Las pinturas rupestres de hace entre 6.000 y 8.000 años halladas en el yacimiento egipcio de Wadi Sura II llevan despertando un gran interés desde que fueron descubiertas en el año 2002. Aunque sus paredes de roca albergan miles de pinturas entre las que se incluyen imágenes muy variadas, las “huellas” de unas pequeñas manos que se creían hasta ahora de niños llaman especialmente la atención.
National Geographic informa de que entre las imágenes descubiertas en la cueva aparecen animales salvajes, figuras humanas y extrañas criaturas sin cabeza, “pero también cientos de ‘siluetas’ de huellas de manos humanas: más de las que se habían visto nunca en ningún otro yacimiento de arte rupestre del Sáhara.” El abigarrado conjunto de imágenes ha llevado a la gente a apodar a este lugar “Cueva de las Bestias.”
Este nombre podría ser aún más adecuado si la antropóloga Emmanuelle Honoré del Instituto McDonald para la Investigación Arqueológica está en lo cierto en su nueva hipótesis: que estas pequeñas “huellas” son realmente extremidades de reptiles.
Las paredes de roca de Wadi Sura II están cubiertas con cientos de siluetas de manos, figuras humanas, animales salvajes y extrañas bestias sin cabeza. (Emmanuelle Honoré)
Según News.com.au, se han encontrado al menos 13 de estas pequeñas huellas en la cueva. National Geographic aporta más información sobre el estilo y la localización de las imágenes, afirmando que estas huellas:
...de Wadi Sura II parecen no haber sido pintadas únicamente a partir de las siluetas de pequeñas manos humanas, sino también a mano alzada, un patrón también observado en el resto de manos humanas. Todas ellas fueron pintadas en torno a la misma época y con el mismo pigmento. Es imposible afirmar, sin embargo, si se presionó la extremidad de una criatura viva sobre la pared de roca de la cueva o si el artista o artistas optaron por la comodidad y seguridad de utilizar para ello un miembro mutilado recientemente.
Honoré ha declarado a National Geographic que quedó “impresionada por la forma de las sorprendentemente pequeñas siluetas de manos” cuando las vio por primera vez en el año 2006. Por esta razón, tomó medidas de las huellas y las comparó en primer lugar con las manos de sus parientes más jóvenes.
A continuación, Honoré reclutó un equipo que incluía investigadores médicos para recopilar datos de manos infantiles de una unidad neonatal de un hospital francés. “Si hubiera ido a un hospital y dicho simplemente: ‘estoy investigando pinturas rupestres. ¿Hay bebés disponibles?’ habrían pensado que estoy loca y llamado a seguridad,” ha bromeado la antropóloga en National Geographic.
Las muestras obtenidas en el hospital pertenecían a niños nacidos recientemente de menos de un año de edad, y también a bebés prematuros con un tiempo de entre 26 y 36 semanas.
Honoré no tardó mucho tiempo en descubrir que estas “huellas de manos” eran demasiado pequeñas y no encajaban con las imágenes de manos de bebés de las que disponían. “Eran mucho más pequeñas que las manos de bebés humanos, y sus dedos demasiado largos,” explicó.
Los resultados del estudio de Honoré se han publicado en el número de abril del 2016 del Journal of Archeological Science (‘Revista de Ciencia Arqueológica’) y demuestran que es muy improbable que las huellas fueran pintadas a partir de manos humanas. Leemos en el artículo de esta revista:
Las pequeñas manos del arte rupestre [de Wadi Sura II] difieren significativamente en tamaño, proporciones y morfología de las manos humanas. Se han cuantificado posibles desviaciones entre las diferentes muestras, pero sus dimensiones medias tampoco pueden explicar las diferencias observadas. Las pruebas sugieren que estas siluetas de manos pertenecen a algún animal, muy probablemente un reptil. La identificación de huellas de manos pentadáctilas no humanas es única en el estudio del arte rupestre, y plantea nuevas perspectivas a la hora de comprender las pinturas de Wadi Sūra, así como en relación con el comportamiento y el universo simbólico de los pueblos que las realizaron.
La conclusión sobre un origen reptil no fue la primera opción barajada por Honoré. La antropóloga ha declarado a News.com.au que las manos de primates estaban las próximas en la lista para analizar, tras comparar huellas de manos de bebés humanos con las del arte rupestre. Pero esta posibilidad tampoco resultó convincente para la antropóloga: “Tras muchas conversaciones con mis colegas del Museo Nacional de Historia Natural de París, en especial con la profesora Brigitte Senut, gran primatóloga y paleoantropóloga, decidimos investigar la hipótesis de un origen reptil”, ha afirmado Honoré en declaraciones a la agencia de noticias australiana.
También ha añadido que después de consultar “con varios zoos y expertos en reptiles, su investigación demostró que las proporciones de las pinturas se acercaban más a las patas de un lagarto monitor del desierto, o de un cocodrilo joven.” La antropóloga ha explicado a News.com.au que “No estamos seguros de si obtendremos una respuesta definitiva, pero la verdad es que nuestros primeros resultados han sido muy convincentes.”
Imágenes de las diminutas “manos”, cuyo modelo podrían haber sido las extremidades de algún reptil, en el interior de huellas de manos adultas pintadas sobre las paredes de roca de Wadi Sura II. (Emmanuelle Honoré)
En cuanto al razonamiento de por qué se eligieron huellas de reptiles para pintarlas sobre las paredes de roca de Wadi Sura II, Honoré afirma con cautela:
Nuestro concepto moderno es que la naturaleza es algo separado de la humanidad. Pero en esta enorme colección de imágenes podemos detectar que el ser humano es solo parte de un mundo natural más amplio. Es un gran desafío para nosotros, investigadores, interpretar estas pinturas, ya que nuestra cultura es completamente diferente [de la que las creó].”
Imagen de portada: Esta diminuta mano, habitualmente considerada de un bebé o un niño muy pequeño, fue pintada en el interior de la silueta de una mano adulta sobre las paredes de roca de Wadi Sura II hace unos 8.000 años. Una reciente investigación sugiere que estas huellas tienen en realidad como modelo las extremidades de algún reptil. Fotografía: Emmanuelle Honoré
Autor: Alicia McDermott
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.