El hermosísimo Templo de Debod tiene una antigüedad de unos 2.200 años. Su construcción la inició a comienzos del siglo II a. C. el rey nubio Adijalamani de Meroe, quien levantó una capilla dedicada a Amón e Isis, aunque aún son muchos los investigadores que piensan que aunque su edificación fue obra de Adijalamani en un principio, posteriormente Ptolomeo IV finalizó su construcción, dotándole de su aspecto actual. Su capilla, decorada con relieves, es uno de los pocos lugares donde se nombra al monarca nubio.
Originalmente, se encontraba situado en la pequeña localidad de Debod, a orillas del río Nilo, próximo a la primera catarata, en la Baja Nubia, «país del oro», al sur de Egipto. Un poco más al norte, en la isla de Filé, se encontraba el gran santuario de la diosa Isis, y el templo de Debod formaba, indirectamente, parte de ese santuario al que quedó teológicamente ligado desde el siglo I antes de Cristo.
El Templo de Debod, en el año 1862, en su emplazamiento original. (Public Domain)
Posteriormente, distintos reyes de la dinastía Ptolemaica fueron ampliándolo, construyendo nuevas estancias alrededor del núcleo original hasta darle un aspecto cercano al actual. Así, Ptolomeo VIII Evérgetes dedicó en el templo un naos a Isis -y tal vez añadió otra sala a la capilla inicial- y Ptolomeo XII Auletes dedicó otro naos (hoy perdido) al dios Amón de Debod. Tras la anexión de Egipto por Roma, fueron los emperadores Augusto, Tiberio y, tal vez, Adriano quienes culminaron la construcción y decoración del edificio.
Ubicado actualmente en Madrid, el Templo de Debod fue un regalo que Egipto hizo a España en 1968 como agradecimiento por la ayuda española ofrecida tras el llamamiento internacional realizado por la UNESCO para salvar los templos de Nubia, principalmente el de Abu Simbel. Unos templos que entonces se encontraban en serio peligro de desaparición debido a la construcción de la presa de Asuán.
Busto en mármol del faraón Ptolomeo XII, Auletes (117–51 a. C.), quien dedicó un naos (hoy perdido) al dios Amón de Debod. Museo del Louvre de París, Francia. (Public Domain)
De hecho, en 1961, a causa de la construcción de la nueva presa, el templo fue desmontado por una misión arqueológica polaca y sus piedras fueron depositadas en la isla Elefantina hasta su posterior traslado al puerto de Alejandría. Precisamente desde este puerto zarpó en su viaje final hasta España, donde el santuario egipcio fue inaugurado en julio de1972 por el entonces alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro.
Desde su apertura al público madrileño, su conservación ha estado rodeada de polémica, siendo utilizado para pases de cine de verano, representaciones teatrales, anuncios publicitarios o spots musicales. Además, la contaminación, el clima y el vandalismo, han dejado huellas profundas en el templo. Ahora, según podemos leer en el diario español ABC, nuevos actos vandálicos han obligado a duplicar la seguridad privada en el Templo de Debod, tras unas pintadas realizadas hace apenas dos semanas.
El Templo de Debod en su actual localización madrileña. (myself/GNU Free)
Además, el interior del monumento permanece cerrado desde el pasado domingo 3 de julio por problemas en la climatización del edificio: una avería que se arrastra desde hace años y que ha impedido su apertura algunos veranos. Con la intención de reabrirlo cuanto antes, se están llevando a cabo actuaciones de reparación, según han indicado a ABC las autoridades pertinentes.
«El templo necesita una reforma integral: las losas están tan erosionadas que en los huecos anidan aves, también necesita algún elemento que lo proteja de la erosión, tanto por dentro como por fuera, porque cualquier roce hace que se desgaste con facilidad», ha explicado a ABC, Eladio Infante, secretario general de la Sección Sindical de Áreas y Servicios Centrales de Comisiones Obreras.
Parte de los desperfectos ocasionados por los actos vandálicos perpetrados sobre las paredes del Templo de Debod. (Fotografía: ABC/BELÉN DÍAZ)
Resulta obvio que el templo sufre un lento proceso de deterioro. En el año 2002 ya se planteó la posibilidad de protegerlo: cubriéndolo con una cúpula o construyendo en el subsuelo un museo subterráneo que lo albergara.
A día de hoy, el perímetro del templo, donde se encuentran el estanque y los arquitrabados que sirven de entrada a su entorno, permanece abierto al público. Es justo en estos arcos donde se pueden observar los lamentables mensajes grabados sobre la roca arenisca, que nada tienen que ver con jeroglíficos y que, día a día, deterioran el monumento más antiguo que alberga la capital de España.
Los elementos arquitrabados que enmarcan el acceso al Templo de Debod. (Panhard/GNU Free)
Imagen de portada: Panorámica nocturna del Templo de Debod en Madrid, España. (Carlos Delgado/CC BY-SA 3.0)
Autor: Mariló T. A.