Un equipo de arqueólogos ha descubierto los restos de cinco perros de hace 2.000 años cuidadosamente enterrados en una fosa cercana al Círculo Polar Ártico, en Siberia. Se cree que por aquel entonces los perros servían de mascotas, además de para realizar diversos trabajos o alimentarse de su carne, pero también había ocasiones en las que eran ofrecidos en sacrificio en ceremonias religiosas. Según LiveScience, la tumba revela la estrecha relación que existía entre los pueblos de la región y sus “mejores amigos” de cuatro patas ya hace dos mil años.
El descubrimiento se ha realizado en el yacimiento arqueológico de Ust-Polui en Salekhard, Rusia. Robert Losey, arqueólogo de la Universidad de Alberta (Canadá) ha afirmado al respecto: “La función de los perros de Ust-Polui era realmente compleja y cambiante. Pero lo que más llama la atención es la abundancia de restos óseos de perros en comparación con otros yacimientos del Ártico: hay aquí más de 115 ejemplares. Habitualmente, en este tipo de yacimientos se encuentran apenas unos pocos restos pertenecientes a perros, 10 como mucho.”
El análisis de los huesos ha revelado que estos perros eran similares a los actuales Siberian Husky, aunque un poco más pequeños, siendo su peso de unos 22 kilos.
Entre los 115 restos óseos de perros ya descubiertos en la región de Ust-Polui, muchos de los huesos presentaban huellas de cortes, lo que sugiere que fueron despedazados y comidos, esparciéndose a continuación sus huesos por el yacimiento de la misma forma que ocurre con los de otros animales, como aves y ciervos. Sin embargo, parte del consumo de carne de perros podría haber tenido relación con rituales, banquetes y sacrificios rituales. Según Losey, este hecho parece confirmado por el descubrimiento de las cabezas de 15 perros, apiladas conjuntamente. Todas ellas presentaban sus cavidades craneales abiertas de igual modo. La historia de los sacrificios rituales de perros en Siberia está bien documentada desde hace tiempo.
Este perro fue enterrado en una posición similar a la que adoptaría si estuviera sentado o agachado. Fotografía: Losey et al. (2013)
Sin embargo, el reciente descubrimiento de los restos de cinco perros difiere de otros hallazgos precedentes. Fueron enterrados cuidadosamente en grupo cerca del límite del yacimiento. Sus esqueletos estaban completos y habían sido depositados en una fosa poco profunda. Los perros se encontraban echados sobre sus costados y no había señales de que hubieran sido sacrificados intencionadamente o despiezados sus cuerpos.
Se sabe que en las antiguas poblaciones del Ártico los perros eran utilizados para tareas muy diversas, como tirar de trineos, hecho evidenciado por el descubrimiento de dos trineos y dos mangos de cuchillos de hueso que representan un perro de tiro equipado con su arnés. Parece que algunos de los perros eran empleados también para la caza de aves y renos. A día de hoy, las comunidades de la región de Ust-Polui aún utilizan perros para pastorear a sus renos.
Justo por debajo del perro se encontraron el cráneo, las mandíbulas y los huesos inferiores de las patas de un becerro. Estos restos de un becerro podrían haber sido depositados junto con la piel que envolvía al perro, que presenta señales de haber sido sacrificado. Fotografía: Losey et al. (2013)
Los descubrimientos iniciales del yacimiento recibieron cobertura informativa por primera vez en la revista PLOS ONE, cuando en el año 2013 Losey publicó los resultados de su investigación sobre los primeros enterramientos de perros hallados en el lugar, datados en unos 8.000 años de antigüedad. Estas tumbas caninas albergaban ajuares funerarios consistentes en collares decorados, piezas cerámicas y cucharas de madera.
Según Losey, las diferencias principales entre los dos hallazgos revelan cómo la relación entre humanos y perros cambió a lo largo de los milenios: en los enterramientos más antiguos los perros habían servido de alimento, incluso los que habían sido utilizados para diversas tareas, como la caza, mientras que en las tumbas caninas más recientes no había evidencias de consumo de la carne del animal. En esta etapa, parece que las poblaciones humanas de la región ya mantenían una relación más estrecha con sus compañeros de cuatro patas, por lo que no deseaban alimentarse de su carne.
Imagen de portada: Tumba de un perro hallada en Siberia. Junto al cráneo hay utensilios de piedra y hueso, y en el interior de la boca del animal se introdujo un guijarro redondeado. Fotografía: Losey et al. (2013)
Autor: Natalia Klimzcak
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.