Un baúl de cuero sellado y almacenado en un museo de Holanda ha sido abierto, y en su interior se ha encontrado un tesoro formado por miles de cartas del siglo XVII perfectamente conservadas. Estas cartas, que no llegaron a entregarse en su momento a sus destinatarios, están siendo abiertas ahora, y los investigadores están estudiando en su contenido los detalles personales de gente de todo origen y condición. Esta antigua correspondencia revela angustias personales, acuerdos financieros, oportunidades perdidas y relaciones complicadas.
El baúl, oculto durante largo tiempo en un museo postal de La Haya, contiene un archivo casual de historias de “aristócratas, espías, mercaderes, editores, actores, músicos y otros,” tal y como informa The Guardian. Se espera que este descubrimiento arroje luz sobre la sociedad europea de hace más de 300 años.
Un equipo internacional de investigadores que incluye especialistas de Leiden, Oxford, Yale, y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, se ha embarcado en este revolucionario proyecto, denominado Signed, Sealed and Undelivered, (“Firmadas, Lacradas y No Entregadas”), y se encuentra actualmente examinando las 2.600 cartas, de las cuales 600 aún están sin abrir.
Estas cartas lacradas serán leídas por primera vez utilizando una avanzada tecnología de escaneado mediante rayos X, según la nota de prensa publicada en la web del proyecto, Brienne.org. Las misivas serán examinadas sin abrir las cartas ni estropear su contenido.
La colección incluye cartas de aristócratas, espías, mercantes, editores, actores y músicos. Fotografía: Museo de la Comunicación de La Haya
Según The Guardian, “La colección incluye cartas de aristócratas, espías, mercaderes, editores, actores, músicos, agricultores que apenas sabían escribir y gente culta y refinada con bella caligrafía, y están escritas en francés, español, italiano, holandés y latín.”
Estas cartas son documentos únicos que nos hablan de cómo era la vida en la Europa del siglo XVII. Algunas de ellas son felices y afectuosas felicitaciones a familia y amigos, mientras que otras revelan dolorosas situaciones personales.
Daniel Starza Smith, de la Universidad de Oxford, ha explicado a The Guardian, “Algo acerca de estas cartas inmovilizadas en pleno tránsito te hace sentir que has atrapado un momento de la historia con la guardia baja. Muchos de los remitentes y supuestos destinatarios de estas cartas eran personas que viajaban por toda Europa, como músicos ambulantes y exiliados por motivos religiosos. El baúl contiene cartas procedentes de muchas clases sociales, y tanto de mujeres como de hombres.”
“La mayor parte de los documentos de este periodo que han llegado hasta nosotros registran las actividades de las élites (aristócratas y sus funcionarios, o ricos comerciantes) de modo que estas cartas nos contarán cosas nuevas sobre un importante sector de la sociedad europea del siglo XVII. De hecho estas cartas proceden del tipo de gente cuyos registros habitualmente no llegan hasta nosotros, por lo que nos ofrecen una oportunidad fantástica para escuchar estas nuevas voces de la historia,” ha declarado Smith.
Una de las cartas revela supuestamente los apuros de una cantante de ópera holandesa que dejó el país para marcharse a París y descubrió que estaba embarazada. Al parecer suplicó a un rico amigo mercader que escribiera al padre del niño.
Leemos en esta carta: “Podrás adivinar sin dificultades la verdadera causa de su desesperación. No puedo expresarlo con tantas palabras; pues lo que debo decirte es de tal importancia. Conténtate con pensar en ello, y devuélvela a la vida procurando su regreso.”
La carta está marcada como “niet hebben”, lo que significa que el destinatario rehusó aceptar la carta (y quizás también el embarazo). Por lo tanto, el destino de la cantante y su hijo siguen siendo una incógnita—al igual que los destinos de tantos otros que escribieron estas cartas, ya que jamás llegaron a su destino y acabaron encerradas en un baúl que estuvo sellado durante siglos.
En The Guardian leemos que algunas de las cartas reflejan la agitación política de la época, o los peligros de los salteadores de caminos y la discriminación religiosa.
En el año 1702 un hombre escribía a su hermano músico para advertirle que intentara no dejarse ver por París cuando viajara por Francia, ya que en esa ciudad los músicos estaban siendo reclutados por la fuerza para el ejército. Escribía: “Si vienes por aquí, no traigas tu instrumento ni nada parecido.”
Otra carta revela la agonía de una mujer rechazada por su amante, al que al parecer devolvía la paloma de papel recortada que había recibido en su momento, con la amarga acusación: “la fidelidad que me prometiste y que yo he guardado con toda mi alma”.
El hombre jamás recibió, al menos por correo, la prueba del despecho de su antigua amante.
En una de las cartas fue hallada una bella paloma de papel. Fotografía: Museo de la Comunicación de La Haya
Los investigadores también han descubierto cómo eran las vidas de Simon de Brienne y su esposa, Maria Germain, jefes del servicio de correos de La Haya entre 1676 y 1707 y responsables de la entrega de todas las cartas procedentes de Holanda, Francia y España y destinadas a esos mismos países.
En Yale News leemos también que en aquella época se esperaba que los destinatarios de las cartas pagaran su franqueo al recibirlas. Pero si no podían (o no querían) pagarlo, el funcionario de correos se quedaba con la carta con la esperanza de que finalmente su destinatario abonara la deuda para recuperar su correo. En otras ocasiones el correo no podía ser entregado o pagado porque el supuesto destinatario había cambiado de domicilio, o incluso había muerto.
De Brienne y su esposa eran los propietarios del baúl que acabó finalmente llegando al Museum voor Communicatie de La Haya en 1926.
Esta gran cantidad de correo sin abrir se encontraba archivada en el citado baúl sellado y forrado de lino, que además estaba impermeabilizado con piel de foca. El excelente estado de conservación de las cartas proporciona a los investigadores una valiosísima información sobre las gentes del siglo XVII, sus vidas y su época.
Rebeka Ahrendt, profesora asociada de música en la Universidad de Yale y parte del equipo internacional de investigadores que está estudiando este archivo de antiguas cartas, ha declarado a Yale News, “Las cartas que estaban dentro del baúl eran una especie de hucha postal. Fue algo que me impresionó.”
“De algún modo, estas cartas consiguieron llegar hasta nosotros después de todos estos años,” apunta Ahrendt. “Esta colección hace que se tambalee nuestro concepto de lo que es un archivo, ya que de hecho jamás pretendió serlo. Las cartas acabaron todas juntas ahí por casualidad.”
Además de un cúmulo de detalles personales, las cartas también han proporcionando a los investigadores innumerables muestras de papel, lacre, técnicas de plegado y marcas postales de hace 300 años que también deberán ser estudiadas. Las cartas se doblaban de diversas maneras en aquella época, de tal modo que la propia hoja servía además de “sobre”.
Ahrendt ha explicado también que si la carta estaba plegada de manera estética y agradable a la vista era más probable que fuese una carta amorosa, mientras que si estaba doblada de manera complicada o más difícil de abrir, probablemente era por razones de seguridad, en casos como cartas enviadas por espías o que revelaban algún mensaje político de importancia.
El equipo encargado del proyecto cree además que estas cartas ofrecen una oportunidad realmente única de conocer facetas ocultas de las gentes de principios de la era moderna a través de testimonios de primera mano escritos por aquellos que los vivieron.
Una de las bien conservadas cartas del archivo. Foto: Museum voor Communicatie
Imagen de portada: Se ha abierto un baúl que contenía 2.600 antiguas cartas del siglo XVII cuyo contenido se está estudiando en la actualidad. Foto: Museum voor Communicatie de La Haya.
Autor: Liz Leafloor
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.