El genocidio de los nativos americanos está considerado por muchos el peor de la historia, doblando al más reciente Holocausto de judíos y gitanos en número de víctimas. Ahora, un estudio de los genes maternos de los restos óseos y momificados de 92 indígenas americanos datados entre hace 8.600 y 500 años, demuestra que todos sus linajes fueron exterminados. Ningún ser humano descendiente de los individuos analizados vive a día de hoy.
Se desconoce cuántas personas vivían en el continente americano antes de la llegada de Colón y los conquistadores. Las estimaciones varían entre un millón y cien millones de habitantes. Una estimación media calcula el número de nativos, solo en Norteamérica, en 12 millones, reduciéndose hasta los 237.000 en torno al año 1900.
Según el estudio, de los 84 linajes genéticos hallados en los restos de 92 individuos prehistóricos sudamericanos, ninguno sobrevivió al contacto con los europeos.
“Cuando llegaron los europeos, algunas de estas poblaciones fueron exterminadas por completo,” ha declarado a Science Bastien Llamas, autor del estudio y genetista de la Universidad de Adelaida (Australia).
Hernando de Soto conquista el Mississippi. Pintura de la rotonda del Capitolio de Washington, Estados Unidos. (Public Domain)
Como podemos leer en el artículo, el ADN mitocondrial aporta únicamente parte de la información: el linaje materno. No es posible saber gracias a este ADN si sobrevivieron genes paternos, ni siquiera qué ocurrió con las mujeres que no tuvieron hijos (aunque si no tuvieron hijos obviamente sus genes no se transmitirían a las siguientes generaciones).
El artículo de Science explica cómo se llevó a cabo el estudio. Los investigadores tomaron muestras del ADN de 92 esqueletos y momias de América occidental, desde México hasta Chile. El equipo secuenció el genoma mitocondrial de los restos de cada individuo. Los genes mitocondriales se transmiten de madre a hijo, “de modo que estas secuencias nos permiten estudiar la herencia matrilineal de los indígenas americanos, que se remontaría hasta sus raíces siberianas,” apuntan los investigadores.
Los nativos rechazan la idea de que sus ancestros llegaran de Siberia, por lo que este estudio está resultando polémico. Según el artículo:
Sumando las mutaciones aleatorias que se acumulan en las poblaciones que se han separado, los genetistas pueden profundizar en el pasado y averiguar cuándo dos grupos tienen al menos un ancestro común. Cuando los investigadores aplicaron esta técnica a las 92 momias y esqueletos, descubrieron que sus ancestros habían estado en contacto con poblaciones siberianas hace unos 23.000 años. Después de eso, un grupo con unas 2.000 mujeres en edad fértil (quizás de unos 10.000 individuos en total), pasó aproximadamente 6.000 años genéticamente aislado de otros grupos humanos. Esto confirma la hipótesis de que los ancestros de los primeros americanos pasaron algunos milenios atascados en Beringia, la masa de tierra actualmente sumergida que se extendía desde Siberia hasta Alaska, antes de que las capas de hielo empezaran a fundirse y abrieran vías hacia el Nuevo Mundo.
Mapa en el que se observa la localización de la Reserva Nacional del Puente de Tierra de Bering (Public Domain)
Hace unos 16.000 años tuvo lugar una explosión demográfica. Repentinamente, los linajes empezaron a ramificarse, en una época en la que, según creen los investigadores, estos pueblos comenzaron a abandonar Beringia (sumergida en la actualidad), para emigrar en dirección al continente americano. Allí, con nuevas tierras y recursos inexplorados, la población se extendió rápidamente hasta el último rincón del Nuevo Mundo.
Alan Cooper, biólogo evolutivo y autor principal del estudio, ha afirmado que la única ruta posible era a lo largo de la costa del Pacífico debido al grosor de la capa de hielo, que no permitía abrirse camino tierra adentro.
“Todos ellos se establecieron,” leemos en el artículo. “En pocos miles de años, muchos de los antiguos linajes ya se habían dividido, lo que significa que los individuos de un grupo no tenían hijos con los individuos de los demás grupos (o al menos las madres de los diferentes grupos, ya que estamos hablando de ADN mitocondrial). El equipo halló 84 linajes genéticos diferentes representados en las 92 muestras, informa Science Advances.”
De modo que, ¿cómo murieron estas pobres gentes? Esta es otra idea polémica para los nativos de Norteamérica, Sudamérica y el Caribe. Aunque según algunos la mayor parte de los nativos fueron exterminados accidentalmente por las enfermedades, empezando por Colón en el Caribe, Cortés en México y Pizarro en Perú, los europeos sin duda asesinaron y esclavizaron nativos. Y las circunstancias no cambiaron en años posteriores. Algunos nativos murieron por ser obligados a trabajar hasta la muerte. Otros de hambre. Los libros de historia están plagados de ataques y matanzas de inocentes y pacíficos nativos, uno tras otro. Y sí, muchos murieron a causa de las enfermedades.
Dibujo azteca del siglo XVI en el que se observan víctimas de la viruela. (Public Domain)
Cooper ha planteado a menudo que si los europeos sabían que estaban infectando y matando nativos con sus enfermedades, lo único decente que podrían haber hecho hubiera sido ponerse en cuarentena y mantenerse apartados de estos continentes. Pero si nos fijamos en los textos y declaraciones de los Padres Fundadores de América, nos daremos cuenta de que practicaban una política de “eliminar” a los indios, robar su territorio y exterminarlos.
El primer presidente de los Estados Unidos, George Washington, afirmó en 1779:
“Nuestros objetivos inmediatos son la total destrucción y devastación de sus asentamientos y la captura de tantos prisioneros como nos sea posible, de toda edad y género. Será esencial arrasar los cultivos de sus tierras e impedirles volver a plantar en ellas.”
Imagen de portada: “Los últimos días de Tenochtitlán, la conquista de México por Hernán Cortés,” pintura del siglo XIX obra de William de Leftwich Dodge. (Public Domain)
Autor: Mark Miller