguna con la Historia. Ya desde mis tempranos tiempos de estudiante, me sentí cautivado por la Historia y sobre todo por el nombre... Lee mas
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