El Monte Castillo, situado en Cantabria, España, oculta en su interior un intrincado laberinto de cuevas. Cuevas que han sido frecuentadas por el hombre durante, al menos, los últimos 150.000 años. Cinco de ellas albergan diversas manifestaciones rupestres paleolíticas, pero la más destacable de todas es la llamada Cueva de El Castillo.
Descubierta en el año 1903, su interior presenta uno de los conjuntos artísticos más singulares e importantes de la prehistoria europea: numerosos grabados, dibujos, pinturas y, excepcionalmente, alguna escultura con el aprovechamiento de relieves naturales. Un conjunto cercano a las 300 figuras, correspondiente a los albores de la presencia del Homo sapiens en Europa, y que constituye un testimonio de los orígenes de la expresión artística del ser humano. Según diversos estudiosos e investigadores, esta gruta –catalogada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad– alberga el arte paleolítico más antiguo del mundo, remontándose según las dataciones a hace por lo menos 40.800 años.
Entrada a la Cueva de El Castillo. (Malopez 21/CC BY-SA 4.0)
Caballos, ciervas, uros, cabras y hasta un mamut –entre otros muchos animales– quedaron inmortalizados en su interior. Además, también son numerosas las impresiones de manos humanas (más de 50), así como diversos símbolos y formas geométricas. Entre estos últimos cabe destacar las llamadas nubes de puntos, las formas rectangulares y los discos de color rojo. Ahora, una nueva investigación realizada precisamente sobre las series de discos rojos ha hecho posible evaluar la estatura de los artistas que los pintaron a partir de las distintas técnicas de soplado empleadas y de la forma de dichos discos y puntos.
Bastón de mando perforado del nivel Magdaleniense Superior hallado en la Cueva de El Castillo (Cantabria, España). Ha sido adornado con el grabado de un ciervo (José Manuel Benito Álvarez - CC BY-SA 2.5)
Según informaciones publicadas por el portal Noticias de la Ciencia, los resultados de esta investigación –difundidos a través de la prestigiosa revista Journal of Archaeological Science– suponen un gran avance en el conocimiento del arte rupestre. De este modo, un equipo multidisciplinar internacional compuesto por miembros del Laboratorio de Ciencias Arqueológicas de Burdeos (LaScArBx), la Universidad de Barcelona (UB), la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), y la asociación Cuevas Prehistóricas de Cantabria, ha analizado los procesos tecnológicos de ejecución artística empleados por nuestros antepasados del Paleolítico aplicando por vez primera una metodología que combina el análisis físico-químico in situ y en laboratorio, además del análisis morfométrico (basado en protocolos estadísticos) y el experimental (reproducción de los motivos rupestres en la actualidad).
Las conclusiones a las que ha llegado el equipo son que los paneles de discos –los elementos artísticos más antiguos de la cueva–, realizados mediante diferentes técnicas basadas en el soplado y proyección del pigmento y paletas de color, no fueron obra de un mismo artista. Además, podrían haber sido ejecutados progresivamente en el tiempo a lo largo de sucesivas e intermitentes incursiones, que habrían tenido como objetivo ampliar la iconografía de la cueva y el simbolismo que encierran sus imágenes.
Además, gracias a la reproducción experimental de los discos, los investigadores han logrado evaluar la estatura de los diversos artistas a partir de las distintas técnicas de soplado empleadas y de la forma de dichos discos, demostrando que la gran mayoría habrían sido realizados por individuos adultos.
Los paneles de discos rojos habrían sido plasmados por diversos artistas, de forma progresiva y en diferentes épocas. (Fotografía: Noticias de la Ciencia/UPV-EHU)
Imagen de portada: Fotografía del interior de la Cueva de El Castillo en Puente Viesgo, Cantabria (España), en la que pueden observarse algunas de sus pinturas rupestres prehistóricas. (Gabinete de Prensa del Gobierno de Cantabria/CC BY-SA 3.0)
Autor: Mariló T. A.