Los científicos han especulado durante mucho tiempo con respecto al hecho de que los antiguos egipcios utilizaran el metal de los meteoritos para fabricar objetos de hierro. Ahora, el análisis de una daga descubierta en la tumba de Tutankamón nos está ofreciendo claras evidencias de que era así. Pero, ¿por qué hicieron uso de una fuente de metal tan extraña, habiendo tanto hierro en la Tierra?
Hasta hace poco, no se pensaba que los antiguos egipcios fuesen particularmente buenos en la producción de objetos de hierro hasta casi el final de su historia, alrededor del año 500 a. C, ya que no se ha encontrado evidencia arqueológica significativa de ningún trabajo con hierro en el valle del Nilo. Incluso las grandes cantidades de desechos de fundición, ricos en hierro, encontrados en la región del Delta, en realidad pudieron ser producidos al intentar fabricar objetos de cobre.
La fuente natural más común del hierro metálico en la Tierra es el mineral de hierro de rocas que contienen hierro enlazado químicamente con otros elementos. Estos necesitan ser procesados por calentamiento de los mismos con otros materiales (fundición) para extraer el hierro de baja calidad, que luego es golpeado con martillos para eliminar sus impurezas. Todo esto requiere de considerables conocimientos técnicos, gran esfuerzo y de la existencia de herramientas de las que no hemos obtenido pruebas de su existencia en el antiguo Egipto.
Fragmentos de hierro puro (99.97 %+), refinado electrolíticamente, junto a un cubo de 1 cm3 de hierro de alta pureza (99.9999 %). (Public Domain)
Numerosas fuentes escritas egipcias y procedentes de la península del Sinaí nos hablan de un abundante suministro de mineral de hierro, lo que demuestra que los egipcios eran conscientes de la existencia de este metal desde los comienzos de su historia. Sin embargo, este mineral se utilizó, sobre todo, para crear pigmentos tanto de carácter artístico como para el maquillaje personal. Tal vez este hecho se debiera a que los minerales de hierro, de fácil acceso, eran de mala calidad, por lo que no podían trabajarlo como metal.
Sin embargo, el hierro no sólo se obtenía a partir de los minerales terrestres: existen muchas evidencias que demuestran que numerosas sociedades prehistóricas de todo el mundo, sin acceso a las vetas minerales o al conocimiento de la fundición, hicieron uso del hierro metálico encontrado en meteoritos ocasionales, creando a menudo objetos de hierro muy básicos, como pequeñas y delgadas piezas metálicas que podrían haber sido utilizadas como cuchillos.
Si los antiguos egipcios sabían que el hierro también se encontraba en los meteoritos procedentes del firmamento, el hogar de los dioses, este material podría haber sido, simbólicamente hablando, muy importante para ellos: es posible que considerasen el hierro como un material divino, no apto para ser trabajado de forma práctica y diaria, sino que debía reservarse exclusivamente para objetos destinados a personajes de alto rango.
En el antiguo Egipto el mineral de hierro se utilizó, sobre todo, para crear pigmentos tanto de carácter artístico como para el maquillaje personal. En la imagen, detalle de las pinturas que decoran los muros de la Tumba de Nebamón. (Siglo XV a. C.). Museo Británico. (Public Domain)
Los meteoritos podrían incluso haber desempeñado un papel más directo en la religión del estado. Así, se cree que la piedra Benben era venerada en el templo del Sol del dios Ra en Heliópolis, precisamente porque es probable que fuese un meteorito. De hecho la palabra benben deriva del verbo weben, que significa brillar. Asimismo, el antiguo idioma ofrece otras muchas pistas sobre cómo era percibido el hierro por los egipcios y con respecto a si sabían que los meteoritos eran otra de las fuentes de este metal. De este modo, la palabra jeroglífica bi-A, cuya traducción resultó muy discutida, y que al principio creían que también podía referirse al cobre, finalmente se ha concluido que debe traducirse como hierro.
La palabra bi-A era utilizada en numerosos textos, incluyendo fragmentos funerarios de las pirámides. De hecho, los escritos religiosos egipcios más antiguos están datados en, aproximadamente, el año 2375 a. C. Sin embargo, es muy probable que se integraran mucho antes en el tallado de las paredes internas de algunas pirámides. Estas referencias textuales al hierro se relacionan con diversos aspectos estelares y con los huesos del rey muerto que vivirá para siempre, como una estrella eterna, en el firmamento.
A partir de la dinastía XIX (c.1295 a. C.) apareció de pronto una nueva palabra jeroglífica para el hierro: bi-A-n-pt, que se traduce literalmente como el hierro del cielo. ¿Cómo apareció esta nueva palabra que se aplicó a todos los metales con hierro? Una explicación bastante obvia para tan repentino uso sería que hubiese ocurrido un evento impactante, como una gran lluvia de meteoritos.
Este es el objeto de hierro conocido más antiguo de Egipto: una lámina de hierro de meteorito recuperado de una necrópolis prehistórica. (Fotografía: La Gran Época/Diane Johnson/Museo de Manchester)
Un evento que habría sido presenciado por gran parte de la antigua población egipcia, dejando clara la procedencia exacta del misterioso hierro, y que muy posiblemente se corresponda con el impacto del meteorito Gebel Kamil, que se estrelló al sur de Egipto. Aunque seguimos desconociendo la fecha exacta en que tuvo lugar este acontecimiento, basándonos en determinadas mediciones arqueológicas sí podemos afirmar que se produjo hace aproximadamente unos 5000 años.
El hierro también está vinculado a elementos rituales como los utilizados en la ceremonia de la apertura de los ojos: ritual realizado a la entrada de una tumba y diseñado para transformar a la momia en un ser latente que disfruta de una potencial vida. De hecho, textos posteriores en los que se incluye el inventario de los templos, en la parte que se refiere a los equipos utilizados en esta ceremonia, se denomina a las hojillas de hierro empleadas como las dos estrellas. Tal vez se le permitiera ocupar al hierro un papel importante en este ritual debido precisamente a su relación con los meteoritos, poderosos fenómenos naturales cuyo propio poder inherente aumentaría la fuerza del ritual.
Por otra parte también sabemos que las dagas con hojas de hierro eran lo suficientemente importantes como para ser mencionadas en la correspondencia diplomática. El ejemplo más conocido aparece en una carta del rey Tushratta de Mitanni (hoy norte de Irak y Siria) que detalla una dote de su hija, que iba a ser enviada como novia del rey Amenhotep III, abuelo de Tutankamón. En la carta se refiere a una llamativa daga de hierro con el término habalkinu: palabra mal documentada y derivada de la antigua lengua hitita, que algunos lingüistas en un principio tradujeron como acero.
Tablilla cuneiforme correspondiente a una de las cartas enviadas por el rey Tushratta de Mitanni a Amenhotep III. Museo Británico de Londres, Inglaterra. (Public Domain)
Futuros análisis químicos y la microestructura de otras piezas nos revelarán si los meteoritos eran una fuente habitual de hierro para los antiguos egipcios. También debemos determinar cuándo, dónde y cómo comenzó la fundición de minerales de hierro terrestre en Egipto para así poder guiarnos más y mejor en nuestro conocimiento sobre sus orígenes y en la evolución y el uso de las técnicas metalúrgicas específicamente egipcias. Combinando todo esta investigación con nuestros conocimientos actuales acerca de la importante cultura del hierro, podremos empezar a desarrollar una comprensión veraz del verdadero valor de este metal en el antiguo Egipto.
Imagen de portada: Daga del ajuar funerario de Tutankamón forjada con hierro procedente de un meteorito. (DaniellaComelli/Universidad de Pisa)
Autor: Diane Johnson - Diane Johnson es investigadora asociada con un postdoctorado en el departamento de Ciencias Físicas de la Universidad Abierta del Reino Unido.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y ha sido publicado de nuevo en La Gran Época y www.ancient-origins.es con permiso.