Cuando el faraón del antiguo Egipto Akenatón ordenó la construcción de la nueva ciudad de Amarna dedicada al dios del sol Atón hace más de 3.000 años, más de 20.000 personas se trasladaron al lugar para realizar este agotador trabajo. De hecho su labor resultaba tan extenuante que provocaba numerosos huesos rotos, incluidas fracturas de las vértebras, según se desprende de un reciente estudio realizado por arqueólogos que han examinado gran cantidad de restos óseos procedentes del cementerio para plebeyos de Amarna.
“Los índices de traumatismos entre los adultos de Amarna eran también extremadamente altos, con un 67.4% de individuos presentando al menos una fractura curada o en proceso de curación. Esto de nuevo es coherente con una población que realizara trabajos duros y en cierto modo peligrosos,” leemos en el artículo de la revista Antiquity obra de Barry Kemp, Anna Stevens, Gretchen R. Dabbs, Melissa Zabecki y Jerome C. Rose.
El equipo solo examinó esqueletos que conservaran más de un 50% de sus huesos, y descubrieron que además de las fracturas probablemente derivadas del duro trabajo y la artrosis, su estatura también se encontraba por debajo de la media, lo que sugiere malnutrición crónica y otras penurias.
El mismo equipo anunció a mediados de octubre que cinco hombres que presentaban heridas en los omóplatos y cuyos restos habían sido exhumados del mismo cementerio podrían haber sido castigados siendo acuchillados en la espalda por delitos que se desconocen. Un grabado sobre un muro del antiguo Egipto describe en detalle el castigo de acuchillamiento por robar pieles de animales. De todos modos, desconocemos las faltas que cometieron estos hombres, así como su identidad.
Amarna fue construida en torno al 1330 a. C. como un lugar en el que solo podría adorarse al dios del sol Atón. Se adoraba a otros dioses en otras ciudades, pero ningún otro dios que no fuera Atón había sido adorado o estaba destinado a serlo en Amarna, situada unos 350 kilómetros al sur del Cairo. Los autores del artículo llevan analizando e investigando el Cementerio de las Tumbas del Sur, en el que se enterraba a los obreros de Amarna, desde el año 2005.
“Este lugar [Amarna], revela en parte las intenciones de Akenatón, ya que su deseo era purificar el culto del sol (Atón) creando un lugar de adoración que no estuviese contaminado por asociaciones previas, humanas o divinas,” leemos en el artículo. “Amarna también se convirtió en el hogar, casi por casualidad, de una población de quizás entre 20.000 y 30.000 personas—funcionarios, soldados, obreros encargados de manufacturas y más gente aún cuyo lugar en la vida era servir a otros, y que siguieron a la corte real hasta esta nueva ciudad y se dispusieron a recomenzar allí sus vidas y su forma de subsistencia.”
Akenatón, Nefertiti y sus hijos reciben los rayos del sol, Atón, el dios al que Akenatón encumbró por encima de todos los demás dioses. (Foto: Andreas Praefcke/Wikimedia Commons)
Los autores afirman que la ciudad de Amarna se construyó rápidamente, en parte gracias a la novedosa introducción de un bloque de construcción de piedra caliza de medidas normalizadas (52,5 por 25 centímetros). El peso de este bloque era de unos 70 kilos. Los obreros transportaban estos bloques al estilo de una cadena de producción, pasando las piedras al compañero más cercano de la cadena. Los autores especulan con la posibilidad de que estos pesados bloques provocaran muchas de las lesiones más graves entre los obreros de Amarna, incluidas fracturas y artrosis.
Los enterramientos del Cementerio de las Tumbas del Sur eran sencillos, a diferencia de las elaboradas sepulturas de los ricos del antiguo Egipto. La gente envolvía a sus muertos con sudarios de lino. Hacían las veces de ataúdes rígidas alfombrillas fabricadas con materiales de origen vegetal, a las que en ocasiones se ataban cuerdas para facilitar su transporte desde la ciudad hasta el abarrotado cementerio.
La mayor parte de las tumbas estaban marcadas con escuetos túmulos de piedra caliza, algunos de ellos con estelas o lápidas en memoria al difunto. Unas pocas tumbas mostraban pequeñas pirámides de piedra caliza labrada. A causa de la erosión y los saqueos, muy poco queda de estas losas y lápidas, según leemos en el artículo.
“La mayor parte de los enterramientos excavados en lugares tan lejanos como éste eran saqueados por ladrones de tumbas, que tendían a escarbar y rebuscar en lo que venía a ser la parte superior del cuerpo, en busca probablemente de joyas, aunque dejaban muchos de los huesos en el interior de la tumba. Sigue siendo posible habitualmente, a pesar de todo, alcanzar una comprensión general de la naturaleza de cada enterramiento, y reconstruir los diferentes esqueletos en un grado sustancial.”
“Los ajuares funerarios u otros elementos que pudieran haberse dejado junto a la tumba como ofrendas durante o después del enterramiento, son escasos.” El equipo halló vasijas cerámicas, la mayor parte de ellas fragmentarias, que se supone que contendrían alimento o bebidas; amuletos y joyas entre las envolturas de los cuerpos o sobre estos; y artículos de cosmética, como espejos, tubos de kohl y vasijas de travertino.
Algunas de las sencillas lápidas y estelas del cementerio de los plebeyos de Amarna; nótese la forma piramidal de las dos de abajo. (Fotos: Antiquity)
Los análisis de estos esqueletos nos cuentan el triste relato de las vidas de las gentes de Amarna. Algunos de estos individuos muestran señales de haber padecido hambre, anemia y escorbuto desde su más tierna infancia. En lo que respecta a las lesiones por el trabajo excesivo, el equipo ha detectado artrosis en al menos un miembro del cuerpo en el 60% de los individuos analizados.
“Las columnas vertebrales también presentan altas frecuencias de desarrollo de artrosis (detectada en un 56,7% de los casos, de los que el 35,6% son graves), manifestándose los casos más graves comúnmente en la región lumbar,” escriben los autores del estudio. En otras palabras, la parte baja de la espalda sufría terriblemente a causa de este duro trabajo.
Imagen de portada: Abajo, el esqueleto intacto de un hombre en la postura supina y extendida típica de este cementerio; y arriba, el enterramiento de otro individuo, manipulado con un patrón habitual de alteración de los restos, en el que los ladrones han revuelto los huesos de la parte superior del torso y se han llevado la calavera. (Foto: Antiquity)
Autor: Mark Miller
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.