El presidente de Honduras ha anunciado que los científicos empezarán a explorar en breve un antiguo yacimiento arqueológico situado en la jungla que creen que podría ser el emplazamiento de la legendaria ‘Ciudad Blanca’, conocida también como la ‘Ciudad Perdida del Dios Mono.’
Hace dos años, un reconocimiento aéreo llevado a cabo en la densa jungla de Honduras y motivado por las leyendas locales acerca de una antigua ciudad perdida, reveló millas de lo que parecen ser estructuras realizadas por la mano del hombre. Rápidamente se extendieron los rumores de que los arqueólogos habían encontrado la legendaria Ciudad Blanca, pero todo lo que tenían para empezar a trabajar eran vagas imágenes aéreas de la jungla. Una primera expedición terrestre, junto con su correspondiente investigación a principios del año pasado, revelaron sin discusión que las imágenes aéreas realmente mostraban los restos de una civilización perdida, entre ellos extensas plazas, estructuras de tierra, túmulos, una pirámide de tierra y docenas de hallazgos finamente labrados pertenecientes a una misteriosa cultura virtualmente desconocida.
La agencia France-Presse ha informado de que en breve se iniciarán unas ambiciosas excavaciones arqueológicas para investigar estas ruinas y averiguar el verdadero alcance del descubrimiento, además de si realmente se trata de la legendaria Ciudad Blanca.
“Hoy (por ayer) se está desplazando hacia Ciudad Blanca el grupo de arqueólogos, de científicos, para poder preparar las excavaciones en los próximos días de las primeras piezas”, ha comunicado el presidente hondureño Juan Orlando Hernández en una conferencia dirigida a universidades privadas.
Las antiguas ruinas han sido halladas en la jungla de Honduras (en la imagen). Fotografía: DAR
Ciudad Blanca es una legendaria ciudad perdida que se creía localizada en la selva virgen de Mosquitia, al este de Honduras. El conquistador español Hernán Cortés afirmó que había llegado hasta sus oídos “información fidedigna” acerca de estas antiguas ruinas, pero nunca consiguió encontrarlas. En 1927, el piloto Charles Lindbergh comunicó haber observado monumentos construidos con piedra blanca cuando sobrevolaba el este de Honduras.
En los años 30 había rumores acerca de un lugar de Honduras llamado la “Ciudad del Dios Mono” que se equiparaba con la legendaria Ciudad Blanca, y en 1939 el aventurero Theodore Morde afirmó haberla encontrado y llevó consigo miles de objetos hasta los Estados Unidos para probarlo. Según Morde, los indígenas contaban que había allí enterrada una estatua gigante de un dios mono. Morde jamás reveló el emplazamiento exacto de su descubrimiento, ya que temía que el yacimiento fuese saqueado, y murió antes de regresar a las ruinas para poder realizar excavaciones más exhaustivas.
Dibujo conceptual de la “Ciudad Perdida del Dios Mono” de Theodore Morde, obra del artista Virgil Finlay. Publicado originalmente en la revista The American Weekly, número del 22 de septiembre de 1940. (Public Domain)
En 1952, el explorador Tibor Sekelj buscó la Ciudad Blanca en una expedición financiada por el Ministerio de Cultura de Honduras, pero volvió con las manos vacías. Las investigaciones se reanudaron en los años 90 tras difundirse la leyenda en los medios de comunicación, y en el año 2012 se realizó el primer descubrimiento significativo.
En mayo del año 2012, un equipo de investigadores encabezado por el documentalista Steve Elkins llevó a cabo un reconocimiento aéreo en la selva de La Mosquitia, Honduras, utilizando tecnología láser de teledetección (LiDAR). La exploración reveló evidencias de elementos realizados por la mano del hombre que se extendían a lo largo de más de una milla por todo el valle, lo que provocó una oleada de interés mediático ante la posibilidad del descubrimiento de la Ciudad Perdida del Dios Mono. Pero estas afirmaciones fueron rápidamente criticadas por la arqueóloga Rosemary Joyce, que las tildó de sensacionalistas. En mayo del 2013, nuevos análisis mediante LiDAR permitieron identificar elementos arquitectónicos de gran tamaño bajo la espesura de la selva. Era el momento de explorar sobre el terreno para confirmar estos datos.
Arriba, mapa topográfico digital en tres dimensiones. En la imagen inferior se puede observar una plaza artificial, enmarcada por una línea roja. Imagen: Universidad de Houston y National Center for Airborne Laser Mapping
Un equipo de arqueólogos encabezado por Christopher Fisher, experto en Mesoamérica de la Universidad Estatal de Colorado, llevó a cabo con éxito una exploración sobre el terreno de la localización identificada por el reconocimiento aéreo y anunció en marzo del año pasado la esperada noticia de que se había descubierto un extenso complejo que comprendía plazas, pirámides, estructuras de tierra, canales de riego, depósitos de agua, túmulos y esculturas de piedra, que habrían permanecido intactos desde que la ciudad fue abandonada hace siglos, quizás incluso milenios.
“En contraste con los cercanos mayas, esta cultura desaparecida apenas ha sido estudiada, y sigue siendo por ahora virtualmente desconocida,” leemos en National Geographic. “Los arqueólogos ni siquiera le han dado nombre aún.”
El equipo ha localizado entre los ruinas 52 objetos que se encontraban semienterrados, entre ellos asientos ceremoniales de piedra y vasijas decoradas con figuras animales y zoomórficas.
National Geographic informa:
El objeto más sorprendente que sobresalía del terreno era la cabeza de lo que Fisher especuló que podía ser un hombre-jaguar, posiblemente como representación de un chamán en un estado espiritual, transformado. Alternativamente, el hallazgo podría relacionarse con el juego de pelota ritual, un rasgo distintivo de la cultura precolombina de Mesoamérica.
Sin embargo, los investigadores creen que bajo la superficie yacen enterrados miles de objetos más. Se espera que las nuevas excavaciones que están a punto de iniciarse permitan descubrir muchas de estas reliquias y poder determinar su antigüedad. El presidente de Honduras ha declarado que las investigaciones empezarán por examinar qué hay debajo del suelo.
Imagen de portada: Efigie de un “hombre-jaguar”, que representa probablemente la combinación de un ser humano y un animal espiritual, parte de un asiento ceremonial aún enterrado, descubierto en las misteriosas ruinas halladas en lo más profundo de la jungla hondureña. Fotografía: Dave Yoder / National Geographic.
Autor: Ancient Origins
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.