La papa o patata tiene su origen en el altiplano andino, cuyos habitantes comenzaron a “domesticarla” hace unos 8.000 años. Unos cuantos milenios después fue introducida en Europa por los españoles como una curiosidad botánica más que como una planta alimenticia. Pero, rápidamente, su consumo fue creciendo y su cultivo se expandió por todo el mundo hasta convertirse en la actualidad en uno de los principales alimentos para el ser humano.
La palabra española papa procede del término quechua papa, con idéntico significado. Del cruce entre batata (Ipomoea batatas), palabra originaria de la isla La Española, y papa, resultó el término patata, nombre que, por la similitud de formas, le fue aplicado en un principio tanto a la papa como a la batata. Papa aparece escrito por primera vez hacia el año 1540. Por su parte, patata se usó por vez primera en 1606 con el significado de batata, y sólo a partir del siglo XVIII con el significado de papa. Así, en la mayor parte de España se les llama patatas, excepto en las Islas Canarias y en parte de Andalucía, donde predomina la palabra papa, al igual que en el resto de países hispanohablantes.
Cerámica de la cultura mochica que representa tubérculos de papa. Museo Larco de Lima, Perú. (Pattych/GNU FREE)
Ahora, según informaciones publicadas por el medio uruguayo LaRed21, arqueólogos de la Universidad de California, Estados Unidos, indican haber hallado evidencias del cutivo de la papa en Perú, desde, al menos, el año 3400 a. C. Los autores de dicho estudio observaron granos microscópicos de almidón recuperados en el yacimiento arqueológico de Jiskairumoko, en la cuenca del Titicaca, situada en el sur de Perú.
Según afirman los investigadores, estas herramientas podrían haber sido empleadas para quitarles las cáscaras a las papas y, en dicho proceso, los granos de almidón quedaron atrapados en los microporos de las herramientas de madera y piedra, según ha apuntado el doctor Mark Aldenderfer, uno de los autores del estudio.
Las muestras de almidón fueron cotejadas por el equipo de arqueólogos, entre los que se encuentra Claudia Rumold. Ella y el resto de científicos las compararon con otras tomadas recientemente en distintas regiones de Perú y concluyeron que 50 de los 141 almidones proceden de plantas cultivadas en Perú.
El equipo científico observó granos microscópicos de almidón recuperados del yacimiento arqueológico peruano de Jiskairumoko, en la imagen. (Public Domain)
“Cuando una semilla se quema, puede quedar un remanente analizable; cuando una mazorca de maíz se quema también puede rescatarse una muestra, pero al quemarse una papa, esta se consume completamente sin dejar rastro”, explica Aldenderfer.
En un principio, los humanos residentes en las zonas analizadas fueron grupos nómadas de cazadores-recolectores que migraron, paulatinamente, hacia la agricultura y el sedentarismo, comenzando a construir viviendas y edificios altamente sofisticados y sociedades complejas.
Tanto es así, que ya en el año 2008, otro equipo de investigadores, liderado también por el Dr. Aldenderfer, descubrió un collar de oro en Jiskairumoko que fue datado en el año 2000 antes de Cristo. Un hallazgo que sugiere que para entonces ya existía una élite social o una clase alta destacada con respecto al resto de habitantes.
Flor de la papa. (Public Domain)
Varios siglos después, entre el XV y el XVI, el imperio español conquistó al inca, con lo que introdujeron la papa en la vieja Europa. Asimismo, los colonos británicos tuvieron acceso al tubérculo y lo introdujeron en Norteamérica. De hecho, ya en el siglo XIX, el puré de papa se convirtió en uno de los platos favoritos por los norteamericanos para el menú del Día de acción de gracias, en la joven nación de los Estados Unidos de América.
Imagen de portada: Distintas variedades de solanum tuberosum, la mundialmente famosa papa común. (Fotografía: LaRed21/Food Cultura)
Autor: Mariló T. A.