La historia de la vida real de Alejandro Magno es un relato fascinante. Las leyendas asociadas a sus hazañas han permanecido en la imaginación de la gente durante siglos. Desde España hasta la India, de Escocia a Etiopía, el Romance de Alejandro se ha convertido el algo mítico. Nadie sabe quién fue el primero en idear estas extraordinarias historias, aunque en las mismas leyendas se asegura que provienen de cartas escritas por el propio Alejandro. Las interpretaciones varían dependiendo de la época y el lugar, pero ciertos elementos constituyen una constante: quizás porque ocurrieron realmente.
El hombre que acabaría siendo conocido como ‘Magno’ (‘Grande’) era Alejandro III de Macedonia. Se cree que habría nacido el 20 de julio del 356 a. C. y muerto el 10 de junio del 323 a. C., un mes antes de su 33º cumpleaños. Un joven y talentoso príncipe que se convirtió en “comandante de caballería a la edad de dieciocho, rey a los veinte, conquistador del Imperio persa a los veintiséis [y] explorador de la frontera india a los treinta” (History.com, 2009).
Alejandro es considerado un genio militar sin parangón en la antigüedad. Llevó a cabo impresionantes modificaciones en el ejército macedonio que suponían un hecho revolucionario en su época, como emplear un cuerpo de ingenieros y especialistas en armas; su logística, inteligencia y operaciones de comunicaciones eran impecables, y su capacidad para la improvisación no tenía rival” (History.com, 2009).
“Alejandro combatiendo al rey Darío III de Persia”, Mosaico de Alejandro, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. (Public Domain)
Alejandro probablemente podría haber conquistado aún más del mundo conocido en su tiempo si no hubiera sufrido una muerte prematura. Algunos relatos sobre la vida de Alejandro apuntan a que fue envenenado como parte de una elaborada conspiración ideada por sus enemigos. Otros dicen que murió por causas naturales, quizás de malaria o fiebres tifoideas. Ambas teorías cuentan con poderosos argumentos: por un lado, un hombre con el poder de Alejandro sin duda tenía enemigos; por el otro, después de años bebiendo en exceso y sufriendo graves heridas en batalla, su cuerpo sería más vulnerable a las enfermedades. En su mayor parte, las leyendas cuentan que Alejandro fue asesinado.
La ambigüedad de su muerte es tan solo una pequeña parte de las razones por las que Alejandro es un personaje extraordinario. “Por decirlo de forma sencilla, el Romance de Alejandro es un relato ficticio de las campañas asiáticas de Alejandro Magno compuesto de un conglomerado de rumores que giraban en torno a su reinado” (Loberfeld, 2012).
En el siglo IV a. C. se sabía poco sobre el resto del mundo en Europa. El Imperio persa había sido durante años una barrera que impedía el contacto entre los imperios del sur de Europa y el norte de África por un lado, y los imperios de China y el subcontinente indio por el otro. Tras su conquista, ya no quedó nada que pudiera impedir el intercambio cultural a lo largo del continente euroasiático, y con él se extendió la gloria de Alejandro.
La muerte de Alejandro. (Public Domain)
El heroísmo, el ingenio y la nobleza de Alejandro (está considerado uno de los Nueve de la Fama) le otorgaron un atractivo universal que aún perdura en nuestros días. Podemos encontrar “numerosos poemas persas sobre él, romances enteros árabes y etíopes, una aparición en el Corán, obras francesas, alemanas, españolas e inglesas escritas sobre él durante la época medieval en Europa, y una amplia gama de manuscritos medievales, esculturas y mosaicos en los que se representan sus aventuras. [Alejandro] aparece incluso en el Talmud hebreo.” (Loberfeld, 2012)
Además de destacar su carácter encantador, los romances de Alejandro ofrecen a sus lectores relatos sobre lugares lejanos y aventuras fantásticas en tierras fabulosas como el Próximo Oriente y la India. A continuación podemos leer una buena muestra de ello extraída de Las legendarias aventuras de Alejandro Magno, un compendio de historias sobre Alejandro obra de Richard Stoneman. Estarían supuestamente recogidas en una carta escrita por Alejandro a su madre Olimpia poco después de haber derrotado a los persas y haber empezado a adentrarse aún más al este. Una de las historias de Alejandro más ampliamente conocidas es el pasaje que habla de su vuelo a los cielos, que ha sido interpretado tanto como un signo de arrogancia por su parte, como un relato de esperanza para épocas oscuras.
En el transcurso de sus conquistas desde Grecia y Egipto hasta lo que hoy es Afganistán, el rey macedonio Alejandro Magno (356 a. C. – 323 a. C.) fundó ciudades – a las que a menudo puso nombre él mismo– en emplazamientos clave desde un punto de vista tanto militar como comercial; Alejandría, en Egipto, es la única que ha prosperado hasta nuestros días. Alejandro se involucraba a menudo en sus proyectos; en esta pintura aparece dando instrucciones al arquitecto griego Dinócrates. Al fondo podemos ver cómo se están construyendo altas murallas en la ciudad. (Public Domain)
“Entonces empecé a preguntarme de nuevo si este lugar era realmente el fin del mundo, donde el cielo tocaba la tierra. Deseaba descubrir la verdad, de modo que di órdenes de que capturasen dos de las aves que allí habitaban. Eran aves blancas y de gran tamaño, muy fuertes pero dóciles; no escaparon volando cuando nos vieron. Algunos de los soldados montaron sobre sus lomos, aferrándose a ellas con fuerza, y alzaron el vuelo. Estas aves se alimentaban de carroña, a consecuencia de lo cual gran cantidad de ellas acudían a nuestro campamento, atraídas por los cadáveres de los caballos. Capturé dos de ellas y di orden de que no las alimentaran durante tres días. Al tercer día disponía de algo parecido a un yugo, hecho de madera, y lo cerré en torno a sus cuellos. Tenía una piel de buey con la que hice una gran bolsa, la fijé al yugo y monté en ella empuñando dos lanzas, cada una de ellas con 10 pies de largo y un hígado de caballo clavado en su punta. Al momento, las aves se elevaron para alcanzar los hígados, y ascendí con ellas por los aires hasta que pensé que debía encontrarme cerca del cielo. Tiritaba con fuerza a causa del frío extremo del aire, provocado por el batir de las alas de las grandes aves. Muy pronto una criatura voladora con la silueta de un hombre se acercó a mí diciéndome: “Oh, Alejandro, aún no has conquistado el mundo entero, ¿y ya estás explorando los cielos? Regresa a la tierra tan rápido como te sea posible o te convertirás en alimento de estas aves.” Continuó diciendo: “¡Contempla la tierra, Alejandro!”. Miré hacia abajo, algo asustado, y observé una gran serpiente enroscada, y en medio de la serpiente un pequeño círculo similar a una era. Entonces dijo mi compañero: “Apunta con tu lanza a la era, ya que es el mundo. La serpiente es el mar que rodea el mundo.” Así pues, advertido por la Divina Providencia, regresé a tierra, encontrándome a unos siete días de viaje de mi ejército. Estaba ahora congelado y medio muerto del cansancio. Allí me encontré con uno de los sátrapas que estaba bajo mi mando; tomando 300 jinetes de sus tropas, regresé a mi campamento. Decidí no volver a intentar lo imposible.” (Stoneman, 2006).
Imagen de portada: Relieve en piedra de Alejandro Magno. (BigStockPhoto)
Autor: Kerry Sullivan
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
Fuentes:
The Editors of Encyclopædia Britannica. "Alexander Romance." Encyclopædia Britannica. Encyclopædia Britannica, Inc., 20 de julio de 1998. Web. 17 https://www.britannica.com/art/Alexander-romance.
History.com. "Alexander the Great." History.com. A&E Television Networks, 2009. Web. https://www.history.com/topics/ancient-history/alexander-the-great.
Lorberfeld, Audrey. "Fantasy over Fact: An Inquiry into The Greek Alexander Romance and the Role of Memory." Sunoikisis Undergraduate Research Journal. Center for Hellenic Studies, Harvard University, 1 de diciembre del 2012. Web. https://wp.chs.harvard.edu/surs/2012/12/01/fantasy-over-fact/.
Pseudo-Calístenes y Richard Stoneman. The Legendary Adventures of Alexander the Great. Londres: Penguin, 2006. Impreso.