La costumbre de escribir mensajes sobre los proyectiles se remonta como mínimo a la época Bíblica, y continúa vigente a día de hoy entre israelíes, jordanos, estadounidenses y otros. La práctica se convirtió en algo común a escala industrial para los antiguos griegos y romanos, que fabricaban en moldes proyectiles de plomo para hondas con mensajes burlones en relieve como ‘¡ay!’, ‘Encuentra un buen sitio’, y ‘¡Allá va un caramelito!’.
La Honda: Un Arma Antigua
El uso de la honda para lanzar piedras al enemigo se conoce desde el famoso duelo entre David y Goliath del siglo IX a. C. Se encontraron proyectiles de plomo fundido en el escenario de la famosa batalla de Marathon, que tuvo lugar en el 490 a. C. La utilización de hondas es conocida en muchas regiones del mundo desde tiempos muy antiguos.
Proyectiles de arcilla para honda procedentes de Ardoch. Museo Nacional de Escocia, Edimburgo. (Ross Cowan / Flickr)
Los antiguos griegos y romanos producían cantidades masivas de proyectiles de plomo para hondas, en ocasiones utilizando moldes y otras veces simplemente hundiendo un dedo en la arena y vertiendo plomo fundido en el agujero. Los mensajes que los antiguos romanos escribían en los proyectiles de sus hondas iban desde el nombre del comandante de la unidad de honderos, o del conjunto de las tropas, a mensajes invocando a un dios, deseando algún mal a sus enemigos o insultándoles, leemos en el blog de Collector Antiquities.
Estos proyectiles lanzados por medio de una honda llegaban más lejos que una flecha y ocasionaban daños devastadores, aunque imperceptibles, a aquellos enemigos a los que golpeaba, según antiguas fuentes. El plomo es un muy buen material para proyectiles, ya que por su alta densidad incluso pequeños proyectiles de plomo son lo suficientemente pesados como para ser efectivos, siendo difíciles de ver y de esquivar por su pequeño tamaño. Otro interesante dato que hay que observar sobre los proyectiles de plomo es que se calientan por la fricción con el aire y resplandecen al ser arrojados.
La honda era conocida en muchas otras regiones del mundo; aquí podemos ver una honda con su negro proyectil, procedentes ambos de Perú, de la época Inca. (Foto: Peter van der Sluijs / Wikimedia Commons)
El Golpe Mortal del Proyectil de una Honda
Según el Blog de Military History, el poeta romano Virgilio escribió del rey etrusco Mezencio que “dejó caer su lanza, y asió una honda. La hizo girar tres veces alrededor de su cabeza con energía y atravesó con una bala de plomo fundido las sienes de su enemigo, que cayó sin vida sobre la arena.”
Algunos de los mejores honderos de la antigüedad, según las fuentes de la época, quizás incluso los inventores de la honda, fueron los Acarnios “que herían a sus enemigos no solo en la cabeza, sino en cualquier punto del rostro al que hubieran apuntado.”
Vegecio, autor romano que escribía sobre cuestiones militares, escribió: “Los soldados, a pesar de su armadura defensiva, a menudo se preocupan más por los redondeados proyectiles de las hondas que por las flechas del enemigo. Las piedras lanzadas por los honderos matan sin herir el cuerpo, y la contusión suele ser mortal aunque no haya pérdida de sangre.”
Los proyectiles de plomo más comunes entre griegos y romanos tenían forma de almendra, se fundían en moldes de dos piezas y medían unos 35 mm de largo por 20mm de ancho, pesando unos 28 gramos, según leemos en Collector Antiquities. Estos moldes a menudo incluían inscripciones o símbolos en relieve que quedaban impresos en la bala. En la antigua roma estos proyectiles se conocían como glandes plumbeae, “bellotas de plomo”, o simplemente como “bellotas”.
Proyectiles de honda de la antigua Grecia con inscripciones. En una de las caras aparece un rayo alado, y en la otra, en griego “chúpate esa”, en relieve. (Wikimedia Commons)
Los Mensajes Burlones de los Romanos
En el blog de Collector Antiquities podemos leer que entre las inscripciones también aparecía a menudo el nombre o monograma del comandante del ejército, o a veces del comandante enemigo; mensajes que buscaban el favor de los dioses, habitualmente Niké; y mensajes amenazadores, como: “Esta de postre,” “Te rompo los dientes”, “Toma”, “Para el culo de Pompeyo”, y “Allá va un regalo no muy agradable.” Algunos de los mensajes eran soeces – se encontró una bala en la que se leía, “A por el ojete de Octaviano.”
La práctica de burlarse del enemigo con firmas o insultos escritos sobre los proyectiles ha perdurado desde la antigüedad hasta nuestros días. Se ha informado de que pilotos jordanos escribieron recientemente mensajes con tiza sobre los misiles destinados a objetivos de Estado Islámico en Siria. Quizás el más terrible ejemplo de este tipo de mensajes fueron las firmas y burlas escritas sobre Fat Man, una devastadora bomba nuclear de plutonio que el gobierno de los Estados Unidos, por medio de su aviación, arrojó sobre Nagasaki, Japón, el 8 de Agosto de 1945.
Imagen de portada: Proyectil romano de plomo para honda con un relieve de lo que parece ser la figura de un insecto o una araña (Foto: Peter van der Sluijs/Wikimedia Commons)
Autor: Mark Miller
Traducción: Rafa García
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.