Cometas y meteoritos han fascinado a la humanidad desde que fueron avistados por primera vez en el cielo nocturno. Pero sin la ciencia y la exploración del espacio para facilitar la comprensión de lo que son estos pedazos de roca y hielo, las antiguas culturas a menudo creaban mitos y leyendas para explicarlos.
Griegos y romanos creían que la aparición de cometas, meteoros y lluvias de meteoros eran hechos portentosos: señales de que algo bueno o malo había ocurrido o iba a ocurrir. La llegada de un cometa podía anunciar el nacimiento de una gran figura, y algunas personas incluso han argumentado que la estrella en el cielo que los magos persas siguieron hasta Belén para ver al Jesús recién nacido era en realidad un cometa.
Los Reyes Magos y la estrella de Belén. (CC0) ¿Fue realmente un antiguo cometa?
En la primavera del 44 a. C., un cometa que apareció en el cielo fue interpretado como un una señal de la deificación de Julio César poco después de su asesinato. Octaviano (quien se convertiría muy pronto en el emperador Augusto), hijo adoptivo de Julio César, sacó un gran partido del cometa, que brilló en el cielo durante los juegos funerarios celebrados en honor a César. Este portentoso acontecimiento era celebrado con frecuencia en las antiguas fuentes. En su poema épico La Eneida, Virgilio describe cómo “apareció una estrella a la luz del día y Augusto persuadió a la gente a creer que era César”.
El cometa de Julio César representado en un denario romano (Classical Numismatic Group, Inc./CC BY SA 3.0)
Augusto conmemoró el famoso cometa y la consiguiente deificación de su padre en las monedas romanas (lo que le ayudó a convertirse en “hijo de un dios” cuando intentaba reinar sobre el Imperio romano), y han llegado hasta nuestros días muchos ejemplos de ello.
El historiador romano Dión Casio se refirió a las “estrellas cometa” que se vieron en agosto del 30 a. C. Éstas son mencionadas como uno de los portentos que se observaron a la muerte de la reina egipcia Cleopatra. Los expertos no están completamente seguro de lo que significa el hecho de que Dión utilice la expresión en plural “estrellas cometa”, pero algunos han vinculado este evento documentado con la anual lluvia de meteoros de las Perseidas.
Aunque conservan un antiguo nombre griego, ahora sabemos que la llegada de la lluvia de meteoros de las Perseidas en el mes de agosto coincide en realidad con el paso de la órbita de la tierra a través de los fragmentos desprendidos del cometa Swift-Tuttle.
Este sereno cielo nocturno del Asentamiento Hensley del Parque Histórico Nacional Cumberland Gap de Kentucky (Estados Unidos) es perfecto para contemplar la lluvia de meteoros de las Perseidas. (NPS)
La lluvia de meteoros es el nombre de los Perseidai (Περσείδαι), hijos del antiguo héroe griego Perseo. Perseo era una figura legendaria con un excelente pedigrí familiar – era el mítico hijo de Zeus y la princesa argiva Dánae (la de la lluvia dorada). Perseo se ganó una constelación después de una serie de aventuras épicas en el Mediterráneo y el Próximo Oriente, de las cuales una de las más famosas y a menudo ilustrada en el arte fue aquella en la que dio muerte a la gorgona Medusa.
Perseo huye tras cortarle la cabeza a Medusa en la decoración de esta antigua jarra griega para el agua. (Museo Británico/CC BY NC SA 4.0)
Otra de las hazañas de Perseo fue el rescate de la princesa Andrómeda. Abandonada por sus padres para aplacar a un monstruo marino, la princesa fue descubierta por Perseo en una roca junto al mar. El héroe se casó con Andrómeda y llegó a tener siete hijos y dos hijas con ella. Los observadores del cielo creían que la constelación de Perseo, situada justo al lado de Andrómeda en el cielo nocturno, era el lugar de origen de las estrellas fugaces que podían verse todos los veranos, de ahí que el nombre de Perseidas se considerase apropiado para este fenómeno.
Pintura mural de Pompeya en la que podemos ver a Perseo rescatando a Andrómeda. (CC BY SA 2.5)
En la tradición cristiana, la lluvia de meteoros de las Perseidas durante mucho tiempo ha sido vinculada al martirio de San Lorenzo. Laurentius era un diácono en la iglesia primitiva en Roma, martirizado en el año 258 d. C. durante las persecuciones del emperador Valeriano. El martirio supuestamente tuvo lugar el 10 de agosto, cuando la lluvia de meteoros estaba en todo su apogeo, de tal modo que las estrellas fugaces encontraron su reflejo en las lágrimas del santo.
También pueden encontrarse testimonios detallados de diversos eventos astronómicos y la observación de cielo en textos históricos del Lejano Oriente. Se ha descubierto que documentos antiguos y medievales de China, Corea y Japón incluyen registros detallados de lluvias de meteoros. A veces estas diversas fuentes pueden correlacionarse, lo que ha permitido a los astrónomos comparar, por ejemplo, el diferente impacto del cometa Halley en las antiguas sociedades de Oriente y Occidente. Estas fuentes han sido utilizadas también para hallar la primera observación registrada por escrito de la lluvia de meteoros de las Perseidas como un evento específico, en antiguos textos chinos Han del 36 d. C.
Detalle de un Manuscrito de Astrología, tinta sobre seda, siglo II a. C., Han, desenterrado de la Tumba 3 de Mawangdui, Chansha, provincia de Hunan, China. Museo de la provincia de Hunan. (Dominio público) La página ofrece descripciones e ilustraciones de siete cometas, de un total de 29 mencionados en el documento.
Aunque los mitos y leyendas podrían hacernos creer que las antiguas civilizaciones tenían poco conocimiento científico acerca de qué podían ser meteoros, cometas y asteroides, nada más lejos de la verdad. Los primeros astrónomos del Próximo Oriente, los que crearon los calendarios babilónico y egipcio, además de los datos astronómicos, eran – de lejos – los más avanzados de la antigüedad. Y un reciente estudio de los antiguos textos cuneiformes ha demostrado que la capacidad de los antiguos babilonios para seguir el rastro a cometas, movimientos planetarios y acontecimientos celestes se remonta a una época tan antigua como el primer milenio a. C., incluyendo una geometría mucho más compleja de lo que se creía hasta ahora.
Observación del cometa Halley registrada en una antigua tablilla de arcilla en escritura cuneiforme. El evento se produjo entre los días 22 y 28 de septiembre del año 164 a. C., Babilonia, Iraq. Museo Británico, Londres. (Dominio público)
Imagen de portada: ‘Cometa de 1680 sobre Rotterdam’, pintura de Lieve Verschuier. Fuente: Dominio público
Este artículo, titulado originalmente ‘How ancient cultures explained comets and meteors’, y escrito por Eve MacDonald fue publicado originalmente en The Conversation y ha sido publicado de nuevo en Ancient Origins bajo una licencia Creative Commons.