Hasta el momento actual, sabíamos que en el año 7000 a. C. una naciente agricultura se implantó en Egipto y el subcontinente indio, tal y como demuestran diferentes excavaciones arqueológicas desarrolladas en el actual Paquistán. Desde esa misma época, 7.000 a. C., sabemos también que se cultivaron trigo y cebada en la misma región.
Asimismo, se conocía que el desarrollo y la generalización de la agricultura se produjeron posteriormente en el norte y sur de China, en el Sahel africano, en Nueva Guinea y en varias regiones de América. Los cultivos llamados fundadores de la agricultura neolítica fueron en primer lugar los cereales como el trigo y la espelta. Luego vinieron la cebada y las leguminosas como guisantes, lentejas, garbanzos y lino. Entre los propios arqueólogos hay quienes piensan que la agricultura surgió varias veces (hipótesis del multicentro) y otros que abogan más por el origen único, ubicado hasta ahora en el sur de Turquía.
Resulta necesario recordar que el uso de la agricultura en el Neolítico supuso que los humanos pasásemos del nomadismo al sedentarismo, dejando las cuevas y refugios pétreos para comenzar a construir viviendas: una absoluta revolución que dio pie a la fabricación del pan, al comienzo de la ganadería y al nacimiento de las primeras ciudades, con la edificación de los primeros templos y la creación de las primeras leyes.
Esquema de las actividades agrícolas del Neolítico relacionadas con sus herramientas. Se han elegido tanto dibujos de herramientas reales (hallazgos arqueológicos), como actividades representadas, en este caso en pinturas egipcias. (Public Domain)
Todo lo anterior pudo producirse gracias a la domesticación, es decir, a la selección que el hombre hizo de plantas y animales para su propio beneficio. Pues bien, según se informa desde el diario español ABC, los resultados de un nuevo estudio llevado a cabo por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y de la Universidad de Copenhague, concluyen que la primera vez que ocurrió esto fue en Siria, en un poblado cercano a la actual ciudad de Sweida y que además, resulta necesario adelanta la fecha en que ocurrió a hace al menos 10.500 años.
«Lo más importante de este estudio es que hemos documentado el momento de transición en que se comenzó a domesticar cereales, en concreto dos tipos de trigo y una variedad de cebada. Hemos encontrado evidencias de que la domesticación estaba ocurriendo hace 10.500 años y en un lugar muy concreto», ha explicado a ABC Juan José Ibáñez, investigador del CSIC implicado en este estudio, dirigido por Amaia Arranz-Otaegui y publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Los expertos han logrado encontrar la prueba más antigua de ese proceso de domesticación. Para ello, analizaron los restos encontrados en el yacimiento de Tell Qarassa Norte, una zona situada cerca de la actual ciudad siria de Sweida. En concreto, recogieron sedimentos e inyectaron agua para hacer flotar los restos de cereales carbonizados que fueron quemados en el pasado por accidente o como parte de la metodología de trabajo agrícola de aquellos primeros agricultores. Y es que solo los restos carbonizados no acaban descompuestos después de pasar miles de años bajo tierra, conservando aún una información muy valiosa sobre lo ocurrido.
Yacimiento de Tell Qarassa Norte, lugar donde los investigadores hallaron las milenarias semillas carbonizadas. (Fotografía: ABC/Juan José Ibáñez)
Tras observarlas al microscopio para analizar su forma, dataron su antigüedad con la técnica del carbono 14 y trataron de extraer el ADN de los restos, aunque en este caso sin éxito. Después de identificar los granos, pudieron concluir que tres tipos de cereales, dos variedades de trigo y una de cebada, eran distintas a las cepas naturales, lo que indica que aparecieron allí gracias a un fenómeno de domesticación.
«Es posible que a la vez que se produjera esta domesticación en Siria ocurriera en otros lugares de Oriente Medio. Pero nosotros demostramos que al menos el foco de Siria llegó a la domesticación a la vez que Turquía», ha explicado Ibáñez.
Eso sí: no existe consenso con respecto a si la domesticación fue un fenómeno inconsciente o premeditado. Tal vez los agricultores decidieran seleccionar algunas plantas o puede que comenzaran a plantar variedades salvajes y que el transcurrir del tiempo fuera favoreciendo a aquellas mejor adaptadas.
Lo que sí está claro, gracias a los vestigios recuperados en diferentes yacimientos arqueológicos, es que aquellos sirios del Neolítico comían trigo, cebada, lentejas, gachas y habas. Además, molían los granos con morteros de piedra y molinos de mano y elaboraban diversas harinas que aprovechaban para hacer tortas de pan. Disfrutaban de los pistachos y las almendras y cazaban muchas gacelas, e incluso las tortugas que vivían en el lago Qarassa. Parece ser que también consiguieron domesticar a las cabras.
Imagen de portada: Trilla del trigo en el antiguo Egipto. Pinturas murales de la tumba de Menna en Sheij Abd el-Qurna, Egipto. (Public Domain)
Autor: Mariló T. A.