La fascinación por el romance danés Agnete og Havmanden, o “Agneta y el Tritón”, ha sido una constante en los países escandinavos desde hace tiempo. A pesar de las discusiones en torno a su origen y antigüedad, este poema ha sobrevivido a siglos de incertidumbre gracias a su apasionante temática de sexualidad prohibida, lucha espiritual y desolador abandono.
Axel Olrik data este poema en la época post-medieval, aunque su fecha de origen exacta se desconoce. Olrik también cree que procede de un relato original alemán, en lugar de dar por hecho que se trata de una leyenda danesa nativa. Existen muchas variantes de esta balada escritas a lo largo de los siglos XVIII y XIX y que están consideradas la base de otras modificaciones más recientes. Entre estos textos, las versiones escritas por Jens Baggesen, Adam Gottlob Oehlenschläger y Hans Christian Andersen son las más ampliamente difundidas.
En la versión de Jens Baggesen, de 1812 aproximadamente, la historia es la siguiente: un tritón (equivalente masculino de una sirena) de nombre desconocido se acerca a una joven y bella danesa llamada Agneta un día en el que ella está sentada a la orilla del mar. El tritón le habla y le confiesa su amor. Ella admite sentir lo mismo y acepta acompañarle al fondo del mar. Durante el tiempo que pasan en el mar, ella le da dos hijos, pero en el momento en que Agneta oye las campanas de su iglesia le ruega a su marido que le permita volver a tierra firme solo una vez más. Habiéndose comprometido Agneta a regresar al día siguiente, el tritón accede a su petición, tras lo cual ella deja a sus hijos con su marido y vuelve a la superficie.
Coronación de la Reina del Mar: “Ahora serás mi reina y te quedarás conmigo para siempre.” Ilustración de John Bauer. (Melusina Mermaid)
Pero Agneta no encuentra en la iglesia el consuelo que esperaba. Acercándose a medianoche a la iglesia, Agneta se topa con su madre, que le revela la terrible noticia de que las campanas que oyó doblaban por el funeral de su padre, que se había suicidado al revelarse infructuosa la búsqueda su hija. Al suplicarle su madre que regresara a tierra firme, Agneta ve una tumba a lo lejos detrás de ella: en la lápida está precisamente escrito el nombre de su madre. Es entonces cuando Agneta comprende que el tiempo bajo el mar no es equivalente al tiempo en tierra firme, y que toda su familia ha muerto mientras ella vivía en las profundidades marinas.
Adam Gottlob Oehlenschläger escribió una variante de esta historia en el siglo XIX, aunque únicamente cambia algunos detalles. El nombre de Agneta se convierte en Agnés, y Agnés tiene siete hijos en lugar de solo dos. Además, esta versión también nos habla de la muerte de Agnés, que no aparece en la versión original, aunque en este caso su muerte se produce justo cuando vuelve a tierra.
Hans Christian Andersen escribe una versión similar a la de Oehlenschläger en 1832-34, que resulta aún más intrigante para los estudiosos modernos por la inversión de los papeles de ambos sexos en comparación con su cuento “La sirenita”, escrito con anterioridad y en el cual la sirena fracasa al intentar conquistar a su amor, un hombre de tierra firme, muriendo además al final del relato. El cuento de Andersen fue representado en el Teatro Real de Copenhague en la década de 1840, y es probable que sea la fama de su autor entre los escritores de cuentos de hadas la que hiciera que el relato de “Agneta y el Tritón” siguiera en circulación.
Hans Christian Andersen fotografiado en 1869 en el jardín de “Roligheden”, cerca de Copenhague, Dinamarca. (Public Domain)
En contraste con estas versiones danesas un repaso a sus variantes suecas nos mostrará la forma en que un cuento puede modificarse dependiendo de la cultura que lo haga suyo. Una de las versiones suecas presenta elementos similares, pero en ella, el amor de Agneta por el tritón es fingido. En esta balada, Agneta rechaza las insinuaciones del tritón, optando por ofrecerle flores como respuesta. Pero al hacerlo, él la arrastra bajo las olas y borra todos los recuerdos de su vida como humana.
Ella accede entonces a casarse con el tritón y le da siete hijos en ocho años. Es solo después, y de nuevo cuando oye las campanas de la iglesia llamándola para que regrese, cuando ella recupera todos sus recuerdos y decide abandonar a su marido y a sus hijos submarinos. Cuando su marido vuelve a buscarla a tierra firme, en un obvio momento de deus ex machina, interviene Dios, impidiendo al tritón que entre en la iglesia y permitiendo a Agneta quedarse con su padre.
“Agneta, mírame,” suplicó. Pero ella no alzó su rostro. Permaneció arrodillada en el mismo sitio, tan quieta como una estatua. Ilustración de John Bauer. (Melusina Mermaid)
El fantasioso relato de Agneta cautivó la atención del público a lo largo del siglo XIX, surgiendo todas estas variantes debido a la interacción entre corrientes cristianas y no cristianas. El tritón, un ser mágico que encuentra lugar en el folklore y los mitos precristianos de numerosas culturas, representa el pasado pagano de las naciones escandinavas, mientras que las campanas de la iglesia muy probablemente simbolizan la llamada del Dios cristiano.
En todas las versiones, Agneta decide acudir a la llamada de las campanas desde tierra firme, reuniéndose con sus padres. La versión sueca que acabamos de repasar hace hincapié en esta dicotomía, cristiano / precristiano, ya que el tritón vuelve a la superficie para recuperar a su esposa, pero ella le ignora y continúa rezando sus plegarias. Solo después de estas oraciones, ella se encara tanto con él como con los hijos de ambos, decidiendo quedarse en tierra con su familia original, sus padres y sus valores cristianos. El alcance con el que se expresa esta dicotomía depende del autor y de su filiación cultural, aunque en este caso la versión sueca es sin duda una de las más explícitas. De todos modos, la reiterada aparición de las campanas de la iglesia en diferentes textos, con la intención de convencer a Agneta de que vuelva a la superficie, es probablemente una constante a lo largo de todas las versiones.
“Agnete og Havmanden” (c. 1862), óleo de Vilhelm Kyhn. (Public Domain)
Otro aspecto fascinante de la historia de Agneta y el Tritón es que en ella se basó Suste Bonnén para crear una singular escultura en el año 1992. Este conjunto escultórico sumergido se puede contemplar en el lecho del canal de Slotsholm, iluminado día y noche. Aunque no se sabe con seguridad si el origen de la balada es alemán o danés, los daneses obviamente sienten que el relato forma parte innata de su cultura, y la atención que conceden a esta escultura no hace más que poner de manifiesto el valor que la leyenda tiene para ellos. A diferencia de Agneta, el grupo escultórico permanece bajo el agua y no volverá a tierra firme, evocando probablemente aquella dicotomía entre lo cristiano y lo pagano que tanta agitación causó en el pasado en Dinamarca.
Detalle del grupo escultórico sumergido de Agneta y el Tritón. (Martin Macnaughton/Undervandsitetet)
Imagen de portada: Agneta y el Rey del Mar, ilustración de John Bauer. (Melusina Mermaid)
Autor: Ryan Stone
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
Fuentes:
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