Un inesperado y sorprendente hallazgo esperaba a los obreros que comenzaban a construir un nuevo garaje subterráneo junto a la tapia del cementerio de la localidad suiza de Schüpfen: el subsuelo estaba lleno de esqueletos humanos. En realidad, estaban avisados de que algo así podía sucederles, puesto que sabían que dicha parcela se había utilizado como camposanto a partir de la Edad Media. De hecho, los arqueólogos lograron localizar allí hasta 342 cuerpos datados entre los siglos VIII y XVII.
Pero ni operarios, ni especialistas científicos estaban preparados para descubrir los restos de un hombre que, un poco más alejado de los demás enterramientos, fue colocado boca abajo en su tumba, tal y como explica el diario español ABC. Además, junto a su esqueleto se encontraron un cuchillo, los restos de una cartera o bolsa y 24 monedas corroídas, formando un único bloque compacto de metal.
Los sorprendidos especialistas han elaborado diversas posibles hipótesis con las que intentar dar respuesta a tan extraña posición. De este modo, algunos creen que es muy posible que el entierro tuviera que llevarse a cabo a toda prisa, sin dejar tiempo para preparar el cuerpo, ya que si el cuerpo hubiera sido lavado −como era costumbre por entonces−, se le habría retirado la bolsa. Acaso, ¿pudo aquel hombre morir de una enfermedad infecciosa, lo que exigía su enterramiento inmediato?
Se han conseguido identificar 24 monedas en este bloque metálico corroído hallado junto a los restos humanos. (Fotografía: ABC/Archäologischer Dienst des Kantons Bern)
Por otro lado, las monedas son una fuente magnífica de valiosa información. Por ello, los arqueólogos examinaron la bolsa del finado, colocada bajo su pecho, con mayor detalle: el transcurrir de los años había provocado que el cuero se descompusiese, corroyendo las monedas hasta formar un solo bloque sólido y compacto. Los especialistas deseaban observar las monedas de modo individual, pero éstas eran extremadamente frágiles y no podían ser separadas sin convertirse en polvo.
«El bloque de monedas no es muy grande, pero absorbe una gran cantidad de energía, por lo que se necesitaba una fuente de rayos X muy potente», ha explicado Mathieu Plamondon, especialista del EMPA, instituto suizo de investigación dedicado a las ciencias de los materiales y la tecnología aplicada, en declaraciones recogidas por el periódico ABC.
De este modo, el equipo científico recurrió al uso de un tomógrafo computarizado de rayos X −que dispone del tipo de fuente de gran alcance que se necesitaba− junto con un detector de alta resolución, capaz de alcanzar resoluciones en el rango de los micrómetros, incluso con muestras de dimensiones de hasta 10 cm. Así consiguieron identificar 24 finas monedas: algunas con sello en una de sus caras y otras en ambos lados. Incluso les fue posible observar que algunas de las monedas estaban hechas de dos metales diferentes, algunas incluso con una aleación de cobre y plata. Otra, sin embargo, estaba acuñada en plata pura. A pesar de la severa corrosión, también ha sido posible apreciar las imágenes en relieve y el texto de las monedas individualmente.
Debido a la gran corrosión que sufrían las monedas, el equipo científico recurrió al uso de un tomógrafo computarizado de rayos X −que dispone del tipo de fuente de gran alcance que se necesitaba− junto con un detector de alta resolución. (Fotografía: ABC/Archäologischer Dienst des Kantons Bern)
De las monedas de la bolsa, que llevaban grabado el año de fabricación, las más recientes son de 1629, por lo que el hombre debió haber sido enterrado después de esa fecha.
«Es posible que fuera un comerciante de viaje, porque hemos encontrado monedas de distintas regiones. En conjunto, las monedas son realmente sólo una pequeña suma. No hay nada en la bolsa de un valor equivalente a, por ejemplo, un billete de cien francos de hoy», ha explicado Christian Weiss, experto en numismática que trabaja para los Servicios Arqueológicos del cantón suizo de Berna.
Asimismo, considera poco probable que alguien hurtase las monedas más valiosas y dejara las de menor valor, lo que hace descartar el asesinato por robo. Sin embargo, no excluye el asesinato por otros motivos como la venganza. Eso sí: los investigadores siguen preguntándose si algún día podrán desvelar la causa de que aquel hombre fuese enterrado en tan extraña posición.
Imagen de portada: Fotografía del esqueleto descubierto recientemente de un hombre enterrado boca abajo en la Suiza del siglo XVII. (Fotografía: ABC/Archäologischer Dienst des Kantons Bern)
Autor: Mariló T. A.