En 1996, un equipo de investigadores desenterró la singular tumba de un misterioso individuo. Los sorprendentes restos y su extraño ajuar funerario entusiasmaron a los arqueólogos. ¿Fue aquel hombre que vivió hace 2.000 años un antiguo druida, quizás incluso un personaje relevante dentro de este famoso grupo de enigmáticos individuos?
La palabra “druida” siempre estimula la imaginación. Este término tan simbólico y sus connotaciones son las razones por las que los medios de comunicación decidieron vincular los restos hallados en el año 1996 con este misterioso grupo. Sin embargo, no existen pruebas de que aquel hombre fuera realmente un druida. Para ser un druida había que superar exigentes estudios y ceremonias. En el caso del individuo enterrado en la antigua tumba, resulta imposible asegurar cuál fue el camino que eligió para su vida. Sin embargo, vivía en un territorio dominado por el pueblo celta conocido como catuvellaunos, que habitó la región hasta el siglo IV d. C. y sobrevivió a numerosos ataques romanos. Aunque adoptaron algunas de las costumbres romanas, los catuvellaunos se mantuvieron fieles a sus tradiciones.
La tumba fue hallada en Stanway, una pequeña localidad cercana a Colchester, en el condado de Essex. La datación del enterramiento reveló que se remontaba a la Edad del Hierro. El hombre cuyas cenizas incineradas se descubrieron en la tumba probablemente murió entre los años 40 d. C. y 60 d. C., aunque algunos investigadores han sugerido también que podría haber muerto en el transcurso de la invasión romana. La cámara funeraria estaba construida con madera. Los restos incinerados del “druida” no revelaron gran cosa, pero los sorprendentes utensilios desenterrados en el interior de la tumba causaron sensación en el mundo arqueológico.
Aparte de los típicos elementos de una tumba del siglo I d. C., los investigadores encontraron una capa decorada con broches e instrumental médico. Entre las trece herramientas había cosas como una sierra quirúrgica, ganchos, agujas, escalpelos, y separadores, tanto romos como afilados. Resulta interesante observar que este instrumental médico parece más romano que céltico.
Instrumental quirúrgico hallado en la tumba. (Public Domain)
El ajuar funerario también incluía sorprendentes hallazgos que llevaron a los investigadores a sospechar que el hombre era un personaje muy importante en su comunidad. Los extraños elementos que indujeron a los arqueólogos a pensar que el enterramiento podría haber sido el de un druida fueron una colección de preparados a base de hierbas, misteriosas barras de metal (probablemente utilizadas para la adivinación) y una cuenta de azabache que se creía mágica. Entre las hierbas se descubrió una copa con trazas de artemisa, una potente hierba que los celtas conocían muy bien. Los druidas podrían haber fumado esta hierba para mejorar sus capacidades psíquicas e incrementar su fuerza mágica. Sin embargo, la artemisa era también un remedio herbal muy popular para diversas dolencias en aquella época.
Artemisa. (CC BY-SA 3.0)
Otro curioso elemento descubierto fue un juego de tablero similar a los actuales tableros de ajedrez. Si el individuo era un druida, ¿para qué necesitaría este objeto en el más allá? La respuesta podría ser la misma a la de muchos otros ajuares funerarios de todo el mundo con juegos: ostentaba una posición elevada en su sociedad, y probablemente era un hombre rico y muy respetado.
Existe aún un amplio debate sobre si se debe llamar “druidas” a la gente culta de la antigua Gran Bretaña. Habitualmente no existen pistas en el registro arqueológico que demuestren quiénes eran realmente. No obstante, en la actualidad los druidas son considerados personajes fascinantes, por lo que muchos desean identificar sus posibles restos entre las antiguas tumbas.
Tácito nos ofrece el único documento romano que ha llegado hasta nosotros sobre los druidas de Gran Bretaña en el libro 14 de sus Anales:
Suetonio Paulino se preparó consecuentemente para atacar la isla de Mona, que albergaba una población nativa considerable, además de servir como refugio para fugitivos; y, viendo el canal variable y poco profundo, construyó una flotilla de balsas de fondo plano. Mediante este método, cruzó la infantería; la caballería que la seguía, lo hizo vadeando o, donde el agua era más profunda, nadando junto a sus caballos. (...)
Sobre la playa se alineaban las tropas enemigas, una masa compacta de hombres y armas, con mujeres recorriendo sus filas. Al estilo de las Furias, vestidas de un negro lúgubre y con los cabellos desordenados, empuñaban sus antorchas; fue entonces cuando un círculo de druidas, alzando sus manos al cielo y profiriendo imprecaciones, inspiró en las tropas tal temor al contemplar tan extraordinario espectáculo que, como si sus miembros se encontraran paralizados, los soldados expusieron sus cuerpos a ser heridos sin intentar moverse. En ese momento, tranquilizados por su general, y animándose los unos a los otros a no vacilar jamás ante una banda de mujeres y fanáticos, cargaron tras sus estandartes, arrasando todo lo que encontraron en su camino, y envolvieron al enemigo en sus propias llamas.
El siguiente paso fue instalar una guarnición entre la población conquistada y talar las arboledas consagradas a sus salvajes cultos: puesto que consideraban un deber piadoso derramar la sangre de los cautivos sobre los altares y consultar a sus dioses por medio de las entrañas humanas. Cuando estaba ocupado en estas cuestiones, le fue anunciada a Suetonio la repentina rebelión de la provincia.
Soldados romanos asesinan druidas y queman sus arboledas sagradas en Anglesey, como narra Tácito en sus Anales. (Public Domain)
Resulta muy difícil identificar los restos de la sociedad druida en el transcurso de unas excavaciones debido a la penosa escasez de fuentes. Los primeros cristianos destruyeron la mayoría de los objetos de este grupo y quemaron sus documentos. Algunos descubrimientos sugieren claramente una presencia druida, pero en el caso de las tumbas aún es difícil identificarlos.
Independientemente de quién fue realmente, el Druida de Colchester es a día de hoy uno de los símbolos de una famosa tradición que maravilla al mundo entero. Es imposible asegurar con certeza si el hombre enterrado en Stanway fue realmente un druida, pero su descubrimiento arroja luz sobre la historia de estas tierras. De hecho, ni siquiera está claro si los restos hallados en la tumba pertenecieron a un hombre o a una mujer, ya que también existían mujeres druidas entre los celtas.
Imagen de portada: Grupo de trinovantes junto a una fosa en Colchester, ilustración de Peter Froste. (Camulos)
Autor: Natalia Klimczak
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
Fuentes:
Iron Age mystery of the 'Essex druid', Andrew Johnson, disponible en: https://www.independent.co.uk/news/uk/this-britain/iron-age-mystery-of-the-essex-druid-812194.html
A Druid at Colchester, disponible en: www.honour.org.uk/a-druid-at-colchester/
Possible Druid Grave Enchants Archaeologists , Angelika Franz, disponible en: https://www.spiegel.de/international/europe/miraculix-in-essex-possible-druid-grave-enchants-archaeologists-a-536402.html
Your move Doctor! The gaming board and other discoveries from Stanway by The Colchester Archeologist, disponible en: https://cat.essex.ac.uk/reports/MAG-report-0010.pdf