Arqueólogos españoles descubren edificio tartésico único con imponente escalinata y dos caballos sacrificados
Los antiguos griegos conocían como Tartesos a la que creían primera civilización de Occidente, desarrollada principalmente durante el Bronce tardío y la primera Edad del Hierro. Una civilización ubicada sobre el triángulo que hoy forman las provincias españolas de Huelva, Sevilla y Cádiz, aunque también se extendieron hasta la actual provincia de Badajoz.
Hace algunos meses, traíamos hasta estas mismas líneas un artículo sobre una serie de importantes hallazgos tartésicos descubiertos precisamente en Badajoz. Ahora, el descubrimiento de una enorme escalinata subterránea en mitad de una gran abertura, así como su contexto, vuelven a confirmar que el yacimiento del Turuñuelo de Guareña alberga extraordinarios tesoros arqueológicos. Así, desde el diario español El País, se informa que la importancia de esta inmensa escalera no radica solo en sus medidas, sino en el hecho de que resulta indicadora de la existencia de una insólita edificación de dos plantas del siglo V antes de Cristo: la primera que se conserva de aquella época. Además, está construida con unas técnicas y unos materiales que, hasta ahora, se pensaba que en la cuenca mediterránea no se habían utilizado hasta mucho tiempo después.
“Una escalinata constituye un elemento arquitectónico único de algo, además, que no pensábamos que fueran capaces de ejecutar. Existen escaleras durante la protohistoria en la Península, pero ya en época posterior. De esta cronología, como máximo, había dos o tres escalones de piedras y adobe para salvar un desnivel”, ha explicado a El País Esther Rodríguez, arqueóloga del CSIC.
Hasta ahora los expertos han recuperado 10 escalones de 2 metros de largo, 40 centímetros de anchura y 22 de alto. La mitad de estos escalones están hechos a modo de sillares, pero no utilizaron para ello grandes piezas de piedra cortada, como se hacía en construcciones similares de la época en Grecia, por ejemplo, sino una especie de mortero de cal y granito machacado, probablemente encofrado después. Es decir, que ya usaban una especie de protocemento un siglo antes de que apareciera el primer material de este tipo documentado hasta ahora: el opus caementicium del Imperio Romano. Los cinco escalones superiores están cubiertos por lajas de pizarra, y los inferiores son los que están hechos a modo de sillares cuadrangulares con mortero de granito machacado cubierto de cal.
“Lo más sorprendente ha sido su profundidad. Dos metros y medio significa que debajo hay otra planta, que estamos accediendo a una planta superior sobre-elevada. Este edificio será el primero que conserva las dos plantas”, comenta por su parte Sebastián Celestino, también arqueólogo del CSIC.
Por si todo lo anterior fuera poco, a un lado de la asombrosa escalinata, también han aparecido los cuerpos de dos caballos sacrificados, perfectamente colocados, con todo su herraje puesto, lo que apunta sin duda a un sacrificio ritual. Al otro lado, sin embargo, han hallado restos de una vaca que los moradores del lugar sí llegaron a consumir en una especie de festín.
Los restos de los dos caballos sacrificados en el yacimiento tartésico del Turuñuelo. (Fotografía: Santi Burgos/El País).
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Ahora, el trabajo de Celestino y Rodríguez será seguir excavando este gigantesco edificio. La próxima campaña comenzará en mayo y, entre sorpresa y sorpresa, intentarán descubrir qué tipo de edificio fue el del Turuñuelo de Guareña. La dificultad añadida es que se trata de algo completamente nuevo, muy distinto del resto de construcciones tartésicas halladas en la zona.
“La planta de arriba, con varios altares, tiene una función ritual clarísima, pero la religión entonces estaba mezclada con todo. A partir de ahí, hay elementos que hacen pensar en el enterramiento, como el hecho de que no tenga suelos construidos a pesar de la riqueza de todo lo demás. Sin embargo, el hecho de que tenga dos plantas apunta hacia otro lado”, apostilla finalmente Celestino.
Si por algo destaca este yacimiento, además de por su gran tamaño (en torno a una hectárea), es por la riqueza de los materiales recuperados y por su extraordinario estado de conservación. Las respuestas seguro que irán llegando a medida que las excavaciones vayan sacando a la luz ese otro 90% del edificio que todavía permanece enterrado entre los campos de tomates de las Vegas del Guadiana.
Imagen de portada: La monumental escalinata de la época tartésica descubierta en el yacimiento del Turuñuelo de Guareña (Badajoz). (Fotografía: Santi Burgos/El País)
Autor: Mariló T. A.
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