Un novedoso estudio afirma que cuando hace dos millones de años el Homo erectus abandonó el vegetarianismo, comenzó a alimentarse de carne cruda y empezó a hacer uso de herramientas líticas básicas para procesar los alimentos, algunos de sus rasgos físicos se modificaron provocando claros cambios evolutivos.
Según dicho estudio, publicado en Nature, al contrario de lo que se suele creer normalmente, los vegetales con que se nutrían los primeros homínidos eran mucho más difíciles de masticar que la carne procesada. Por ello, el menor tamaño de dientes e intestinos y la disminución de la fuerza de los músculos masticadores del Homo erectus no se habrían debido al hecho de empezar a cocinar, sino a la introducción en su dieta de la carne cruda, ‘fileteada’ con sus nuevas herramientas de piedra.
Paladar y mandíbula de un Homo erectus datados en 1,6 millones de años. Museo Senckenberg de Historia Natural de Franfurkt, Alemania. (Gerbil/CC BY-SA 3.0)
Daniel Lieberman, investigador de la Universidad de Harvard y autor del estudio, ha declarado al respecto según informaciones publicadas por la Agencia SINC:
Sabemos que hace 2,5 millones de años nuestros antepasados comían carne de forma regular. También que las herramientas de piedra más básicas se hicieron comunes hace 2,6 millones de años. Así que nos preguntamos hasta qué punto esto influyó en la masticación de los seres humanos y en los cambios evolutivos que podemos observar unos miles de años después.
Los investigadores realizaron diversos experimentos en los que varias personas masticaron comida procesada de una manera similar a como habría podido estarlo en el Paleolítico inferior: simplemente cortada y golpeada para hacerla más blanda y manejable. Con ello descubrieron que masticar carne –en este caso, de cabra– habría sido más fácil para el Homo erectus que nutrirse a base de hortalizas, como las zanahorias o remolachas, consideradas parte importante de la alimentación de estos homínidos.
Reproducción en bronce de un Homo heidelbergensis (vivió hace 600.000 – 400.000 años). Museo de Historia Natural de Washington, Estados Unidos. (Tim Evanson/CC BY-SA 2.0)
Por tanto, los investigadores aseguran que el abandono del vegetarianismo contribuyó a la evolución del aparato masticador, que ya no precisaba de tanta energía para funcionar.
Según los resultados obtenidos, si la carne hubiera supuesto un tercio del total de la dieta, el número de masticaciones por año habría disminuido en un 17%, y la fuerza requerida para llevarlas a cabo en un 26%.
“Las evidencias sobre la introducción de la cocina son controvertidas. Los restos más antiguos se remontan a un millón de años. Pero la demostración del uso regular data únicamente de 500.000 de años atrás. Hemos analizado un tema de gran importancia, sobre el que no pensamos demasiado. El masticado influye en la manera en la que vivimos como humanos. La gente que vive fuera de la sociedad industrializada, en el medio rural, solo emplea un 5% de su día en masticar. La gente de las sociedades más avanzadas aún menos. En la actualidad, nuestra dieta está determinada por la calidad de la misma y la forma de cocinar. Sin embargo, el cambio en la evolución humana proviene de mucho antes”, concluye finalmente Lieberman.
Actualmente las gentes del medio rural emplean un 5% de su día en masticar. Las gentes de las sociedades urbanas aún menos. En la imagen, “Abuela”, óleo del pintor suizo Samuel Albrecht Anker (1831-1910 ). (Public Domain)
Es cierto que el cocinar y el calentar los alimentos posteriormente también motivó importantes beneficios, pero por lo que parece la carne cruda y el uso de las herramientas ya transformaron el sistema intestinal humano más de un millón de años antes.
Imagen de portada: Selección de diferentes carnes rojas y pollo. (Public Domain)
Autor: Mariló T.A.