Un equipo de científicos de Italia ha revelado que los restos de una mujer y un feto de hace 1.400 años descubiertos en Bolonia constituyen un raro caso de ‘parto en ataúd’, en el que la mujer embarazada dio a luz a un bebé después de su muerte.
Según informaciones publicadas en World Neurosurgery, se encontraron los pequeños restos de un feto de 38 semanas de gestación entre los huesos de las piernas de una mujer hallados en una tumba medieval datada en el siglo VII d. C. descubierta en la ciudad de Imola, Bolonia.
El feto fue expulsado parcialmente del cuerpo de la mujer, con la cabeza y parte superior del pequeño cuerpo fuera de la cavidad pélvica y los huesos de las piernas aún en su interior. Aunque es posible que la mujer muriese cuando daba a luz, había sido enterrada deliberadamente, por lo que parece poco verosímil que fuera depositada en la tumba con un bebé entre sus piernas. La bioarqueóloga Siân Halcrow, de la Universidad de Otago, cree por lo tanto más probable un caso de extrusión fetal post-mortem o ‘parto en ataúd’.
Los partos en ataúd se producen cuando gases naturales, que se acumulan durante la descomposición del cuerpo, ejercen presión sobre el útero provocando la expulsión del feto. No obstante, el proceso de extrusión fetal no es bien conocido, ya que no ocurre en todos los casos en los que fallece una mujer embarazada.
Apenas se conoce un puñado de casos que se hayan producido en tiempos modernos, el más reciente en enero de este mismo año, cuando una mujer de 33 años fallecida en Mbizana, Sudáfrica, dio a luz a su bebé muerto dentro del ataúd.
Posible caso de un ‘parto en ataúd’. (Bones Don’t Lie)
Otra característica única de este entierro en particular es que la mujer tenía un agujero circular de 5milímetros en su cráneo, lo que sugiere que habría sido sometida a una trepanación, un procedimiento quirúrgico en el cual el cráneo es perforado, cincelado, o raspado para dejar al descubierto la membrana que envuelve el cerebro . Los casos más antiguos registrados de cráneos trepanados datan de hace 12.000 años y proceden del norte de África, y desde entonces se han encontrado cráneos similares en todo el mundo.
Basándose en los signos de cicatrización en torno a la perforación practicada en el cráneo, los científicos han comprobado que la mujer vivió durante al menos una semana después de la cirugía. Los investigadores han sugerido que la mujer podría haber sido sometida a trepanación debido a un trastorno conocido como preeclampsia (hipertensión arterial vinculada al embarazo que a menudo causa la muerte de la madre), ya que los registros históricos señalan que la trepanación era a menudo utilizada para reducir la presión arterial en el cráneo.
Los investigadores teorizan que la trepanación no fue suficiente para curar a la mujer embarazada de su grave enfermedad, por lo que falleció una semana después de la cirugía. Fue entonces, después de ser enterrada, cuando su cuerpo expulsó el feto de su vientre.
Cráneo con signos de trepanación expuesto en el Museo Celta de Hallein, Salzburgo (CC by SA 3.0)
Como informa Katy Meyers Emery en su artículo ‘New Morbid Technology: Coffin Birth’ (“Nueva tecnología mórbida: partos en ataúd”), gracias a los registros históricos sabemos de algunos casos documentados, aunque su fiabilidad se desconoce.
En el siglo XVII, una parroquia registraba en sus notas: “El 20 de abril de 1650, fue enterrada la esposa de Thomas Toplace, Emme, quien se descubrió que dio a luz a un niño tras llevar dos horas en la tumba”.
Documentos históricos de Bonet describen a una mujer que murió durante su embarazo en Bruselas el año 1633. Tres días más tarde se encontró su feto muerto “colgando entre sus muslos”.
Médicos e historiadores han dado testimonio de otros casos: en 1861, Richter de Weissenfels informaba del caso de una mujer que murió entre convulsiones. Sesenta horas después de su muerte salió de su cuerpo un feto de ocho meses.
Estapedio escribía a un amigo sobre un feto hallado muerto entre los muslos de una mujer que expiró repentinamente debido a una enfermedad aguda.
Veslingio nos habla de una mujer que murió de epilepsia el 6 de junio de 1630, de cuyo cuerpo, dos días después, salió un niño.
Wolfius relata el caso de una mujer que murió en el parto el año 1677: “Se observaron movimientos abdominales hasta seis horas después de la muerte, por lo que se sugirió una cesárea, pero su ejecución se demoró, y dieciocho horas después nació un niño espontáneamente” (Gould y Pyle 1981).
Se encontraron los restos de un feto entre los muslos de un esqueleto femenino. (Cerpen Horor)
Uno de los ejemplos más antiguos conocidos podría ser el descubrimiento de una madre siberiana de la Edad de Piedra y sus gemelos recién nacidos, aún en el útero, hallados en un cementerio paleolítico cercano al lago Baikal. Aunque en su momento se informó del caso de una mujer que habría muerto durante el parto, las circunstancias del entierro sugieren que podría tratarse de un caso de extrusión fetal.
Los huesos de los fetos de gemelos de esta mujer siberiana son visibles cerca de su pelvis y muslos. (Fotografía: Vladimir Bazaliiskii)
Imagen de portada: Tumba medieval con los restos de una mujer y un feto hallados en Bolonia, Italia. Pasini et al. 2018 / World Neurosurgery
Autor: April Holloway
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.