Arqueólogos han hallado evidencias sobre la superficie de piezas cerámicas de que ya se recolectaban panales de miel al menos hace 9.000 años. Un equipo de investigadores de diversas instituciones europeas ha hallado la huella química distintiva de los panales de miel y la cera de abejas en la superficie de fragmentos de cerámica procedentes de Europa, el Próximo Oriente y el norte de África, tal y como podemos leer en un nuevo artículo de la revista Nature.
El equipo especula con la posibilidad de que los orígenes de la apicultura, es decir, la domesticación de la abeja o Apis mellifera, podrían remontarse hasta la Edad de Piedra. Los primeros agricultores posiblemente ya convivieran y trabajaran con las abejas para obtener esa miel semilíquida que lleva tanto tiempo fascinando a la humanidad. Otra posibilidad es que las gentes de la prehistoria recolectaran miel silvestre.
Al ser las abejas de pequeño tamaño y material orgánico, cualquier rastro de ellas desaparece del registro arqueológico, aunque tanto la abeja como sus productos están muy presentes en la tradición, los mitos, el simbolismo y la historia del ser humano desde la época de los babilonios, el antiguo Egipto y otras culturas.
El nombre de la reina del Antiguo Testamento Débora significa Abeja Reina, y los antiguos egipcios en ocasiones llamaban a sus soberanos varones Rey Abeja. Quién sabe cuánto tiempo lleva la gente dirigiéndose a sus cónyuges o enamorados como “miel”, un término afectivo que nos habla de la dulzura de esa sustancia natural y la compara con la de la persona a la que se refiere. El Diccionario de Símbolos Penguin dice al respecto que “En toda Tierra Prometida fluyen ríos de leche y miel, al igual que en todas aquellas tierras primigenias de las que la humanidad fue expulsada.”
Una de las más antiguas imágenes conocidas relacionadas con la apicultura fue descubierta en el templo del sol erigido en torno al 2400 a. C. cerca de El Cairo. (aloelf.com)
El equipo de investigación, dirigido por Mélanie Roffet-Salque de la Escuela de Química de la Universidad de Bristol, ha analizado los restos de 6.400 piezas cerámicas procedentes de una amplia extensión del mundo antiguo en busca de pruebas de la práctica de la apicultura y de la presencia de miel y sus derivados. Aproximadamente unos 100 fragmentos cerámicos contenían restos de cera de abeja, aunque también observaron que hay una muestra de arte rupestre en España de hace entre 6.000 y 8.000 años en la que se puede ver a una figura humana que parece estar recogiendo miel de un árbol.
“Uno de los productos principales de la Apis mellifera es la cera, compuesta por un complejo conjunto de lípidos que incluye n-alcanos, n-ácidos alcanoicos y ésteres de cera acilo-grasos,” podemos leer en el sumario del artículo de Roffet-Salque en Nature. “Su composición es muy constante y está determinada genéticamente por la bioquímica del insecto. De este modo, la “huella dactilar” química de la cera de abeja nos proporciona una base segura para detectar este producto en los residuos orgánicos presentes en los yacimientos arqueológicos, que ahora empleamos para rastrear la explotación de la Apis mellifera en el tiempo y en el espacio por parte del ser humano.”
Pintura rupestre de hace entre 6.000 y 8.000 años hallada en España en la que podemos observar lo que parece ser una mujer recolectando miel. (Dibujo: Achillea/Wikimedia Commons)
“Hemos demostrado que los productos de las abejas ya eran explotados de forma continua, y posiblemente también de forma extensiva en algunas regiones, al menos desde el séptimo milenio a. C., cumpliendo probablemente toda una serie de funciones culturales y tecnológicas. La estrecha relación entre la Apis mellifera con las comunidades agrícolas del Neolítico data de la época del nacimiento de la agricultura, y podría proporcionarnos pruebas de cómo empezó el proceso de domesticación de la abeja.”
Una de las premisas del estudio es que la cerámica se habría utilizado históricamente para recoger miel de panales silvestres o incluso para servir como una especie de colmena artificial.
Las abejas silvestres recogen néctar que será transformado a continuación en miel para alimentar a la reina, las larvas y al resto de la colonia (Foto: Mark Miller)
Como podemos leer en la web de la NPR, algunos de los fragmentos cerámicos estudiados procedían de ánforas de arcilla de gran tamaño que en la antigüedad se utilizaban para almacenar cereales y vinos. El equipo ha descubierto además que en aquella época se mezclaba cera de abejas con brea de corteza de abedul para elaborar una goma plástica que se empleaba para reparar piezas de cerámica rotas y adherir puntas de lanza a su asta. También es posible que se utilizara cera de abeja como combustible para lámparas.
Los residuos de cera más antiguos datados por el equipo son del 7000 a. C. y proceden de un yacimiento de Anatolia ubicado en el sudeste de Turquía y de nombre Çayönü Tepesi. La cerámica con restos de cera de abejas procedente de otros lugares era de los Balcanes (5500 a. C. – 4500 a. C.), norte de África (en torno al 5000 a. C.) y de Dinamarca (época no especificada). Dinamarca era la latitud más al norte que podían habitar las abejas hace milenios debido a que el clima de entonces era más frío que el actual.
Para la época en la que tanto la historia como la religión empiezan a documentarse por escrito, las abejas ya ocupan un lugar destacado en la imaginación del ser humano y en sus mitos. Leemos en el Diccionario de Símbolos y Objetos Sagrados de la Mujer de Barbara G. Walker:
Según Porfirio, todas las abejas eran almas de ninfas (sacerdotisas) que habían servido a Afrodita en vida, especialmente las del templo de Eryx, en el que el símbolo de la diosa era un panal de oro. Las sacerdotisas y diosas eran llamadas melissae, “abejas”. En el templo efesio de Artemisa, las melissae estaban acompañadas por sacerdotes eunucos conocidos como essenes, que significa “zánganos”. La diosa Deméter también era conocida como “la pura abeja madre”. Una antigua líder matriarcal de Israel fue Débora, cuyo nombre significa “abeja reina”. La madre de Lemminkäinen utilizó miel mágica para devolver la vida a su hijo en el Kalevala, ayudada por Mehiläinen la Abeja. Hasta el culto patriarcal Mitraico reverenciaba a la Diosa Luna como hacedora de ‘la miel que se usa para las purificaciones’.
Imagen de portada: Abejas (Apis mellifera) trabajando en un panal (Foto: Waugsberg/Wikimedia Commons)
Autor: Mark Miller
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.