Hace unos 1.400 años, el volcán Loma Caldera de El Salvador entró en erupción, cubriendo de cenizas la pequeña aldea Maya de Cerén, más conocida como Joya de Cerén, y conservándola de este modo en perfectas condiciones hasta el día de hoy. A diferencia de lo que ocurrió en la ciudad romana de Pompeya, en la que el Vesubio estalló en el 79 d. C. sorprendiendo a sus habitantes y acabando con sus vidas, los pobladores de Cerén pudieron escapar a tiempo y sobrevivir a la erupción. Los arqueólogos, que llevan excavando en Cerén desde su descubrimiento en 1978, han especulado con la posibilidad de que un terremoto sacudiera la aldea poco antes de la erupción volcánica, dando tiempo a sus 200 habitantes para ponerse a salvo.
A diferencia de lo que ocurría en otras poblaciones mayas, en este caso concreto los gobernantes no oprimían al pueblo llano de Cerén, según la nota de prensa emitida por la Universidad de Colorado en Boulder. La revista Latin American Anitquity (“Antigüedades Latinoamericanas”) ha publicado recientemente un artículo sobre el yacimiento de Joya de Cerén, cuya superficie es de unas 4,5 hectáreas aproximadamente y que fue designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1993.
Los arqueólogos han hallado bellas piezas de cerámica policromada en el yacimiento salvadoreño de Joya de Cerén. (Fotografía: Universidad de Colorado)
“Al examinar atentamente esta localidad Maya de El Salvador congelada en el tiempo y cubierta por una capa de cenizas volcánicas hace 1.400 años, observamos que las familias de agricultores que vivían en ella afrontaban su vida cotidiana sin sufrir prácticamente imposiciones por parte de la élite de la realeza que dominaba el valle,” leemos en la nota de prensa.
“Por el contrario, las pruebas arqueológicas nos indican que tenían lugar interacciones significativas en la antigua Cerén entre familias, ancianos, artesanos y peones agrícolas,” según se afirma en un estudio de la Universidad de Colorado en Boulder financiado por la Fundación Nacional para la Ciencia (National Science Foundation).
“La antigua aldea maya mejor conservada de toda Latinoamérica, Cerén, fue arrasada por una ráfaga de gas tóxico, vapuleada por bombas de lava y finalmente sepultada bajo una capa de cenizas de 5 metros de espesor que estuvo cayendo durante varios días tras entrar en erupción hacia el 660 d. C. el volcán de Loma Caldera, situado a una distancia de menos de media milla.”
El antropólogo de la Universidad de Colorado Payson Sheets descubrió la aldea, apodada “La Pompeya del Nuevo Mundo”, y que lleva siendo objeto de excavaciones muchos años. Las cenizas volcánicas conservaron tan magníficamente esta localidad que los investigadores han llegado a observar marcas de dedos sobre la superficie de cuencos de cerámica y huellas de pisadas en cultivos, los cuales aún conservan moldes de tallos de maíz cubiertos por las cenizas. A lo largo de los años, el equipo del profesor Sheets también ha descubierto techumbres de paja, recipientes con alubias y mantas tejidas.
Los arqueólogos han planteado la posibilidad de que en algunas ciudades y poblados mayas los poderosos vivieran en palacios desde los que tomaran las decisiones políticas y económicas, existiendo además en sus cercanías pirámides, templos y elaboradas tumbas. En algunos de estos palacios, según leemos en la nota de prensa, a los líderes mayas se les entregaban la mano de obra y los tributos procedentes de las aldeas vecinas.
“Parece que los habitantes de Cerén gozaban de cierta libertad a juzgar por su arquitectura, selección de cultivos y actividades religiosas y económicas. ‘Esta es la primera ventana abierta a las actividades cotidianas y la calidad de vida del pueblo llano maya de la época que hemos tenido jamás,” ha explicado Sheets, que está dirigiendo las excavaciones. ‘En Cerén prácticamente no encontramos pruebas de influencias externas, y sin duda no se ejercía un control por parte de las élites.’”
El profesor Sheets ha planteado también la posibilidad de que la única relación que mantuviera el pueblo llano de Cerén con la élite maya fueran transacciones comerciales llevadas a cabo en el valle de Zapotitán. Los agricultores de Cerén probablemente intercambiaran productos de artesanía o excedentes de sus cosechas por otros artículos como piezas de cerámica policromada, cuchillos de obsidiana y hachas de jade, que habrían sido importados desde una larga distancia. Casi todas las viviendas familiares de Joya de Cerén contaban con alguna hacha de jade, y eran más duras que el acero. Los aldeanos las habrían empleado para cortar leña, realizar trabajos de carpintería y construir edificios, según leemos en la nota de prensa. Los arqueólogos han descubierto además cientos de piezas cerámicas en la aldea, de las cuales aproximadamente una cuarta parte eran policromadas.
La aldea maya de Joya de Cerén, situada en lo que hoy es El Salvador, fue sepultada bajo cinco metros de cenizas en el transcurso de una erupción volcánica que tuvo lugar en torno al 660 d. C. En la foto, los arqueólogos reanudan los trabajos tras haber excavado la capa de cenizas hasta llegar a la antigua aldea. (Foto: Universidad de Colorado)
Los arqueólogos han llevado a cabo excavaciones en 12 estructuras, entre las que hay templos, una sauna comunitaria, viviendas, almacenes, cocinas y talleres, y aún quedan docenas de edificios por excavar y analizar. Al ocupar la zona cubierta por las cenizas volcánicas una superficie de dos millas cuadradas (3,22 kilómetros cuadrados), existe la posibilidad de que oculten aún algún otro asentamiento bien conservado. Los investigadores no han hallado hasta ahora restos humanos.
En el año 2009, los arqueólogos averiguaron que en esta población había campos cultivados de yuca de los que se cosechaban al menos 10 toneladas de estos tubérculos ricos en almidón, que probablemente se utilizaran como alimento. “La primera y única (hasta ahora) evidencia de cultivo intensivo de yuca en un yacimiento arqueológico del Nuevo Mundo,” tal y como leemos en la nota de prensa.
“Sheets y otros creen que estos extensos cultivos de yuca podrían haber desempeñado un papel esencial en la alimentación de las sociedades indígenas que habitaban en la Latinoamérica tropical.” Las gentes de la región, aún a día de hoy, muelen la raíz de la yuca, también conocida como mandioca, para hacer tortillas y tamales. También se fermenta la yuca para obtener bebidas alcohólicas.
Imagen de portada: Los arqueólogos han desenterrado en Joya de Cerén 12 edificios, entre los que hay una casa (a la izquierda) un almacén (en el centro) y una sauna comunitaria (arriba a la derecha), sepultados todos ellos por las cenizas volcánicas hacia el 660 d. C. (Imagen: Universidad de Colorado)
Autor: Mark Miller
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.