En medio del enigmático enclave de El Tigre en México, los arqueólogos han desenterrado el esqueleto de un joven maya sacrificado con un gran anillo de jade. Brillando en su tumba fangosa, la antigua reliquia de color verde brillante susurra rituales pasados que una vez tejieron la existencia y la muerte en una intrincada coreografía de trascendencia.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que el hallazgo se realizó durante recientes excavaciones en el estado mexicano de Cameche, cerca del río Candelaria, en la ciudad maya de El Tigre. También conocido como “Itzamkanac” (lugar de la serpiente lagarto), El Tigre se asentó por primera vez en el período Preclásico Medio (600 – 300 a. C.) y estuvo ocupado hasta aproximadamente 1557 d. C., cuando se produjo la conquista española.
Sirviendo como la capital política de la provincia de Acalán, una rama de los mayas chontales o mayas de Putún, El Tigre fue reconocida por su actividad comercial y como centro ceremonial, lo cual es evidente en las grandes máscaras de estuco en exhibición. Y fue aquí donde el conquistador español Hernán Cortés ordenó la matanza de Cuauhtémoc, el último gobernante libre del Imperio azteca.
El sitio de excavación en El Tigre donde se encontraron las vasijas funerarias. Crédito: INAH Campeche.
Diego Prieto Hernández, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH,) dijo que el anillo de jade fue encontrado dentro de una vasija sagrada en la Estructura 1 de la Zona Arqueológica El Tigre, ubicada al oeste del templo de la pirámide principal. Se cree que el anillo probablemente perteneció a “un individuo joven, enterrado alrededor del período Clásico Tardío (600-800 d. C.)”.
Venerado por su vibrante tono verde, en la Mesoamérica precolombina, el jade tenía un inmenso significado cultural y simbólico entre las familias de élite maya, azteca y olmeca. Los artefactos y joyas de jade con deidades y criaturas no solo revelan su papel en los rituales religiosos y la jerarquía social, sino también su conexión con la fertilidad, la vida y el cosmos.
La vasija funeraria en la que se encontraba el joven maya sacrificado fue encontrada en El Tigre. Crédito: INAH Campeche.
A lo largo de la antigua Mesoamérica, el jade estaba imbuido de una profunda importancia religiosa y espiritual y durante los rituales y ceremonias, la piedra se asociaba simbólicamente con el sol, el viento y con la vida y la muerte. La piedra preciosa es un testimonio de la maestría artística, las creencias espirituales y la complejidad social de las civilizaciones mesoamericanas y, como tal, el jade era un valioso artículo comercial y tributo. Por lo tanto, el jade ayudó a dar forma a los paisajes artísticos, sociales y religiosos de las antiguas culturas mesoamericanas.
Diego Prieto Hernández, del INAH, explicó que los arqueólogos ya identificaron “177 entierros humanos prehispánicos” entre Palenque, en Chiapas, hasta Escárcega, en Campeche. Hernández agregó que desde el 14 de agosto de 2023 “también se han conservado 2,698 inmuebles; 248 elementos de mobiliario; 281.353 fragmentos cerámicos y 55 elementos naturales asociados a la presencia de antiguos grupos humanos”.
Sin embargo, este esqueleto en particular era diferente, ya que fue depositado como parte de una ofrenda funeraria compuesta por dos vasijas de gran formato cubiertas con cuencos de cerámica, a modo de tapas. El ser humano sacrificado se colocó en una posición flexionada junto al anillo de jade bien conservado, lo que demuestra que el depósito se realizó en el período Clásico Tardío, que se considera el período en el que El Tigre alcanzó su punto máximo en el poder regional.
La vasija funeraria en la que se encontraba el joven maya sacrificado fue encontrada en El Tigre. Crédito: INAH Campeche.
No solo se realizan investigaciones arqueológicas en la Sección 1 de la Zona Arqueológica El Tigre, en Campeche, sino también en la Plaza del Mercado y la Plaza de Armas, y en el denominado “Complejo Triádico”. Esta Gran Acrópolis Central de El Tigre está compuesta por 15 estructuras grandes e innumerables estructuras más pequeñas distribuidas a lo largo de un área de alrededor de 85.000 m2, y cuando las excavaciones hayan concluido se abrirá el área para los turistas.
El director general del INAH dijo que también se está construyendo un edificio con paneles de interpretación y señalización para visitantes. Muy pronto, las espectaculares ruinas de El Tigre ofrecerán a los turistas nuevos conocimientos sobre las complejidades de las estructuras sociales, las prácticas religiosas y la vida cotidiana de las antiguas civilizaciones mesoamericanas, y cómo interactuaban con el cambiante mundo natural que las rodeaba.
Imagen de Portada: La víctima maya con el anillo de jade en El Tigre. Crédito: INAH Campeche.
Autor Ashley Cowie