La Cueva de Oxtotitlán, localizada en la población de Acatlán del municipio de Chilapa de Álvarez, en el estado mexicano de Guerrero, alberga un yacimiento arqueológico de influencia olmeca en el que se encuentran diversas muestras de pintura rupestre, tanto en su interior como en su superficie externa. De hecho, las grutas de Oxtotitlán constituyen uno de los primeros ejemplos de Mesoamérica de pintura artística avanzada.
La cueva, perteneciente a la comunidad nahua de Acatlán, está formada por dos grutas de 20 metros de longitud. Cada una de las grutas posee cuatro paneles o paredes con pinturas rupestres y un frente rocoso central donde se encuentran dos dibujos, uno de los cuales representa al personaje principal, que mide 10 metros de altura.
Mapa de la Cueva de Oxtotitlán. (Public Domain)
En la gruta norte se encuentran los trazos más antiguos: algunos monocromos, otros bicromos (negro y rojo), con una iconografía más clara en términos de filiación olmeca y de mayor formato, representando jaguares y figuras antropomorfas y fitomorfas. En la gruta sur hay diseños que van desde los 10 cm al medio metro, de color rojo y estilo abstracto. Además, el grupo central está integrado por dos paneles: en el principal se observa un personaje de cuatro metros de altura, con una paleta polícroma.
Las pinturas, que ocupan unos 200 metros cuadrados, han sido datadas entre los años 900-800 a. C hasta el 500 a. C. y, de hecho no se conoce con certeza qué grupo o sociedad las pintó. Tampoco se sabe cómo puede haber influencia olmeca en pinturas plasmadas a cientos de kilómetros de distancia del área nuclear olmeca, aunque lo cierto es que aparecen muchos dibujos del estilo de esta ancestral civilización, incluyendo uno similar al del altar 4 de La Venta.
La cueva está formada por dos grutas, y sus pinturas ocupan unos 200 metros cuadrados en total. (Fotografía: Julio Bronimann/INAH)
A finales del siglo XX las pinturas presentaban un estado pésimo por el paso del tiempo, por el mal mantenimiento del lugar y por haber sido víctimas de vandálicos grafiteros. Todo ello dio pie a la intervención de las autoridades arqueológicas mexicanas en el año 2002, comenzando las obras de restauración llevadas a cabo por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Ahora es el propio INAH el que, a través de la exposición Oxtotitlán. 12 años de esfuerzos compartidos, presentada en la estación La Raza del Metro de la capital mexicana −donde permanecerá hasta el 30 de septiembre−, nos muestra la labor realizada en los últimos años por el Proyecto de Conservación Integral del Sitio de Pinturas Rupestres de Oxtotitlán en el estado de Guerrero.
Probablemente la pintura más espectacular de Oxtotitlán: personaje antropomorfo sentado sobre un trono que representa al monstruo de la tierra y con un tocado en forma de ave. (Fotografía: Julio Bronimann/INAH)
A día de hoy, la cueva se halla protegida por un vallado perimetral, y además en el interior del área delimitada se ha creado un jardín etnobotánico sobre una ladera con vegetación típica de la región, a partir de los conocimientos herbolarios de los vecinos del lugar. Eminentemente agrícola, la población nahua de Acatlán mantiene una fuerte relación con la naturaleza, su patrimonio cultural y sus tradiciones.
Imagen de portada: Especialistas del INAH durante las labores de restauración del conjunto pictórico de la cueva de Oxtotitlán. (Fotografía: Julio Bronimann/INAH)
Autor: Mariló T. A.