Hace unos 2.600 años fue momificado en Egipto un feto que no pasó más de 18 semanas en el útero de su madre antes de sufrir lo que parece que fue un aborto por causas naturales. Los investigadores habían pensado que el diminuto ataúd contendría miembros embalsamados, pero realizaron recientemente un escáner mediante tomografía computadorizada de su contenido, hallando en su interior el más joven feto momificado, aunque no el único, del antiguo Egipto.
El ataúd solo mide 44 centímetros de longitud, y fue excavado en el año 1907 en Guiza. Ha permanecido custodiado en el Museo Fitzwilliam de Cambridge (Inglaterra) desde entonces. El ataúd se encontraba algo deteriorado, pero el fardo negro de su interior seguía intacto, como podemos leer en el artículo de The Guardian sobre esta impresionante noticia.
El ataúd del feto momificado. (Jaymes Sinclair/Museo Fitzwilliam)
En otro descubrimiento diferente, se hallaron en el pasado dos fetos momificados en la tumba del rey Tutankamón, que murió en el 1324 a. C. Tenían un tiempo de gestación de unas 25 y 37 semanas, y se encontraban en ataúdes separados.
De modo que el feto recientemente descubierto y los hallados por Howard Carter en la tumba de Tutankamón vivieron en épocas separadas por unos 700 años. Aun así, la práctica de embalsamar fetos probablemente no fuese muy habitual en el antiguo Egipto, ya que estos tres son los únicos hallados hasta ahora.
Julie Dawson, directora de restauración del Museo Fitzwilliam, ha declarado a The Guardian: “Este revolucionario descubrimiento nos permite ahondar en el aprendizaje relacionado con nuestra idea de lo preciados que eran los niños nonatos en la sociedad del antiguo Egipto. El cuidado con el que se preparó este enterramiento demuestra claramente el valor que esta civilización daba a la vida desde las primeras semanas de la concepción.”
En este último caso, los microescáneres mediante tomografía computadorizada mostraron un pequeño cuerpo envuelto en vendajes y embalsamado con una resina negra. Basándose en el desarrollo del feto, en el que se aprecian ya los huesos de brazos y piernas, así como los dedos de manos y pies, los comisarios del museo han afirmado que su tiempo de gestación no sería de más de 18 semanas. El cráneo y la pelvis del feto se habían desintegrado.
Las manos y los pies del feto se hicieron claramente visibles gracias a los microescáneres realizados mediante tomografía computadorizada. (Fitzwilliam Museum, Cambridge)
Quienquiera que embalsamara el feto colocó sus brazos cruzados sobre el pecho, como podemos leer en el artículo de The Guardian, que añade además al respecto: “una atención al detalle que, junto con la labor y la decoración del ataúd, revelan la importancia que se dio a este enterramiento. El sexo del feto no está claro, aunque los comisarios del museo sospechan que fue momificado tras haber sufrido un aborto por causas naturales. No se observó ninguna anormalidad evidente que pudiera explicar por qué no se le habría dado a luz.”
La pequeña momia se puede contemplar actualmente en la exposición del Museo Fitzwilliam ‘Death on the Nile: Uncovering the Afterlife of Ancient Egypt.’ (‘Muerte en el Nilo: la vida de ultratumba en el antiguo Egipto’.)
Ancient Origins ya publicó un artículo en marzo del 2016 sobre la investigación moderna realizada en relación con los dos fetos hallados en la tumba de Tutankamón. En este artículo podíamos leer:
Despiadadamente apartados en una oscura esquina alejada del lujoso tesoro de la tumba subterránea de Tutankamón se encontraban los que posiblemente fueran los restos humanos más conmovedores relacionados con la corta vida del faraón niño.
Situada cerca del deslumbrante santuario canópico al que se refirió Howard Carter como “el más bello monumento,” había una caja de madera carcomida, de forma oblonga, destapada y sin decorar. La tapa de esta caja había sido retirada por ladrones de tumbas en la antigüedad. En su interior, los arqueólogos británicos descubrieron dos ataúdes antropoides en miniatura de madera dorada, de una manufactura exquisita, el uno junto al otro. Dispuestos longitudinalmente, cada uno de ellos contenía gran cantidad de pequeños ataúdes, como si de muñecas rusas se tratara; en su interior se encontraron los fetos de dos niñas nacidas muertas.
Sus ocupantes no habían sido bautizadas, por lo que a pesar de presentar sellos de arcilla con la efigie real del chacal sobre los nueve prisioneros, en la inscripción sobre estos ataúdes se leía sencillamente “El Osiris.” Carter opinaba que eran “sin ninguna duda” las desafortunadas hijas del faraón niño y su consorte Anjesenamón.
Detalle de una placa de oro en la que aparecen representados Tutankamón y su esposa Anjesenamón. (CC BY-SA 3.0)
El Dr. Robert Connolly, un anatomista que analizó en el año 2008 los restos momificados de Tutankamón y sus hijas nacidas muertas, observó al respecto:
Los dos fetos de la tumba de Tutankamón podrían ser gemelos a pesar de sus muy diferentes tamaños, y por esta razón se ajustan mejor a la teoría de un solo embarazo de su joven esposa. Este hecho aumenta la probabilidad de que se trate de las hijas de Tutankamón. Estudié una de las momias de las niñas, la mayor de las dos, ya en el año 1979, obteniendo su grupo sanguíneo y comparándolo con el de Tutankamón, que estudié en 1969. Los resultados confirmaron que este feto de mayor tamaño podría sin duda ser la hija de Tutankamón. Ahora creemos que ambas eran hijas suyas, y además gemelas.
A lo largo de los años, algunos especialistas se han preguntado si los fetos eran considerados símbolos de pureza y fueron depositados en la tumba para acompañar a Tutankamón en su viaje al más allá. Esta idea se antoja más bien rebuscada, en especial porque la práctica de sacrificios humanos con la finalidad de acompañar a los miembros de la realeza en sus enterramientos fue abandonada más de dos milenios antes de la muerte del joven faraón.
La emblemática Máscara de Oro del faraón Tutankamón. (CC BY 2.0)
Imagen de portada: el ataúd de madera de cedro en el que ha sido descubierto el feto se encuentra decorado con gran esmero. Fotografía: Museo Fitzwilliam, Cambridge
Autor: Mark Miller
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.