Después de casi un siglo, los arqueólogos van a entrar de nuevo en las cámaras funerarias de la misteriosa reina Khennuwa, que continúa siendo a día de hoy un enigmático personaje del antiguo reino de Kush.
Los arqueólogos han reabierto la tumba para obtener de ella más información e investigar todo lo relacionado con la antigua reina y su lugar de enterramiento. Según Heritage Daily, estas cámaras funerarias se encontraban completamente decoradas con textos jeroglíficos y pinturas, muchos de los cuales aún se encuentran en buen estado de conservación. El lugar fue identificado como la tumba de la reina Khennuwa gracias a las inscripciones jeroglíficas halladas en su interior.
La pirámide de la reina Khennuwa fue descubierta en 1922 en el transcurso de las excavaciones realizadas en la antigua Nubia por George A. Reisner, del Museo de Bellas Artes de Boston. No obstante, las pruebas recopiladas por su equipo fueron escasas, e incluían únicamente unas pocas fotografías y algunas copias a mano de inscripciones. La carencia de información acerca de este enterramiento llevó a los arqueólogos de la Misión Qatarí para las Pirámides de Sudán (MQPS) a solicitar autorización para reabrir esta tumba.
Cementerio sur de Meroe, en el que se encuentra la tumba de la reina Khennuwa. (TrackHD/CC BY 3.0)
Los trabajos en las pirámides fueron iniciados por la misión qatarí con la ayuda de la Cooperación Nacional Sudanesa de Antigüedades y Museos y el Instituto Arqueológico Alemán de Berlín. El objetivo de la expedición consiste en llevar a cabo medidas que garanticen la seguridad y la conservación del emplazamiento. Estas actuaciones están destinadas a posibilitar el acceso de los turistas al enterramiento de la reina Khennuwa. Además, el equipo de investigadores analizará las pinturas y el estado general de la tumba, y estudiará su historia empleando tecnología punta.
La reapertura de la tumba ha sido posible como parte del programa de investigación y conservación iniciado por la Misión Qatarí para las Pirámides de Sudán. Este programa fue creado para restaurar y conservar las 53 pirámides nubias de la zona de Begrawiya, situada en el estado de Nahar al Nil, al norte de la capital sudanesa, Jartum. La investigación actual incluirá más de 100 pirámides de los cementerios reales de Meroe. El equipo internacional de expertos está trabajando para conservar el patrimonio histórico de los “Faraones Negros” de la dinastía XXV del antiguo Egipto (siglo VII a. C.), y de sus ancestros, soberanos del antiguo reino de Kush (ubicado en lo que hoy es Sudán), durante cuatro siglos.
La tumba de la reina Khennuwa se encuentra 6 metros por debajo de la pirámide, algo habitual en las pirámides del antiguo reino de Kush (Meroe). Esta pirámide ha sido datada a principios del siglo IV a. C. No obstante, se ha descubierto al estudiar la biografía de la reina Khennuwa que vivió en el siglo III a. C., lo que sugiere que su cámara funeraria podría haber sido dispuesta con anterioridad para algún otro individuo. Según Dows Dunham, su reinado podría datarse a mediados del siglo III a. C., y su consorte quizás fuera Amanislo, antiguo rey de Kush.
Cámaras funerarias subterráneas de la reina Khennuwa, Meroe. (P. Wolf/DAI)
El estilo de la decoración de la tumba es muy similar al que se empleaba en la época de la dinastía XXV del antiguo Egipto (la de los ‘Faraones Negros’). Los reyes y reinas de Kush a menudo utilizaban decoraciones parecidas para sus antepasados más ilustres. Las inscripciones descubiertas en las cámaras funerarias también contienen textos muy similares a los textos funerarios de la dinastía XXV, lo que refuerza la teoría de la marcada influencia de las tradiciones nubias anteriores.
Solo conocemos a la reina Khennuwa por su pirámide. En su ornamentada cámara funeraria, se habla de la reina Khennuwa como ‘Esposa Real’. Tampoco disponemos de mucha información acerca del rey Amanislo. Fue enterrado en otra pirámide conocida como Beg. S5. Probablemente fuera el sucesor del rey Arakamani y el predecesor de Amantekha.
Según podemos leer en el Diccionario histórico de la antigua Nubia, se cree que Amanislo fue el responsable de la retirada de dos estatuas de leones recostados de granito rojo para trasladarlos de Sulb a Napata. Habían sido colocados en Sulb por orden del rey Amenhotep III (dinastía XVIII, Egipto), y quizás reutilizados por Tutankamón. Cuando los transportaron a Napata, Amanislo decidió grabar en estas esculturas de leones una inscripción con su nombre. En la actualidad, estos dos leones de granito rojo forman parte de la colección del Museo Británico de Londres.
El reino de Amanislo y Khennuwa se encontraba unos 200 kilómetros al norte de la actual Jartum, capital de Sudán. Las pirámides de Meroe no son tan altas como las pirámides egipcias de Guiza. Fueron descubiertas en la década de 1880 por el explorador italiano Giuseppe Ferlini. Desgraciadamente, Ferlini destrozó la cúspide de muchas de estas estructuras al buscar tesoros en su interior.
Vista aérea de las pirámides de Meroe en el año 2001. (B N Chagny/CC BY SA 1.0)
A diferencia de las descubiertas en Egipto, las pirámides de Meroe fueron construidas muy cerca las unas de las otras, por la que en una misma zona de reducido tamaño se pueden encontrar numerosas pirámides. La necrópolis real de Meroe y sus pirámides son oficialmente en la actualidad Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Imagen de portada: Pirámide de la reina Khennuwa, necrópolis real de Meroe. Fotografía: P. Wolf/DAI
Autor: Natalia Klimczak