Arqueólogos mexicanos afirman haber descubierto un santuario de piedra en un pequeño lago situado sobre la ladera de un volcán, al este de la Ciudad de México. Este santuario podría haber sido creado por los aztecas como un modelo en miniatura del universo.
Phys Org informaba de que el “tetzacualco” (santuario) de piedra fue excavado en Nahualac, un yacimiento ubicado en las faldas del volcán Iztaccíhuatl. Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia mexicano (INAH), el santuario de piedra no fue el único hallazgo realizado, ya que también se encontraron fragmentos de cerámica, materiales líticos, lapidarios y restos orgánicos en las cercanías, elementos que parecen estar asociados al dios azteca de la lluvia Tláloc.
Vista aérea del lago en Nahualac, yacimiento situado sobre la ladera del volcán Iztaccíhuatl cuyo santuario fue concebido para representar el universo. Fuente: Isaac Gómez, cortesía del Proyecto Arqueológico Nahualac, SAS-INAH.
Los arqueólogos especulan que la posición de las piedras está diseñada para representar un modelo en miniatura del universo mítico, tal y como lo imaginaban los antiguos pueblos aztecas. Además, los expertos sugieren que la disposición de las piedras crea un efecto óptico que hace parecer que las piedras estén ‘flotando’ sobre la superficie del agua, en lugar de encontrarse descansando sobre el lecho del estanque. “La existencia de un tetzacualco (santuario) en medio de un estanque natural y el efecto óptico que se produce cuando el agua lo refleja, de la que parece que emana la estructura, sugiere que el lugar es la representación de un tiempo y un espacio primigenios, un modelo en miniatura del universo,” afirmaban los investigadores sobre el hallazgo, según informa el International Business Times.
El pequeño lago está situado en las faldas del volcán Iztaccíhuatl. (Imagen: Isaac Gómez, cortesía de Proyecto Arqueológico Nahualac, SAS-INAH.)
En la antigua religión azteca, los cinco soles eran la clave para el renacimiento del mundo. La historia de la creación es una historia de nacimiento, muerte y renacimiento. Según el mito azteca, cuando el mundo es destruido, nace de nuevo gracias al sacrificio de uno de los dioses, dando lugar a un nuevo sol. Aquí es donde surge la leyenda de los Cinco Soles, que es la de los cinco nacimientos del mundo.
Según el folklore azteca, en el principio solo existía el vacío. Fue en algún momento de los antiguos tiempos del mito de la creación azteca cuando el dios dual Ometecuhtli/Omecihuatl se creó a sí mismo. Este dios era bondadoso y malvado, caos y orden, masculino y femenino. Al ser tanto masculino como femenino, fue capaz de reproducirse por sí solo. Tuvo cuatro hijos, que vinieron a representar los cuatro puntos cardinales, norte, sur, este y oeste. Estos dioses fueron Huitzilopochtli (sur), Quetzalcóatl (este), Tezcatlipoca (oeste) y Xipe Tótec (norte).
Los puntos cardinales eran muy importantes para los aztecas, ya que creían que su imperio se encontraba en el mismísimo centro del universo. Los cuatro dioses crearon el agua y a otros dioses, así como al monstruo marino Cipactli. Cipactli era una criatura gigantesca de género indefinido, y se cuenta de él que era en parte pez y en parte cocodrilo. Este monstruo se convirtió en la fuente del cosmos de una manera sorprendente.
Representación de Cipactli. En el mito azteca de la creación, Cipactli es considerado el responsable de haber creado el cosmos. (Dominio público)
Como los dioses continuaron creando, se les presentó un problema; sus creaciones caían al agua y eran devoradas vivas por el sanguinario Cipactli. Los cuatro dioses atacaron entonces al monstruo marino, tirando de él desde los cuatro puntos cardinales. Cipactli se defendió, modiendo a Tezcatlipoca y arrancándole un pie. Sin embargo, el monstruo fue finalmente destruido por los dioses. De esta enorme criatura fue creado el universo. Los trece cielos de la religión azteca se extienden por su cabeza, la tierra fue creada en el medio, mientras que su cola llega hasta los nueve inframundos (Mictlán).
Para concluir, podríamos decir que, según el mito azteca de la creación, el mundo descansa sobre el lomo de este mítico monstruo marino, flotando en las aguas del espacio, al igual que las piedras descubiertas recientemente, que parecen estar ‘flotando’ sobre la superficie del agua. La arqueóloga Iris del Rocío Hernández Bautista, de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, también ha señalado que, según el folklore y la religión mesoamericanos, el mundo se encontraba desprovisto de cualquier tierra firme. La investigadora señala que Cipactli flotaba sobre las aguas primigenias, mientras que del cuerpo del monstruo fueron creados el cielo y la tierra. Asimismo sugiere que existía la orden ritualizada de que el agua procedente de manantiales cercanos alimentara el estanque, a fin de crear el efecto visual en el que parecía que la estructura y los montículos de piedra flotaban sobre el espejo del agua, que a su vez reflejaba el paisaje circundante.
“Estos efectos visuales, además de las características de los elementos que componen el lugar y la relación que tienen unos con otros, nos hacen suponer que Nahualac podría representar un microcosmos que evoca las aguas primitivas y el comienzo del tiempo y el espacio míticos,” explicaba Hernández Bautista según informa International Business Times.
El cielo nocturno se refleja en el lago. (Imagen: Isaac Gómez, cortesía de Proyecto Arqueológico Nahualac, SAS-INAH.)
La arqueóloga continuaba explicando que el yacimiento de Nahualac está dividido en dos secciones, siendo la primera el estanque y el tetzacualco, mientras que la segunda fue detectada unos 150 metros al sureste de la estructura, sobre un amplio valle que tiene varios manantiales naturales. También se han descubierto en el yacimiento piezas cerámicas con componentes ornamentales vinculados al dios Tláloc: “En esta zona se identificaron sobre la superficie materiales cerámicos, algunos de ellos identificados como Coyotlatelco (750 d. C. – 900 d. C.), Mazapa (850 d. C. – 900 d. C.) y Complejo Tollan (900 d. C. – 1150 d. C.). En conjunto, las evidencias arqueológicas cubren una superficie aproximada de 300 por 100 metros,” indicaba Hernández Bautista según informa International Business Times.
El proyecto ha recuperado numerosos fragmentos de cerámica, herramientas de piedra y otros objetos en el yacimiento. (Imagen: Isaac Gómez, cortesía de Proyecto Arqueológico Nahualac, SAS-INAH.)
Finalmente, la investigadora señalaba que en Nahualac también se descubrieron varios cuencos de trípode depositados como ofrenda, y que todos los materiales recién descubiertos están siendo actualmente examinados y analizados.
Imagen de portada: Vista aérea del lago de Nahualac, una vez seco. Imagen: Arturo Cruz, Terrasat Cartografia. (INAH)
Autor: Theodoros Karasavvas
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.