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Ancient Origins España y Latinoamérica

Dioses en la Tierra: cuando las rocas adoptan forma humana

“Los hombres cuelgan símbolos indicativos de sus respectivos oficios; los zapateros, un zapato gigante; los joyeros un enorme reloj; el dentista cuelga un diente de oro; pero en las montañas de New Hampshire, Dios Todopoderoso ha colgado un símbolo para demostrar que allí, Él hace al hombre”. Daniel Webster (1782-1852), político estadounidense.

Según cuenta la antigua tradición china, los dioses de los cielos poseían su correspondencia en la Tierra. Grandes rocas, montañas o caprichosos relieves del terreno formaban parte de un ciclo energético mediante el cual los dioses vivían y se nutrían. Tanto es así que, cada vez que una de aquellas imágenes caía, significaba que el ciclo de supervivencia del dios correspondiente había terminado. Por eso, cuando el Viejo de la Montaña del parque estatal de Notch, en Estados Unidos, se derrumbó una madrugada del año 2003, el destino de un dios pudo haber quedado sellado por siempre.

Pero, más allá de mitos o verdades sobre el destino del universo, las maravillas con que la naturaleza deleita nuestras miradas se encuentran extendidas a lo largo de todo el planeta y, con frecuencia, han pasado a formar parte de recorridos turísticos obligados para los amantes de la naturaleza

El Viejo de la Montaña

“El Viejo de la Montaña” en una fotografía de 1911. (Public Domain)

Desde el mentón a la frente, se calcula que el perfil de El Viejo medía aproximadamente unos 12 metros de altura y algo más de 7,5 metros de ancho. Se cree que los glaciares y una sucesión de fenómenos geológicos desatados hace unos 200 millones de años dieron forma a dicha escultura natural, admirada durante décadas por los turistas como símbolo inequívoco de New Hampshire. Aunque las remotas leyendas de los aborígenes norteamericanos narraban que, siguiendo el curso del Río Merrimack, uno hallaría la montaña con cara de piedra, el primer documento escrito acerca de El Viejo data de 1805.

Muchos medios modernos, como el uso de tensores de acero y súper pegamentos, se utilizaron para impedir el derrumbe de este monumento de granito. Sin embargo, los fuertes vientos, combinados con sucesivas lluvias y heladas, provocaron que durante la madrugada del 3 de mayo del año 2003 el gigantesco y milenario rostro se derrumbara. En relación con este triste suceso, el guarda-bosques local Mike Pelchat, comentó: “Siempre habíamos creído que era la mano de Dios la que lo sostenía y, ahora, lo soltó”.

El Guardián de las Badlands

Localizado en el sureste de Alberta, Canadá, este gran accidente geológico solo puede ser observado desde el aire. No obstante, sus detalles antropomórficos impactan a la vista, y más aún cuando caemos en la cuenta de que las manos humanas no formaron parte de esta colosal obra de ingeniería. Interpretado por muchos como una cabeza humana con sombrero nativo y auriculares, este perfil ha sido formado por la erosión pluvial sobre capas de terreno semidesértico blando.

Imagen vía satélite del “Guardián de las Badlands” de Canadá (Fotografía: Google Maps)

Los supuestos cables de los auriculares están formados por un camino de tierra, y los propios auriculares son el pozo de petróleo en el que culmina dicho camino. En realidad estos dos detalles, que sí fueron creados por la intervención directa del ser humano, no son necesarios en absoluto para dotar de identidad a la figura. Lo único que logran es aportarle un toque “moderno” que desentona con el estilo nativo de la figura original.

Otros posibles nombres que se barajaron para El Guardián de las Badlands a través de un concurso popular fueron Supergranny, Cliff, Hickox’s Head, In Plains View, The Listening Rock y Napi.

Así en la Tierra como en Marte

Más allá de los mundialmente reconocidos Viejo de la Montaña y Supergranny, muchos otros rincones desolados albergan esculturas naturales sugerentes para la vista. La esfinge de Rumanía, es otro claro ejemplo de los miles de monolitos que pueden hallarse en todo el mundo. Muchos de ellos, a buen seguro, aún están a la espera de ser descubiertos.

Fotografía de “La Esfinge” de los Montes Bucegi, ubicados en los Cárpatos, Rumanía. (Radu Privantu/CC BY 2.0)

Pero no solo la Tierra goza de caprichosas formaciones rocosas. La Cydonia Mensae, famosa ciudadela marciana, siempre quedará en la historia de la divulgación y la fantasía por la polémica desatada en torno a sus singulares montículos de tierra, cuyas formas alimentaron las fantasías de miles de mentes humanas, que albergaban la esperanza de que seres inteligentes, haciendo uso de una avanzada tecnología, pudieran habitar el planeta rojo. De igual modo, la Cara de Marte (también parte de Cydonia) se presentaba asimismo como el punto más caliente de una teoría que pretendía establecer relaciones entre los creadores de la famosa Esfinge egipcia y dicho accidente geológico.

Pero aunque en el año 2006 nuevas imágenes vía satélite echaron por tierra la hipótesis de que la Cara de Marte fuese una obra de ingeniería, a partir del año 2008 nuevos enigmas nacerían gracias a las novedosas imágenes aportadas por la sonda marciana Spirit. Imágenes que mantienen encendida la llama de los cazadores de misterios, como inconsistentes evidencias de una posible inteligencia marciana.

Eso sí: sin importar demasiado si los posibles marcianos aún se ocultan tímidamente, las figuras de roca sobre la Tierra continuarán proporcionando soporte a multitud de dioses que, probablemente, más tarde o más temprano serán obligados a sentir cómo su imagen se derrumba.

Fotografía de “La cara de Marte”, tomada por la sonda de la NASA, Viking I, en el año 1976. (Public Domain)

Imagen de portada: Fotografía retrospectiva del roque llamado “Dedo de Dios”, localizado en Gran Canaria, España. A finales del 2005, los fuertes vientos de la tormenta tropical Delta ocasionaron el derrumbe y posterior hundimiento bajo el mar de su parte superior, de unos veinte metros de altura. Se trataba del rasgo más característico de este monumento natural, puesto que era el que venía a conformar el llamado ‘dedo índice de Dios’ que daba nombre a esta formación rocosa. (Public Domain)

Autor: Leonardo Vintiñi - La Gran Época

Este artículo fue publicado originalmente en La Gran Época y ha sido publicado de nuevo en www.ancient-origins.es con permiso.