A finales del siglo XVI, el Galeón de Manila formaba parte de la flota que durante casi tres siglos surcó el océano Pacífico cubriendo la ruta entre Acapulco, en la Nueva España, y la bahía de Manila, en Filipinas. Una flota que unía Europa con Asia y América. Hace 17 años comenzaron a aflorar en las playas de Baja California numerosos restos de antiguos objetos asiáticos. Tras dar aviso al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, se desarrolló un proyecto de investigación. Ahora, el público podrá disfrutar con el fruto de todos esos años de estudio y trabajo visitando la exposición en la que se podrán contemplar muchos de los objetos recuperados.
Tal y como se explica desde la página web del propio INAH, la muestra “Tesoros de un galeón perdido” incluye una importante colección de las primeras piezas rescatadas por arqueólogos terrestres y subacuáticos. La gran mayoría de ellos son sólo fragmentos de objetos, casi todos asiáticos, pero ricos en información. De hecho, el análisis multidisciplinario ha aportado datos fundamentales para conocer en profundidad uno de estos galeones españoles, que llegaron a alcanzar entre 1.200 y 1.500 toneladas y que zarpaban, a mediados del siglo XVI, desde Manila con rumbo a Acapulco.
Galeón español, maqueta de madera del Museo de Historia Naval de Venecia. (Thyes/CC BY-SA 3.0)
Gracias a las conclusiones extraídas a partir de todos los estudios realizados, se plantea la hipótesis de que los objetos presentados en la muestra pertenecían al Galeón de Manila “San Felipe”, que en la bahía filipina era cargado con tesoros de China, Persia o Japón como porcelanas finas, sedas, especias y perfumes, a fin de transportar estas mercancías con rumbo al Nuevo Mundo. Tanto es así, que entre las piezas expuestas destacan fragmentos de porcelanas chinas de la dinastía Ming, diversas vasijas utilizadas para almacenar alimentos y transportar finas especias y diferentes piezas de metal, como la réplica de un objeto utilizado como soporte para brújula de navegación, de los pocos de este tipo que se han recuperado de aquella época.
Asimismo, aparecen expuestos varios bloques de cera –la Iglesia demandaba muchas velas para la Nueva España– que, pese a estar cubierta de sal, oscurecida y contraída tras cuatro siglos en las playas, aún conserva su consistencia y olor. Por otra parte, la cerámica encontrada ha sido datada entre los años 1574-1576, por lo que se calcula que el naufragio probablemente tuvo lugar en torno a esos años.
Algunos de los numerosos fragmentos recuperados de porcelanas chinas, pertenecientes a la dinastía Ming. (Fotografía: INAH/Fernando Oviedo)
Los Galeones de Manila hicieron posible el sueño de Cristóbal Colón: llegar a las especierías asiáticas. Las sustancias aromáticas orientales dieron sabor a las insípidas dietas europeas y generaron enormes fortunas, llevando a diversas naciones del viejo continente a entrar en guerra para conseguir su control comercial.
La Feria de Acapulco era el destino final de esta flota de naves. Allí los comerciantes compraban las sedas, porcelanas, perfumes y especias para luego distribuirlas en la capital de la Nueva España y el Virreinato del Perú: transportados sobre mulas, los productos viajaban hasta los mercados de Puebla y Xalapa, y también hasta el Puerto de Veracruz, donde eran embarcados nuevamente para viajar, vía La Habana, hasta los puertos españoles de Sevilla o Cádiz. Luego, en el viaje de vuelta hasta las islas Filipinas, además de los lingotes de plata americanos, los galeones transportaban comerciantes, funcionarios, soldados, criados, esclavos y marineros.
Retrato de Cristóbal Colón (1517). Óleo sobre lienzo de Sebastiano del Piombo (1485-1547). Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Estados Unidos. (Public Domain)
Durante tan largas travesías no faltaban las enfermedades a bordo, como el temido escorbuto, ya que las singladuras solían durar alrededor de cinco meses de ida y hasta siete meses de vuelta. Muchos hombres morían a causa de este mal, y sus cuerpos eran arrojados al mar.
La exposición, abierta a los visitantes en el Museo Caracol de Ciencias y Acuario de Ensenada, Baja California, exhibe más de 200 objetos recuperados por un equipo de investigación interdisciplinario del INAH y de varias universidades estadounidenses de California, que inició sus trabajos en 1999 y los continúa aún a día de hoy. Dichos estudios están encabezados por la arqueóloga Pilar Luna, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, ayudada por investigadores del Centro INAH-BC y del historiador náutico Edward Von der Porten. La muestra permanecerá abierta al público hasta principios de febrero del 2017.
En la exposición destaca la réplica de un objeto utilizado como soporte para brújula de navegación. (Fotografía: Eduardo Carrillo-INAH)
Imagen de portada: Fragmento de porcelana de la dinastía Ming localizado en la costa mexicana del Océano Pacífico, en el estado de Baja California. (Fotografía: Mauricio Marat/INAH).
Autor: Mariló T. A.