El Paleolítico, que etimológicamente hablando viene a significar “Piedra Antigua”, es el período conocido más largo de la existencia del ser humano. Tanto es así que abarca, nada más y nada menos, que el 99% de nuestra presencia sobre la Tierra, extendiéndose desde hace alrededor de 2,85 millones de años en África hasta hace tan sólo 12.000 años. Además, junto con el Mesolítico/Epipaleolítico y el Neolítico, constituye la conocida como Edad de Piedra, anterior a la Edad de los Metales.
Los grupos humanos del Paleolítico solían estar formados por pocos individuos (clanes familiares, sobre todo) y poseían un carácter nómada: sus vidas se caracterizaban por un desplazamiento continuo y/o estacional. Formados por cazadores-recolectores, estos primeros grupúsculos sociales se caracterizaban por disfrutar de un carácter igualitario, sin claras diferencias entre sus miembros, sin una clara existencia de líderes formales.
Vista general del techo de polícromos de las Cuevas de Altamira en Cantabria, España. (Museo de Altamira y D. Rodríguez/CC BY-SA 3.0)
Vivían en campamentos estacionales o cuevas y, según los especialistas, no había entre ellos divisiones ni especializaciones en cuanto al trabajo a realizar: cada miembro del grupo era capaz de hacer de todo para sobrevivir, al margen de las capacidades individuales, mayores en unos individuos que en otros. Sin embargo, sí que es posible que existiera un cierto reparto de tareas entre sexos y en función de las edades y de la fuerza y resistencia de cada uno de los miembros del clan.
Aunque esta etapa se identifica con el uso de útiles de piedra tallada, también es cierto que se utilizaron otras materias primas orgánicas para construir diversos artefactos como el hueso, la madera, el cuero, astas de cérvidos y hasta fibras vegetales. Ahora, según informaciones publicadas por El Diario Montañés, la investigadora del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), de la española Universidad de Cantabria, Olivia Rivero, ha demostrado que las primeras escuelas de arte se remontan hasta el Paleolítico.
La arqueóloga Olivia Rivero, investigadora del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria. (Fotografía: El Diario Montañés)
Rivero acaba de hacer público un estudio realizado por ella, a través de la prestigiosa revista científica Journal of Archaeological Science, en el que demuestra cómo los artistas paleolíticos aprendían a realizar las obras de arte con las que decoraban las paredes de piedra de sus refugios y cuevas, santuarios y objetos durante el período Magdaleniense (alrededor del año 14.500 a. C.) en Europa occidental. Tal y como ha informado el Instituto de Investigaciones Prehistóricas, los resultados obtenidos son especialmente innovadores puesto que nos ayudan a comprender más y mejor las sociedades de cazadores-recolectores paleolíticos, especialmente en todas aquellas cuestiones relacionadas con la transmisión del conocimiento.
La realización de obras artísticas durante el Paleolítico poseía una gran importancia social. Tanto es así que, en torno a esta actividad giraba todo un sistema de aprendizaje que no solo educaba a los artistas paleolíticos, sino que servía de vehículo principal a la hora de difundir la cultura y el imaginario colectivo de aquellos ancestrales y primeros grupos humanos de cazadores-recolectores.
Fragmento de pelvis con función desconocida. Dos caballos completos, con trazas de una gran inexperiencia técnica, han sido grabados en ambas caras. (Fotografía: IIIPC/UNICAN)
Asimismo, el estudio llevado a cabo por esta experta aporta datos técnicos sobre el modo de ejecutar dichas obras artísticas. Unos datos que han sido obtenidos mediante la observación microscópica de las decoraciones y que han sido tratados estadísticamente, lo que ha permitido definir la existencia de artistas en distintos estadios de aprendizaje.
Finalmente, además de aportar información relevante en torno al arte sobre objetos, el estudio también revela que se trataba de sociedades mucho más complejas de lo esperado, poseedoras de sistemas de aprendizaje que contribuían a la preservación y difusión de su cultura.
Imagen de portada: Artistas Cro-Magnon pintando en la cueva de Font-de-Gaume, óleo de Charles Robert Knight (1874–1953). (Public Domain)
Autor: Mariló T. A.