Hace unos 8.000 años al sudoeste de Bulgaria, en una época en la que estaban naciendo la agricultura, la ganadería y la alfarería, el ser humano se alimentaba de polvo de huesos. En un reciente estudio publicado por el Cambridge Archaeological Journal (Revista Arqueológica de Cambridge), un equipo de investigadores busca desvelar las razones por las que las gentes de aquella época recurrirían a incluir polvo de huesos en su dieta.
Los investigadores aún no han empezado a realizar pruebas de ADN sobre las muestras de polvo de hueso, así que por el momento desconocemos si su origen es animal o humano. De cualquier manera, el consumo de polvo de huesos humanos no es algo inaudito. En la Europa Medieval se consumía polvo de huesos por sus supuestas propiedades medicinales.
En el siglo XVIII se usó polvo de calavera para el tratamiento de enfermedades. La etiqueta de este tarro significa: “CRAN(IUM) HUM(A)N(UM) P(RE)P(ARA)T(UM)”. Foto: Museo de Farmacia, Cracovia
El equipo de arqueólogos e investigadores franceses cree con bastante certeza que los individuos de siete asentamientos del valle del río Struma, en Bulgaria, se alimentaban de polvo de huesos a juzgar por los análisis químicos realizados sobre el residuo de color ocre contenido en numerosas piezas cerámicas que datan del 6100 al 5600 a. C. Los investigadores han observado un residuo similar en la cerámica de toda la región, en un área que comprende el norte de Grecia, Macedonia, Bulgaria Central y Tesalia.
Los investigadores, encabezados por Julien Viegué del French Research Center de Jerusalén (Centro Francés de Investigaciones, CRFJ) especulan con la idea de que esta práctica pudo no ser circunstancial, de modo que el polvo de huesos formaría parte de su dieta. Quizás como sustituto de la leche y sus derivados como se ha observado en otras épocas y lugares.
Los arqueólogos que estudian los restos óseos del Neolítico afirman a menudo que hubo un deterioro generalizado de la salud en aquella época, así que la inclusión de polvo de huesos en su dieta pudo constituir una práctica nutricional.
Muchos científicos están estudiando por qué el auge de la agricultura debería coincidir con un empeoramiento generalizado de la salud de la población. El descubrimiento ha llegado incluso a originar un fenómeno denominado la “Dieta Paleolítica”, en la que se intenta imitar la dieta de nuestros antepasados de la Edad de Piedra. El nuevo estudio no explica cómo podrían saber los pueblos neolíticos de Bulgaria del calcio contenido en los huesos y los alimentos lácteos.
La práctica de alimentarse de restos óseos pudo ser tanto cultural como nutricional, como se ve reflejado en las diferentes decoraciones de las piezas cerámicas. Aquellas que contienen residuo óseo presentan formas y decoraciones más diversas en los siete poblados, dando a entender que cierto tipo de cerámica era utilizado para la ingesta de polvo de huesos. Si los restos óseos resultan finalmente ser de origen humano, ésto podría sugerir su uso en prácticas funerarias.
“El consumo de polvo de huesos a principios del Neolítico en los Balcanes estuvo causado probablemente por factores tanto culturales como nutricionales,” escriben los investigadores. “Futuros trabajos se encaminarán a averiguar el sentido exacto de esta forma de alimentarse dentro de las sociedades neolíticas del sureste de Europa. ¿Era el polvo de huesos un sustituto de la leche, como se ha comprobado en otras sociedades? ¿Se intentaba reemplazar a los lácteos de forma sistemática o circunstancial?”
En su artículo, los investigadores no llegan a ninguna conclusión en firme, pues se desconoce incluso si las gentes del sudoeste de Bulgaria consumían ya en aquella época productos lácteos procedentes de animales domesticados.
Calavera con múltiples orificios. Foto: Gino Fornaciari/Universidad de Pisa
Consumo de polvo de huesos en la Edad Media
Ancient Origins informó del caso de un italiano del siglo XV cuyo cráneo había sido perforado a fin de extraer polvo de huesos para su uso medicinal. Su calavera se encuentra en la cripta de la Catedral de Otranto, que contiene las osamentas de 800 hombres tras grandes paneles de cristal. Se supone que estos individuos fueron ejecutados por los invasores turcos en 1480 y son conocidos como “mártires de Otranto”.
Uno de estos cráneos es único ya que presenta 16 orificios circulares perfectos en su parte superior. Tanto los expertos como los visitantes de la Catedral ignoraban hasta ahora la forma en que se practicaron estos orificios y con qué propósito. Sin embargo, los investigadores han conseguido averiguar recientemente que las trepanaciones –o perforaciones– se realizaron tras la muerte del individuo como método para obtener materia ósea pulverizada.
El Journal of Ethnopharmacology (“Revista de Etnofarmacología”) publicó un estudio sobre este cráneo en diciembre del 2004 afirmando que los europeos de la Edad Media creían que el polvo de huesos (humanos) servía de tratamiento para gran cantidad de dolencias y enfermedades, como la epilepsia, la parálisis o la apoplejía. Estos males y muchos otros se creía que eran causados por demonios o por influencia de la magia.
Imagen de portada: Superficies interior y exterior de pieza cerámica que contiene residuo óseo.
Autor: Mark Miller
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso