Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleans (o, en francés, la Pucelle), fue una heroína militar gala de la primera mitad del siglo XV. En la actualidad una santa francesa, cuya festividad se conmemora el día del aniversario de su muerte, el 30 de mayo, lideró con tan solo 17 años de edad el ejército de Carlos VII en la Guerra de los Cien Años para expulsar a los ingleses de Francia.
Ahora, tal y como podemos leer en el diario español ABC, el pelo de la joven heroína y santa podría ser la clave para confirmar si las voces divinas que decía oír −y que la guiaron hasta la victoria bélica− se debían a que padecía una epilepsia parcial idiopática, con características auditivas. Al menos así lo sugieren dos expertos italianos en la revista «Epilepsia y Comportamiento», investigadores que se hallan enfrascados en la búsqueda de una hebra de su pelo para, de este modo, poder confirmar su hipótesis.
Juana de Arco escuchando las voces (1876), óleo de Eugene Thirion (1839-1910). Iglesia de Notre-Dame de Chatou, Francia. (Public Domain)
Desde hace tiempo, Guiseppe d'Orsi, neurólogo de la Universidad de Foggia, y Paola Tinuper, profesora asociada de ciencias biomédicas y neuromotoras de la Universidad de Bolonia, intentan localizar cartas escritas por la Doncella de Orleans, que según consta en diversos documentos históricos, siempre sellaba y firmaba sus misivas con cera roja, una huella digital y un pelo.
De este modo, según señala Live Science, se podría examinar su ADN por medio del estudio de las hebras de su cabello, y comprobar si en dicho ADN está presente alguno de los genes que los científicos relacionan con este tipo específico de epilepsia. Cabe recordar que Juana de Arco fue condenada a morir quemada en la hoguera, y que tras su muerte, sus cenizas fueron esparcidas por el río, para evitar de este modo un más que posible culto posterior. Por tanto, el dar con alguna de sus cartas se convierte en la única opción factible de recuperar alguno de sus cabellos.
Muerte de Juana de Arco (1886-1890), obra del pintor Jules Eugène Lenepveu (1819 – 1898). Panteón de París, Francia. (Public Domain)
Según defienden ambos investigadores, Juana de Arco afirmaba oír voces, y también que el sonido de las campanas agudizaba dichas voces −además de haber visto a Santa Catalina y Santa Margarita− señalando asimismo los científicos que las alucinaciones auditivas −y ocasionalmente visuales− son síntomas de este tipo de epilepsia, en el que ciertos sonidos pueden desencadenar las convulsiones.
Los expertos italianos también han explicado que durante un interrogatorio público realizado el 22 de febrero de 1431, Juana de Arco afirmó escuchar las voces «dos o tres veces a la semana» y días después, el 1 de marzo, dijo: «No hay un día en que no las oiga». Dicha frecuencia no concordaría, sin embargo, con el diagnóstico, ya que otros investigadores apuntan a una menor frecuencia de las convulsiones en pacientes con este tipo de enfermedad. Tampoco ha quedado claro, a juzgar por los datos históricos de los que se dispone, si Juana de Arco podría haber consumido sustancias que afectaran a su percepción de la realidad.
Juana de Arco (1865), óleo de John Everett Millais (1829-1896). Colección privada. (Public Domain)
D’Orsi y Tinuper comenzaron su investigación ya hace una década, examinando la documentación sobre el juicio que condenó a la joven francesa a ser quemada en la hoguera por herejía. Hasta el momento actual, su búsqueda ha resultado infructuosa, y 600 años después de la muerte de la Doncella de Orleans, aún se encuentran ante la imposibilidad de alcanzar una conclusión final. De todos modos, los científicos seguirán buscando en el futuro la carta con el cabello que les permita realizar el examen de ADN que confirme o no el diagnóstico de epilepsia para la mítica santa y heroína francesa.
Imagen de portada: Detalle de la única representación contemporánea de Juana de Arco (1429), dibujada en el margen de un documento por Clément de Fauquembergue, escribano del Parlamento de París. Archivos Nacionales de Francia. (Public Domain)
Autor: Mariló T. A.