Arqueólogos chinos han llevado a cabo análisis de ADN en los restos de cinco caballos encontrados en un complejo de tumbas de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, descubriendo que uno de ellos era de un singular color dorado con las crines y la cola blanca. En algunos antiguos tapices hallados en Asia se puede ver este casi mítico caballo dorado, aunque se desconoce realmente el lugar de origen de esta raza singular.
Según Xinhuanet, el hallazgo ha sido realizado por arqueólogos de la Academia China de Ciencias Sociales, que llevaron a cabo los análisis.
En declaraciones a Xinhuanet de Zhao Xin, investigador principal del proyecto: “Aunque no es el primer descubrimiento arqueológico de un caballo dorado, se trata de una variedad genética muy, muy rara.”
Los restos de este caballo fueron desenterrados por primera vez en el año 2006 en un complejo de tumbas datado entre el 400 a. C. y el 120 a. C. Los caballos, junto con otros restos de animales, habían sido enterrados como sacrificio para tres personas diferentes, que se cree que pertenecían a una comunidad nómada.
Los cinco caballos eran de colores variados. La mayor parte de ellos fueron enterrados junto con otros animales en una cripta aparte. Sin embargo, el caballo dorado fue enterrado en la misma cámara que su propietario, junto con piezas cerámicas y vasijas hechas de bronce, oro, plata y piedra.
En palabras de Zhao Xin: “Obviamente su conspicua y singular apariencia le convertían en un animal muy preciado.”
Los enterramientos de caballos eran comunes en la antigua China, y a menudo reflejaban la posición social del propietario de la tumba. Hace apenas una semana, los arqueólogos descubrieron una elaborada tumba de hace 2.500 años en la provincia de Henan, posiblemente de la realeza, junto con una fosa funeraria en la que había seis carros de guerra y 13 esqueletos de caballos completos.
Cámara funeraria hallada la semana pasada en la que se encontraron 13 esqueletos completos de caballos. Fotografía: People’s Daily
Los caballos de pelaje dorado y crines y cola de color blanco plateado son conocidos como caballos palominos. No se sabe con certeza de dónde proceden, aunque se cree que su coloración podría haber surgido por primera vez en Oriente Medio hace miles de años, desde donde se extendería posteriormente a China y Europa gracias al comercio y a la conquista.
“Popularmente se cree que el palomino podría haber sido el resultado de una adaptación de los caballos salvajes del desierto para camuflarse con un color similar al de la arena,” escribe Danielle de la Mont en su artículo ‘Caballos de Oro: El Palomino en la Historia y el Folklore’. “De hecho la Guardia Costera de los Estados Unidos utilizó palominos para patrullar las playas durante la Segunda Guerra Mundial precisamente porque se confundían perfectamente con el paisaje arenoso, siendo imperceptibles desde el mar para eventuales barcos enemigos.”
Los nómadas del desierto de Gobi podrían haber empleado palominos con la misma intención ya hace unos 2.000 años.
La coloración del caballo palomino varía desde un dorado intenso hasta un color crema dorado, con la cola y las crines blancas (Bordesley Palomino Stud)
En numerosas culturas antiguas, incluidos los imperios de Roma, Grecia, Persia, Mongolia, China y Japón, hay cuentos populares y relatos mitológicos que giran en torno a un caballo dorado, y este hecho se refleja en antiguos tapices y obras de arte.
“El inmortal Xanthus, que significa ‘dorado’, tiraba del carro de guerra de Aquiles en la Ilíada de Homero, y los dioses le habían concedido el don del habla,” escribe de la Mont. “En la estatuaria que ha sobrevivido de la China Imperial se observan caballos con la coloración del palomino enjaezados con arreos del azul distintivo reservado para la realeza, lo que sugiere que el palomino era un privilegio de personajes de alto rango.”
También se pueden observar caballos de color dorado en el tapiz de Bayeux, que representa la famosa batalla de Hastings, que tuvo lugar en suelo inglés en el año 1066.
Tapiz de Bayeux: caballo de color dorado (Public Domain)
Los raros y bellos caballos palominos dorados fueron protegidos por la reina de España Isabel la Católica, célebre por haber empeñado sus joyas para financiar la expedición de Cristóbal Colón. Se sabe que los establos personales de Isabel la Católica acogían a cientos de caballos palominos, y estaba prohibido a quien no formara parte de la realeza o la nobleza poseer uno de estos caballos dorados. Cuando el Nuevo Mundo fue ‘descubierto’, Isabel envió un cargamento de sus preciados caballos palominos a su virrey de México. Desde ahí acabaron extendiéndose finalmente por Norteamérica.
Imagen de portada: Ejemplar de Akhal-Teke, raza de caballos dorados (horsestock.com)
Autor: April Holloway
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.