Hace 6.000 años, en lo que parece ser un acto de guerra y captura de trofeos, fueron asesinados en Francia varios niños y adultos. A continuación amputaron sus brazos y los enterraron en una fosa circular bajo otros cuerpos. El enterramiento de individuos en fosas circulares era una práctica común en aquella época en amplias regiones de Europa, pero este macabro caso destaca entre los demás por ser el único en el que se ejerció violencia contra los que más tarde serían enterrados.
Investigadores franceses procedentes de diversas instituciones han publicado en la revista Antiquity el artículo (sumario): A farewell to arms: a deposit of human limbs and bodies at Bergheim, France, c. 4000 BC (“Adiós a las armas: el depósito de miembros y cuerpos humanos de Bergheim, Francia, c. 4000 a. C.”). Los autores del artículo son Fanny Chenal, Bertrand Perrin, Hélène Barrand-Emam y Bruno Boulestin.
Quienes atacaron a las víctimas enterradas en esta fosa fracturaron sus brazos y se los cortaron, para a continuación enterrar estos miembros bajo los restos de otros individuos, todos ellos con sus brazos excepto uno. En el estrato superior de este enterramiento también se encontró un fragmento del cráneo de un niño de corta edad.
La Dra. Chenal ha explicado a Ancient Origins a través de un correo electrónico que se desconoce por qué razón se enterraron estos brazos amputados bajo los restos de otros individuos, pero según comenta, su equipo supone que todos formaban parte del mismo grupo social, aunque fueran tratados de manera diferente.
Según los autores del artículo: “El individuo de más abajo (número 7), un varón de entre 30 y 59 años de edad, se distingue por tener su extremidad superior izquierda amputada a la altura del brazo. También presenta diversas marcas de golpes violentos, especialmente en el cráneo, que probablemente provocaron su muerte. En ninguno de los huesos de los otros seis cuerpos se observa modificación alguna. Por desgracia, no hemos sido capaces de determinar si alguno de los miembros amputados presentes en el depósito que yace justo debajo pertenece al individuo número 7.”
Los autores del estudio continúan: “La fosa 157 representa una clara prueba de lo que probablemente fuera un acto de violencia armada entre diferentes grupos humanos, lo que podríamos llamar ‘guerra’, aunque la verdadera naturaleza de estos conflictos sigue siendo difícil de comprender.” Y añaden: “La interpretación de este caso singular no resulta fácil, ya que, hasta donde sabemos, no tenemos noticia de otro caso registrado de finales del Neolítico en el que se hayan producido amputaciones, o en el que haya miembros aislados enterrados.”
Hacha neolítica hallada en Francia (Fotografía: Didier Descouens/Wikimedia Commons)
Los investigadores han descartado prácticas funerarias comunes entre otras sociedades de todo el mundo, como sacrificios humanos, el asesinato de esclavos para acompañar a los difuntos al más allá o la destrucción ritual de objetos valiosos, que en este caso serían los propios brazos humanos. Según sus conclusiones:
“Las pruebas halladas en la fosa 157 dan testimonio sin lugar a dudas de violencia armada, y los brazos amputados, con toda probabilidad trofeos, también sugieren un acto de guerra. La presencia de mujeres y niños en la fosa no contradice esta hipótesis: Podrían haber sido víctimas de un ataque, haber muerto en el transcurso de la confrontación o haber sido capturados y posteriormente ejecutados: aunque mujeres y niños eran a menudo hechos esclavos, también en ocasiones se les torturaba y se les daba muerte. Tanto si fueron víctimas de la guerra como castigados por acción de la justicia, el caso refuerza la idea de que estos individuos, arrojados a la fosa de cualquier manera, eran personas dependientes o excluidas.”
Fotografía con un dibujo superpuesto de los esqueletos presentes en el estrato superior del enterramiento en el que se encontraban los brazos humanos amputados. (Fotografía: Antiquity)
Los investigadores han especulado con la posibilidad de que las víctimas pudieran haber sido torturadas, o quizás mutiladas tras su muerte para deshonrarlas, intimidar a otros individuos aún vivos, o llevarse sus brazos como trofeos.
La práctica de deshonrar a los muertos está documentada en la Florida del siglo XVI: Jacques Le Moyne de Morgues escribió haber observado a nativos Timucúas mutilando a sus enemigos, cortándoles los brazos a la altura del hombro y las piernas por la cadera, y rompiéndoles los huesos con una vara.
La Dra. Chenal comenta a Ancient Origens a través del correo electrónico que la captura de trofeos como acto de guerra ha sido un denominador común a casi todas las culturas del mundo, y que todavía se da en la actualidad.
En cuanto a la guerra, la Dra. Chenal escribe lo siguiente:
Existe abundante literatura relacionada con la cuestión de la guerra en las sociedades neolíticas (véase en particular ‘War Before Civilization’ (Guerra antes de la civilización) de Lawrence Keeley. Durante largo tiempo, las sociedades neolíticas han sido consideradas relativamente igualitarias y pacíficas, pero desde hace algunos años gran cantidad de investigaciones han demostrado que no era éste el caso. Las sociedades del neolítico eran sociedades estratificadas, y la ‘guerra’ (conflictos armados) probablemente fuese algo muy común entre ellas, como, por ejemplo, en las sociedades nativas americanas, en las que los conflictos armados eran algo endémico.
No disponemos de pruebas claras de guerra en el registro arqueológico a fecha de hoy en esta región de Francia, pero sí que existen algunas evidencias en una región vecina de Alemania, procedentes de la misma cultura, y fundamentalmente en fosas de la misma época.
También sabemos de muchos otros yacimientos en esta región de Francia con depósitos de restos humanos en fosas circulares, aunque la de Bergheim es hasta ahora la única que contiene miembros amputados, y casi la única en la que se aprecian señales de violencia en los individuos enterrados.
Jacques le Moyne de Morgues informó de mutilaciones realizadas por indios de Florida en el siglo XVI, entre ellas amputaciones de brazos y piernas. (Wikimedia Commons)
Una de las muchas prácticas de la Edad de Piedra a la hora de disponer de los muertos en Europa Central era enterrarlos en fosas circulares. Esta práctica fue común entre los años 4500 a. C. y 3500 a. C., desde el valle del Ródano en Francia hasta Eslovaquia y Hungría. Según los autores del estudio, en algunas regiones este es el único tipo de enterramiento del que se tiene noticia. Por otro lado, los investigadores también han interpretado las fosas como posibles silos abandonados. Algunos de ellos contienen huesos aislados, partes anatómicas o incluso esqueletos, parciales o completos. Algunas de las fosas contienen los restos de una sola persona, otras los de múltiples individuos. Algunos de los enterramientos incluyen ajuares funerarios o restos de animales, otros no. En los de Bergheim había un ajuar funerario muy escaso, y dos conejos que podrían haber caído en la fosa accidentalmente.
La fosa 157 presenta un estrato con seis brazos de individuos adultos y el brazo de un niño o un adolescente, además de huesos de mano dispersos y enterrados en su zona más profunda. Sobre este estrato hay otro de enterramientos con los esqueletos completos (a excepción del brazo que le falta a uno de ellos), de dos mujeres, un hombre y cuatro niños, cuyas edades van desde los 2-4 años hasta los 10-13, además de la coronilla de un niño de corta edad. La fosa tiene 2 metros de profundidad, 1,5 metros de diámetro en su parte más profunda y 1.9 metros de diámetro a nivel del suelo.
Un octavo cuerpo, el de una mujer, fue depositado en la fosa cierto tiempo más tarde, después de que la tierra de la superficie ya hubiera sido compactada.
Podemos leer en el artículo de Antiquity que según algunos investigadores estos enterramientos europeos ya implicaban ciertas prácticas funerarias y las fosas se excavaban simplemente para cumplir con el propósito de enterrar a los muertos. Otros afirman que los difuntos enterrados en estas fosas eran considerados indignos de las prácticas y ritos funerarios formales habituales, y por esta razón se arrojaban sus cuerpos sin ceremonia alguna a estas fosas. Tal como escriben los autores: “La recurrencia de este patrón de enterramiento en el registro arqueológico también nos permite confirmar que se trataba de una práctica regular, y refuerza la idea de que era realmente funeraria en su naturaleza.”
Imagen de portada: Fosa con huesos de los brazos mutilados (Fotografía: Antiquity)
Autor: Mark Miller
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.