Los reyes y faraones egipcios conquistaron naciones enteras, pero si uno de sus súbditos robaba tan poca cosa como una piel de animal podía ser castigado hasta con 100 latigazos y cinco puñaladas en la espalda… para a continuación ser enviado de nuevo a trabajar.
Los arqueólogos que están estudiando los esqueletos de diversos individuos enterrados en el humilde cementerio para plebeyos de Amarna han planteado la posibilidad de que cinco hombres que presentan heridas en los omóplatos fueran castigados de esta manera. Un antiguo grabado egipcio sobre una pared describe con todo detalle el castigo por robar pieles de animales, pero los investigadores no están seguros de si ello implica que la pena se aplicara realmente, según informa USA Today.
Los presuntos crímenes de los hombres en cuestión, que eran de mediana edad en el momento de sus muertes, nos son desconocidos, así como sus nombres o identidades. Pero si las puñaladas que presentan en los omóplatos fueron realmente un castigo, probablemente fueran capaces de reincorporarse al trabajo, una importante consideración en Amarna, ciudad de trabajo intensivo en la que se concentraba a los trabajadores para construir grandes templos y palacios para Akenatón, el faraón que impuso una nueva religión en Egipto.
Este relieve en piedra procedente de la antigua ciudad egipcia de Amarna muestra a Akenatón como esfinge, con Atón, el dios sol, iluminándoles a él y a su ofrenda. (Foto: Hans Ollerman/Wikimedia Commons)
La arqueóloga Gretchen Dabbs de la Universidad del Sur de Illinois y sus colegas están estudiando esqueletos del cementerio de Amarna y han descubierto que el pueblo llano soportaba muchas penurias, incluidas una dieta insuficiente y un trabajo muy duro, tal como podemos leer en USA Today. Ella y su equipo publicaron sus hallazgos en la International Journal of Paleopathology (Revista Internacional de Paleopatología).
Aunque la vida era dura para todos los trabajadores del antiguo Egipto, lo era especialmente en Amarna, construida hace unos 3.300 años por el faraón Akenatón y dedicada a Atón, el dios sol. A los trabajadores de Amarna se les apremiaba para que construyeran lo más rápido posible templos y palacios, los primeros en honor a Atón y los segundos para disfrute de la realeza y los aristócratas.
Akenatón, Nefertiti y sus hijos disfrutan de los rayos del sol, Atón, un dios al que Akenatón encumbró por encima del resto. (Foto: Gerbil/Wikimedia Commons)
Las gentes del pueblo llano enterradas en el cementerio para plebeyos de Amarna presentan altas tasas de enfermedades en las articulaciones, probablemente provocadas por tener que levantar y transportar cargas pesadas. Sus esqueletos también muestran indicios de trastornos relacionados con la malnutrición, incluido el escorbuto.
Dabbs y sus colaboradores observaron hace ya casi 10 años que algunos de los cuerpos del cementerio para plebeyos de Amarna presentaban cortes profundos en los huesos de los omóplatos, como si alguien les hubiese infligido las heridas encontrándose a sus espaldas. Es improbable que estas heridas fuesen consecuencia de alguna caída o provocadas en alguna batalla.
Estela bajo un dintel en Amarna (Foto: Orell Witthuhn/Wikimedia Commons)
“Pero estos cortes resultaron ajustarse a un castigo descrito en los antiguos textos. Una antigua fábula egipcia nos cuenta cómo un ladrón roba un buey y es castigado con 100 golpes y cinco heridas,” leemos en USA Today. “Un real decreto prescribe un destino similar para los funcionarios que requisaran trabajadores para algún proyecto de construcción particular, y los defraudadores fiscales del antiguo Egipto eran azotados mientras estaban tumbados boca abajo, al igual que aquellos individuos del cementerio de Amarna que fueron apuñalados por la espalda.”
Por severos que puedan parecernos estos 100 azotes y cinco cortes (o puñaladas), estos hombres puede que no lo tuvieran tan mal como otros criminales del antiguo Egipto. Había individuos que eran condenados a muerte por diversos crímenes, entre ellos el saqueo de tumbas. Algunos eran golpeados, y a otros se les cortaban la nariz, las orejas, las manos o la lengua por toda una serie de delitos. Según la web Facts on File, a las mujeres que cometían adulterio se les cortaba la nariz para desfigurar su rostro y que de este modo no volvieran a fornicar. La mayor parte de las mujeres del antiguo Egipto eran tratadas con más dureza que los hombres, al igual que ocurría en otras antiguas culturas. “El hombre que cometía adulterio con una mujer casada recibía una paliza como castigo, habitualmente mil golpes con un palo,” leemos en la web. “Sin embargo, si un hombre violaba a una mujer libre, se le castraba.”
Entrada a las tumbas del sur de Amarna (Foto: Kurohito/Wikimedia Commons)
Se cree que durante la Dinastía XXV, en el siglo VII a. C., un hombre fue enterrado vivo por haber saqueado tumbas.
No se ha encontrado hasta ahora un código de leyes generalizado para el Antiguo Egipto, pero estos castigos y otras cuestiones referentes a sus leyes se conocen gracias a documentos funerarios, manuscritos judiciales y otros escritos. Aún así, tras la unificación del Alto y Bajo Egipto, alrededor del 2925 a. C., Egipto adoptó un sistema de leyes exhaustivamente detallado, según podemos leer en la web de Facts on File. Había leyes sobre asesinatos, robos, saqueos de tumbas e incluso necrofilia.
Dabbs declaró a USA Today que es posible que el castigo del apuñalamiento de los omóplatos se aplicara únicamente en Amarna.
Imagen de Portada: Ilustración de un castigo físico en el antiguo Egipto (akhepedia.com).
Autor: Mark Miller
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.