Las excavaciones que se llevaron a cabo en el yacimiento arqueológico de Zultepec-Tecoaque, situado en el estado mexicano de Tlaxcala, han revelado que indígenas del pueblo Acolhua capturaron en 1520 una caravana formada por 550 conquistadores y aliados de éstos, los mantuvieron en cautividad y los sacrificaron a lo largo de un período de nueve meses. Se cree que los Acolhua sacrificaron a los conquistadores y sus acompañantes para buscar la protección de sus divinidades ante la llegada de los invasores.
Hernán Cortés, el usurpador español de México por aquella época, formaba parte de la caravana a Tenochtitlán, pero se adelantó para ayudar a sofocar una rebelión en la ciudad de México antes del ataque de los Acolhuas. La caravana incluía individuos de ascendencia española, afrocubana e indígena mexicana. Los Acolhua veían a los españoles como invasores a los que había que parar los pies.
Cortés llegó a México por primera vez con sus hombres en 1519. Los integrantes de la caravana eran parte de la segunda expedición enviada por los españoles. Formaban parte de ella 45 soldados de a pie, 15 a caballo y al menos 350 indígenas aliados de los españoles de origen principalmente totonaca y tlaxcalteca, entre los que había 10 niños de menos de 3 años y unas 50 mujeres, además de cierto número de animales de origen europeo. Una vez capturados, los Acolhuas sacrificaron a los invasores. Los animales que el grupo traía consigo fueron consumidos a excepción de los cerdos. Éstos, al parecer, les resultaban poco sabrosos, y fueron arrojados a un pozo tras ser también sacrificados.
Hernan Cortés luchando con dos indios (1863), óleo de Antonio Gómez Cros (Wikimedia Commons)
“En los espacios habitacionales se encontraron los restos de los miembros de la caravana con señas de haber sido inmolados en diferentes rituales que se llevaron a cabo a lo largo de seis meses para conmemorar diversas festividades marcadas en el calendario mexica …” podemos leer en la nota de prensa del Instituto Nacional de Antropología e Historia mexicano (INAH). “La finalidad de las inmolaciones,” explica Enrique Martínez, “fue pedir la protección de las deidades frente a la llegada de gente extraña.”
Los habitantes de Zultepec-Tecoaque, en lo que es hoy el Estado de Tlaxcala, exhibieron a continuación algunas de las calaveras de los extranjeros sacrificados.
Cuando Hernán Cortés descubrió lo que había pasado, ordenó que el poblado fuera destruido y sus habitantes Acolhuas masacrados, según leemos en la nota de prensa.
En la cultura Azteca, los cráneos de los individuos sacrificados se exhibían a menudo en hileras dispuestas en una especie de empalizada, recibiendo estos conjuntos de cráneos el nombre de Tzompantli. En la ilustración, Tzompantli del Templo Mayor, tal y como aparece en el Códice Ramírez (Public Domain)
Las excavaciones arqueológicas, dirigidas por Enrique Martínez Vargas y Ana María Jarquín Pacheco, revelaron que aparentemente los Acolhuas intentaron ocultar el hecho de que los españoles, cubanos y sus aliados indios habían sido mantenidos prisioneros en su poblado arrojando a un pozo los objetos de origen extranjero que podrían haberles incriminado. Este yacimiento lleva siendo objeto de excavaciones desde 1933, pero este mismo año el equipo descubrió un aljibe en las viviendas de Tecoaque en el cual los Acolhuas habían escondido muchos objetos para que los hombres de Cortés no pudieran encontrarlos. Entre los objetos de origen europeo hallados en este aljibe había una espuela para caballos, un camafeo, anillos, figuras cerámicas esmaltadas y clavos de hierro, según podemos leer en la nota de prensa del INAH. En excavaciones previas, unos 200 objetos de origen europeo ya habían sido descubiertos en otros 12 aljibes, algunos de ellos ya explorados en fases anteriores de las excavaciones en curso.
Enrique Martínez Vargas descartó la esclavitud como motivo para la captura de la caravana, y añadió que su equipo había llegado a la conclusión de que los prisioneros fueron mantenidos en cautividad únicamente para ser sacrificados. Al parecer, los Acolhuas reconstruyeron parte del poblado para dar cabida a los 500 extranjeros que lo habitaron durante el período comprendido entre Junio del 1520 y Marzo del 1521. Construyeron nuevas viviendas para ellos y encerraron a sus prisioneros en las antiguas, según podemos leer en la nota de prensa.
Piezas de cerámica rotas descubiertas en una de las viviendas, posible prueba del abandono del poblado (Foto: Melitón Tapia/INAH)
Después del ataque de los españoles a Tecoaque, algunos de los Acolhuas consiguieron huir y otros fueron asesinados. Los arqueólogos hallaron en una de las viviendas una aglomeración de fragmentos de cerámica prehispánica entre cuyas piezas había vasijas de uso cotidiano y la escultura de un perro.
“El investigador explicó que es muestra clara de un abandono intempestivo”. “Por alguna razón la población Acolhua concentró toda la cerámica en ese espacio y cuando cayeron los muros de las habitaciones la quebraron y la cubrieron por siglos. El evento debió ocurrir al enterarse de que los militares españoles se dirigían a castigarlos. Entonces también se apuraron a esconder las evidencias de la caravana en los aljibes.”
Imagen de Portada: El yacimiento arqueológico de Zultepec-Tecoaque en el estado mexicano de Tlaxcala.
Autor: Mark Miller