A pesar de los comprensibles episodios de escasez de comida, enfermedades, violencia, y duras condiciones climáticas, parece que, al menos para algunos, la vida en Chile hace 500-1500 años no era tan estresante después de todo. En los cabellos de una serie de momias chilenas se han hallado niveles de cortisol más bajos de lo que se esperaba, lo que ha llevado a los investigadores a plantear la posibilidad de que estos nativos prehispánicos no sintieran tanta ansiedad como se creía hasta ahora. Los investigadores hallaron niveles igualmente bajos de cortisol en una muestra de chilenos actuales. ¿Es posible que se haya transmitido a través de las generaciones una forma relajada de afrontar la vida?
Scientific American informa de que investigadores de la Universidad de Chile tomaron muestras de los cabellos de diecinueve momias halladas en San Pedro de Atacama, en el norte de Chile. Cinco de las momias pertenecían al Período Medio (400 d. C. – 1000 d. C.) y el resto al Período Intermedio Tardío (1000 d. C. – 1400 d. C.). Los investigadores midieron en las muestras las concentraciones capilares de cortisol, “una hormona que se libera como respuesta a amenazas reales o percibidas como tales.”
Yacimientos de origen de las momias analizadas en el reciente estudio. (López Barrales et al)
Los cabellos crecen a un ritmo aproximado de un centímetro al mes, por lo que los científicos opinan que esta investigación podrá aportar nuevos datos acerca de los niveles de estrés sufridos por estos individuos en sus últimos meses de vida. Uno de los investigadores es Hermann Niemeyer, jefe del Laboratorio de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Chile, que ha reconocido en declaraciones recogidas por Scientific American que los resultados obtenidos son “diferentes de lo que suponíamos en un principio” en relación con el estrés de los antiguos pobladores de la Sudamérica prehispánica.
Este hecho no implica necesariamente que los análisis realizados por el equipo sean a prueba de fallos. Como escribe en su artículo el redactor de Scientific American Matías Loewy, podría existir “cierto grado de deterioro provocado por la descomposición”. Pero como respuesta a esta duda planteada por Loewy, Niemeyer apunta que “los cabellos de las momias y otros restos orgánicos se encuentran excepcionalmente bien conservados gracias al clima árido de San Pedro de Atacama […] y el propio cortisol es una molécula bastante estable.”
Cabellos de una de las momias más antiguas analizadas en el reciente estudio, hallada en el yacimiento del este de Coyo, cerca de San Pedro de Atacama (Chile) (IIAM-Universidad Católica del Norte (UCN))
Otro argumento contrario a la extrapolación de los datos obtenidos a otras comunidades prehispánicas es la pequeña proporción de muestras. Lourdes Márquez Morfín, bioarqueóloga y experta en antiguas sociedades y salud de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México (ENAH), ha observado asimismo este inconveniente. Márquez aplaude no obstante la aplicación de nuevas técnicas para realizar este tipo de estudios.
La presente investigación contradice resultados anteriores en los que se vinculaban altos niveles de estrés con las duras condiciones de vida de los pueblos prehispánicos que habitaban en la región andina y sus alrededores. Emily Webb y otros investigadores de la Western University (Canadá) emplearon métodos similares en el año 2009 para estudiar un grupo de momias descubiertas en Perú, obteniendo como resultado altos niveles de estrés. Los investigadores canadienses asociaron estos resultados a las duras condiciones de vida a las que habrían estado sometidos estos individuos, condiciones probablemente similares a las experimentadas por aquellos cuyas momias fueron halladas en Chile.
El equipo de investigadores advierte que estos resultados no son necesariamente extrapolables a comunidades cercanas del mismo período temporal. Como explica la autora principal del estudio, Rocío López Barrales, antropóloga física de la Universidad de Chile: “La diversidad de entornos y procesos culturales a lo largo de los Andes es tan heterogénea que debemos ser cautos a la hora de extrapolar nuestros descubrimientos a otras sociedades prehistóricas de nuestro continente.”
Réplica de la momia del cerro El Plomo expuesta en el Museo Nacional de Historia Natural de Santiago de Chile. (Jason Quinn/CC BY SA 3.0) Los expertos creen que se trata de los restos de un niño sacrificado.
Los resultados del reciente estudio pueden también revelar la existencia de individuos más “resistentes psicológicamente” que otros miembros de sus propias comunidades. Feder, Nestler, y Charney definen la resiliencia como “la capacidad de una persona para adaptarse con éxito a un estrés agudo, un trauma o formas más persistentes de adversidad.” Los individuos con una resiliencia psicológica más elevada serían por tanto más “resistentes al estrés” que el resto.
Los niveles de cortisol y la resiliencia van ligados por el hecho de que “La resiliencia está asociada con la capacidad de reducir los niveles de HLC inducidos por el estrés (HLC: Hormona Liberadora de Corticotropina, segregada por el hipotálamo como respuesta al estrés) y cortisol mediante un elaborado sistema de retroalimentación negativa.” De este modo, los individuos con una resiliencia psicológica más alta también tienden a presentar niveles más bajos de cortisol, ya que sus organismos pueden controlar mejor el sistema de liberación de cortisol, impidiendo una producción excesiva de la hormona.
Con este dato en mente, resulta interesante destacar asimismo que el estudio en cuestión también comparó los datos de sus momias “menos estresadas” con los de la población actual, realizando un descubrimiento sorprendente. Según ‘Scientific American’, los investigadores descubrieron que “la concentración de cortisol en los cabellos de 19 residentes de Santiago de Chile, sanos y no obesos, de edades comprendidas entre los 23 y los 55 años, era similar a la hallada en las muestras de las momias prehistóricas.”
“Aunque las condiciones del entorno, tecnológicas y de salud en épocas antiguas podrían considerarse estrictas en relación con las condiciones de vida actuales, no parece que alterasen los niveles de estrés sistémico de estas poblaciones,” escriben los autores en Chungara, Revista de Antropología Chilena. Aunque como ya observamos se trata tan solo de una pequeña muestra, sin duda plantea una interesante pregunta: ¿Es posible que la resiliencia psicológica o una alta tolerancia al estrés se transmitan de generación en generación?
Un último punto que debe tenerse en cuenta es la necesidad de abstenernos de proyectar nuestra actual visión del mundo al estudiar otras épocas y otras culturas. Aunque la mayor parte de la gente coincidirá en que la escasez de comida, las enfermedades, la violencia y los fuertes cambios en el entorno afectarían seriamente su bienestar psicológico, existe la (¿remota?) posibilidad de que estos contratiempos no fueran considerados en el pasado algo penoso, sino más bien parte inherente de la propia vida. El ser humano es capaz de adaptarse a condiciones de vida muy variadas, y de hecho lo hace. De modo que ¿cómo estar seguros de que todo el mundo juzgará su situación personal de la misma forma bajo condiciones similares?
Aunque el presente estudio de los niveles de cortisol en los cabellos de las momias del Chile prehispánico sin duda presenta algunos aspectos que deberán ser resueltos para poder aplicarse a otros estudios en el futuro, no es menos cierto que obliga a reflexionar de forma alternativa sobre cómo los investigadores deben proceder a la hora de evaluar la salud psicológica de nuestros antepasados. Asimismo, plantea interesantes interrogantes sobre la memoria biológica y la posible existencia de rasgos de personalidad transgeneracionales e intraculturales heredados de aquellas antiguas sociedades.
Imagen de portada: Momia hallada en el desierto de Atacama (Eigenes Werk / Anagoria/CC BY 3.0.de) y momia expuesta en el Museo Le Paige de San Pedro de Atacama, Chile. (Patagonia SouthernLand Expeditions)
Autor: Alicia McDermott
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.