Los arqueólogos en México han desenterrado una de las colecciones más grandes e impresionantes de artefactos aztecas jamás encontrada, justo al noreste de la plaza central de la Ciudad de México. Este increíble tesoro de artefactos aztecas incluye más de 2,500 artículos de madera de todas las formas, tamaños y usos, además de muchos otros artefactos que fueron dejados atrás por los residentes de Tenochtitlan, la capital del Imperio Azteca.
Investigadores del Instituto Nacional de Antropología (INAH) encontraron el enorme depósito que contenía estos artefactos al pie de una estructura emblemática conocida como Templo Mayor, que fue la pieza central de un importante complejo de edificios ceremoniales y religiosos aztecas. Todos los artefactos encontrados en el sitio ahora están en posesión del Proyecto Templo Mayor dirigido por el INAH.
Los objetos de madera recuperados en las inmediaciones del Templo Mayo fueron ofrecidos como obsequios a los dioses por pobladores que habitaron la capital azteca entre 1325 d.C., cuando se inició la construcción del complejo religioso, hasta su destrucción a manos de los invasores españoles en 1521. Las últimas excavaciones realizadas por arqueólogos afiliados al INAH han arrojado un amplio espectro de objetos personales de gran valor elaborados en madera, entre ellos aretes, máscaras, adornos, tocados, figurillas, pectorales, cetros, cántaros, orejeras, dardos y lanzadardos, y tallas artísticas estilizadas, que fueron traídos al templo por sacerdotes, ciudadanos de Tenochtitlan y peregrinos de otros lugares que visitaban el lugar sagrado.
Dos de los miles de artefactos aztecas de madera que se encontraron recientemente cerca del sitio del antiguo Templo Mayor en el centro de la Ciudad de México. (Mirsa Islas Orozco / INAH)
Durante estas excavaciones también se recuperaron muestras de plantas y animales antiguos, objetos de cobre y oro, piezas de cerámica y herramientas de pedernal. Pero fue la asombrosa colección de objetos de madera lo que distinguió a estas excavaciones.
Las excavaciones en Tempo Mayor comenzaron en 1978, bajo el auspicio del Proyecto Templo Mayor del INAH. El Templo Mayor era una estructura piramidal alrededor de la cual se construyeron otros templos, edificios, plataformas e instalaciones públicas, y el sitio en su conjunto fue considerado el santuario religioso más importante de todo el Imperio Azteca.
Durante las diversas excavaciones que tuvieron lugar allí a lo largo de los años, los objetos de madera solo se recuperaron ocasionalmente. La madera es un material orgánico y, como tal, a menudo se descompone cuando se entierra demasiado tiempo en el suelo. Incluso cuando se recuperaron artefactos de madera del complejo del Templo Mayor, a menudo se descomponían y se desmoronaban poco después de ser retirados del suelo.
Lo que marcó la diferencia en este caso es que el alijo de objetos de madera enterrados que se encuentran al pie del templo estaban sumergidos en agua. En este entorno, los elementos no se deterioraron al ritmo habitual y, de hecho, se conservaron notablemente bien.
Para proteger estos artefactos aztecas de la descomposición al aire libre, los arqueólogos del INAH utilizaron una técnica especial de conservación que implica la aplicación de azúcares sintéticos (lactitol y trehalosa). Los microorganismos que hacen que la madera se descomponga son esencialmente alérgicos a estos azúcares y, para protegerse, detendrán toda actividad biológica cuando estén presentes sustancias como el lactitol y la trehalosa.
Después de completar este tratamiento, los artículos de madera del Templo Mayor se enjuagaron y se colocaron dentro de una cámara de calor que produce temperaturas de hasta 120 grados Fahrenheit (50 grados Celsius). La madera se secó lentamente dentro de las cámaras, después de lo cual emergió libre de cualquier organismo potencialmente destructivo.
Este proceso resultó ser la solución ideal. Los objetos de madera encontrados en el Templo Mayor ahora están a salvo y se conservarán indefinidamente, dando a los eruditos aztecas todo el tiempo que necesitan para estudiar y analizar esta asombrosa abundancia de artefactos rituales y ceremoniales aztecas.
Una pequeña porción de la gama de artefactos aztecas visualmente impresionantes y bien conservados, especialmente los de madera, que se encontraron recientemente en el complejo del Templo Mayor en el centro de la Ciudad de México. (INAH)
El Templo Mayor estaba dedicado a dos deidades aztecas: Huitzilopochtli, dios de la guerra, y Tlaloc, dios de la lluvia y la agricultura. Los más de 2.500 artículos de madera fueron ofrecidos como sacrificios o regalos a estos dioses, por sacerdotes y por los más devotos religiosos.
Se utilizó tecnología de microscopía electrónica de barrido para observar más de cerca las superficies de los artículos de madera. Estos escaneos penetrantes revelaron rastros de algunos de los colores que se usaron para decorarlos (las pinturas azul, negra, blanca y roja fueron las más comunes), lo que es un testimonio de cuán bien conservados estaban realmente estos objetos.
Los artículos de madera de esta enorme colección se fabricaron principalmente con diferentes especies de pino. Algunos fueron tallados en otras especies de maderas más blandas, como cedro blanco, ciprés, ahuehuete, aile y tepozán.
“Los árboles en Mesoamérica, especialmente algunas especies, eran considerados axis mundi, [lo que significa] que eran sagrados”, explicó el arqueólogo del Proyecto Templo Mayor, Víctor Cortés Meléndez. Según Meléndez, los elementos rituales como los recuperados durante las excavaciones recientes fueron elaborados por carpinteros y talladores altamente calificados que se dedicaron a tales tareas. Algunas de estas personas lograron sobrevivir y continuar con su trabajo incluso después de que los conquistadores españoles destruyeran la gran ciudad de Tenochtitlan.
Muchas de las piezas de madera presentan imágenes de animales sagrados. Los artículos elegidos generalmente tenían algún tipo de relevancia para las prácticas agrícolas o la guerra, como era de esperar dada la naturaleza de los dioses a quienes se les ofrecían.
“Es una colección, me atrevería a decir, única en su género. Es uno de los más ricos de toda Mesoamérica”, dijo a El País el director del Proyecto Templo Mayor, Leonardo López Luján. “Este tipo de objetos normalmente no sobreviven hasta el día de hoy, entre otras cosas, porque esta era una isla rodeada por un lago. Las condiciones hicieron que estos objetos sobrevivieran más de 500 años”.
“Otra [razón de su singularidad] es la riqueza y diversidad de la colección”, continuó. “Y, a nivel simbólico es excepcional, porque estamos en la capital del imperio mexicano… Ciudad de México, capital de 21 millones de habitantes. Luego la capital de la Nueva España, la ciudad europea más importante de ultramar, con 170.000 habitantes. Más abajo tienes México-Tenochtitlán, con unos 200.000 habitantes. Estamos excavando en un lugar privilegiado como es Jerusalén, Estambul, Alejandría, en Egipto o la propia Roma”.
Las excavaciones continuarán en el sitio del Templo Mayor durante algún tiempo, ya que los arqueólogos buscan más conocimiento sobre la civilización y la sociedad azteca en uno de sus lugares más sagrados y espirituales.
Imagen de Portada: Una asombrosa máscara de madera encontrada entre los últimos descubrimientos de artefactos aztecas en el Templo Mayor en el centro de la Ciudad de México. Fuente: Mirsa Islas Orozco / INAH
Autor Nathan Falde