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Ancient Origins España y Latinoamérica

Nuevo estudio confirma que los galos embalsamaban las cabezas de sus enemigos para exhibirlas como trofeos de guerra

Al volver de la batalla, según antiguos textos, los guerreros galos exhibían las cabezas cortadas de sus enemigos caídos en torno al cuello de su caballo para que todos las vieran, ya que regresaban victoriosos a sus tribus. Una reciente investigación no sólo ha confirmado este hecho, sino que además ha demostrado que los jefes galos embalsamaban las cabezas de los enemigos a los que habían dado muerte.

Cráneos que muestran señales de embalsamamiento

Los galos eran un grupo de pueblos celtas que habitaron la Europa centro-occidental (Galia) desde la Edad del Hierro hasta la época romana, momento en el cual estos pueblos fueron culturalmente asimilados por el Imperio romano, perdiendo su identidad tribal a finales del siglo I d. C. Los expertos que están trabajando en el asentamiento de la Edad del Hierro de Le Cailar, ubicado en el sur de Francia, “han encontrado rastros de resinas de coníferas sobre los restos de los cráneos”, lo que confirma las antiguas crónicas según las cuales los celtas galos conservaban los cráneos de sus enemigos como trofeos.

Se han descubierto en otros yacimientos de la misma época sugerentes obras de arte, entre ellas la escultura de un guerrero montado con un cráneo humano colgando alrededor del cuello de su caballo y un cráneo con “clavos dentro,” pero la cuestión de si los galos realmente embalsamaban las cabezas cortadas de sus enemigos nunca había estado muy clara, hasta ahora. Réjane Roure, de la Universidad Paul Valéry con sede en Montpellier y coautor de un estudio publicado en la revista Journal of Archaeological Science, comentaba para los reporteros de The Guardian que “De hecho los textos antiguos nos hablan de que las cabezas [eran] embalsamadas con aceite de cedro... gracias a nuestro análisis químico sabemos que esta información es cierta.”

Vista aérea del asentamiento de la Edad del Hierro de Le Cailar, Francia. (© Fouille Programmée Le Cailar-UMR5140-ASM)

Análisis comparativo

Para establecer un control en sus pruebas, Roure y su equipo analizaron “cinco huesos de animales hallados en la misma zona” y además “11 muestras de cráneos humanos” que se consideró que habrían sido “ampliamente visibles al ser exhibidos.” El análisis no sólo reveló que muchos de los cráneos humanos pertenecían a individuos que habían sido decapitados, sino que además los científicos encontraron pruebas reveladoras que apuntaban a la “extracción del cerebro.”

Los once cráneos dieron positivo en las pruebas de ácidos grasos y colesterol, lo que, según comunica el equipo, es sobre todo “característico de grasas humanas, vegetales o animales degradadas. Los huesos de animales también presentaban rastros de colesterol.” La investigación se puso realmente interesante cuando los científicos descubrieron que “seis de los once fragmentos de cráneos humanos portaban trazas de unas sustancias llamadas diterpenoides”, revelando que los huesos habían estado en contacto con la resina de alguna conífera, aunque esta resina “no se encontró en los huesos de animales.”

Tratamiento dispensado a los enemigos caídos. Museo Pitt Rivers, Oxford, Oxfordshire, Inglaterra. (CC BY-NC-SA 2.0)

Se confirman las antiguas crónicas

La conclusión es que los cráneos humanos, que mostraban señales de haber sido conservados, prestaban una gran credibilidad a las antiguas crónicas de dos autores griegos, Estrabón y Diodoro de Sicilia, quienes mencionaban al griego Poseidonios siendo testigo de este macabro proceso en la Galia alrededor del 100 a. C. Aunque los antiguos textos griegos afirman que se utilizaba ‘aceite de cedro’ para el embalsamamiento, según el equipo de investigadores la resina utilizada podría haber desprendido “un olor similar, ya que no está claro que crecieran cedros en la zona en el siglo III a. C.”.

Poseidonios, testigo de cómo los galos embalsamaban las cabezas de sus enemigos caídos en batalla. (CC BY-SA 3.0)

¿Por qué los galos embalsamaban las cabezas de sus enemigos?

En cuanto al porqué de esta práctica de embalsamamiento, Roure comentaba en declaraciones recogidas por Live Science que los celtas embalsamaban las cabezas de sus enemigos para exhibirlas frente a sus casas “como trofeos para aumentar su estatus y su poder, y para aterrorizar a sus enemigos.” El investigador añadía a continuación que “Los textos antiguos afirman que sólo los enemigos más poderosos e importantes eran embalsamados - tal vez para poder decir ‘mira esa cara, era un gran guerrero.’”

No queda claro si el proceso de embalsamamiento estaba reservado únicamente a los enemigos, y el estudio no concluye con exactitud ‘cómo’ los galos llevaban a cabo el proceso de embalsamar cabezas, aunque los científicos sugieren que es posible que las cabezas fueran “sumergidas en la resina” o que vertieran ésta sobre las cabezas y para volver a aplicarla con el tiempo. Roure apuntaba en Live Science que “hay muchas otras cabezas cortadas en la Europa de la Edad del Hierro, y sería muy interesante saber si todas ellas fueron embalsamadas.”

Los más antiguos restos humanos embalsamados fueron descubiertos en el desierto chileno de Atacama. (CC BY 2.0)

Otros antiguos embalsamadores

Aunque esta reciente investigación se centra en las habilidades para embalsamar de una cultura de hace 2.000 años, los antiguos egipcios quizás sean los antiguos embalsamadores más famosos que desarrollaron procesos de conservación avanzados en épocas tan antiguas como la Dinastía I (3200 a. C.). Pero llegaron tarde si tenemos en cuenta que los antiguos orígenes del embalsamamiento de cuerpos humanos se remontan a la cultura Chinchorro del desierto de Atacama chileno y peruano. La cultura Chinchorro llevó a cabo procesos de momificación artificial desde aproximadamente el año 6000 antes de Cristo.

Imagen de portada: Los cráneos descubiertos en el yacimiento arqueológico de Le Cailar presentan señales de que las cabezas fueron embalsamadas. Fuente: © Fouille Programmée Le Cailar-UMR5140-ASM/CNRS

Autor: Ashley Cowie

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.