Los fundadores de la dinastía Zhou (周朝) establecieron una determinada creencia filosófica en torno al año 1100 antes de Cristo. Dicha creencia consistía en que el Cielo concedía el derecho divino de gobernar a quienes eran moralmente dignos. Esta idea, conocida como el “Mandato de los Cielos” (天命, pronunciado mìng tiān), permaneció profundamente arraigada en la cultura china y ha tenido una influencia fundamental y perdurable en su historia. El Mandato de los Cielos establecía que un dirigente debía ser justo y sabio, seguir el Dao -el Camino del Cielo- y vivir en sintonía con el destino.
Los antiguos chinos consideraban al emperador como un “hijo del Cielo”, con sólo el Cielo por encima suyo. Lao Tse (老子) expresó su idea de la unidad del cielo y los seres humanos en el Dao De Jing (道德經): “el Hombre sigue a la Tierra, la Tierra sigue al Cielo, el Cielo sigue al Dao y el Dao sigue a todo aquello que es natural”.
Los dirigentes más sabios y capaces de la antigua China reverenciaban al Cielo y apreciaban, respetaban y protegían a sus súbditos. Los historiadores registraban todas las palabras y todos los actos del emperador. De esa forma, los diferentes comportamientos de los emperadores fueron juzgados por clásicos como Confucio.
Los historiadores registraban todas las palabras y actos del emperador. Así, los diferentes comportamientos de los emperadores chinos fueron juzgados por clásicos como Confucio. En la imagen, estatua de Confucio erigida en Montevideo, Uruguay. (Monte San Savino/CC BY-SA 3.0)
Los reyes más sabios se rodeaban de consejeros prudentes y virtuosos que les servían como maestros o asesores. Un claro ejemplo de ello fue Yi Yin (伊尹), que ayudó a Shang Tang (商湯) a fundar la dinastía Shang (商朝) y se convirtió en su primer ministro. Jiang Ziya (姜子牙) también nos sirve como ejemplo: ayudó tanto el rey Wen (周文王) como al rey Wu (周武王) en el establecimiento de la dinastía Zhou.
Si un dirigente se comportaba de forma inmoral, era criticado por sus ministros y el pueblo, pudiendo ser derrocado tal y como le sucedió a Xia Jie (夏桀), último emperador de la dinastía Xia (夏朝) quien gobernó como un tirano y fue finalmente derrocado por Shang Tang.
Otro caso similar fue el del rey Wu, que expulsó al emperador Zhou (紂王), último gobernante de la dinastía Shang. La cultura tradicional china no consideraba estos levantamientos como violaciones a la lealtad o al Dao, sino todo lo contrario: eran la forma en que el Cielo hacía cumplir el Dao.
Estatua de Jiang Ziya, consejero de los reyes Wen y Wu, ubicada en el parque Haw Par Villa, Singapur. (Lds/CC BY – SA 4.0)
Los antiguos chinos también creían que los desastres naturales eran avisos de los Cielos que indicaban que el gobierno se había alejado del Dao. Si el gobierno ignoraba estas reprimendas, el Cielo enviaría advertencias más fuertes intentando despertar su conciencia. Si las advertencias continuaban siendo ignoradas, continuarían produciéndose calamidades. Creían que estos patrones eran las formas que poseían los dioses para mostrar su compasión hacia los seres humanos.
A lo largo de la milenaria historia china, el Mandato de los Cielos es recordado por haber influido en numerosos cambios políticos y en el ascenso y caída de dinastías y emperadores atados a la moralidad de los seres humanos.
Imagen de portada: Los dragones tienen en Oriente una connotación positiva, y se afirma que acompañaron a varios emperadores importantes en el tercer milenio a. C. cuando descendieron de los Cielos. Luego ascendieron de nuevo a los Cielos tras completar su misión. (Fotografía: La Gran Época/Shaw-An Liann/Flickr)
Autores: Cindy Chan & Blake Li – La Gran Época
Este artículo fue publicado originalmente en La Gran Época y ha sido publicado de nuevo en www.ancient-origins.es con permiso.