Cuando nos encontramos con alguno de sus retratos, lo primero que suponemos es que la mujer que aparece ahí debía ser una pirata. Sin embargo, Ana de Mendoza era una aristócrata, una rebelde que vestía con elegancia. Podría decirse que su comportamiento hubiese encajado mejor en el siglo XXI que en la época que le tocó vivir.
Ana de Mendoza nació el 29 de junio de 1540 en Cifuentes, Guadalajara (España), hija de Diego Hurtado de Mendoza y su esposa Catalina de Silva. Ana creció sintiendo un gran orgullo por sus raíces. Provenía de la Casa de Mendoza, una familia muy poderosa en la España del siglo XVI.
Pero su infancia no fue perfecta. Ana fue testigo de los innumerables amoríos de su padre y de las lágrimas de su madre traicionada. Los problemas de sus padres influyeron en gran medida en la futura personalidad de Ana. En su juventud ya era descrita como inteligente, apasionada y rebelde. Ana también era una mujer religiosa, pero sin duda practicaba la fe a su manera.
Ana de Mendoza perdió probablemente su ojo a una edad aproximada de 14 años. De hecho esa es la edad con la que por primera vez aparece en un retrato con el parche. Se desconoce qué le pasó exactamente, aunque la mayoría de los investigadores suponen que perdió su ojo derecho en un accidente de esgrima.
Retrato de Ana de Mendoza (ngasanova)
Sin embargo, otros historiadores sugieren que podría haberlo perdido un poco antes, a la edad de doce años. Es también posible que Ana padeciese una enfermedad ocular congénita que le provocara la ceguera en ese ojo. En el año 2012, un equipo encabezado por el Dr. Enrique Santos-Bueso, de la Unidad Neurológica del Departamento de Oftalmología del Hospital Universitario Clínico San Carlos, decidió estudiar las pinturas en las que aparece retratada Ana de Mendoza para descubrir cuál pudo ser el origen de su trastorno ocular.
Según las conclusiones del estudio, el arco superciliar de Ana es más pequeño y está algo más bajo que el izquierdo. Este hecho sugiere que probablemente sufrió algún traumatismo que afectó a su globo ocular y huesos faciales. No sólo eso, sino que según los doctores, no parece que Ana padeciera ninguna inflamación o infección de tipo crónico, por lo que la hipótesis del traumatismo es la más probable.
Este análisis puede ser acertado. Pero no obstante, es importante recordar que los pintores podrían haber cometido también algún error a la hora de retratarla. Es posible que Ana conservara sus dos ojos, pero que uno de ellos estuviese afectado de ambliopía, un trastorno habitual en aquella época. Por desgracia, parece que de no exhumarse los restos de Ana de Mendoza será imposible saber con certeza cuál fue la causa de su afección o traumatismo ocular.
Otro retrato de Ana de Mendoza. (Public Domain)
Ana de Mendoza se casó con el noble portugués Rui Gomes da Silva a la edad de trece años. La boda se celebró por recomendación del príncipe heredero y futuro rey de España, Felipe II. Con el tiempo, el marido de Ana se convirtió en un personaje importante en la corte como consejero principal del rey, con lo que la posición de ella salió reforzada. Según las crónicas, Rui Gomes, conocido también como Ruy Gómez, fue un buen servidor del rey y un hombre digno de su confianza. Ana consiguió establecerse sólidamente en la corte y se hizo amiga de la reina Isabel de Valois. Ana y Ruy tuvieron nueve hijos: seis niños y tres niñas.
Como madre, Ana cuidó muy bien de sus hijos. Sin embargo, su familia aparentemente perfecta fue perturbada por un detalle. A pesar de faltarle un ojo, Ana aún era considerada una mujer muy bella. El rey Felipe II se dio cuenta de ello, y Ana se convirtió en su amante. Según algunos investigadores, parte de los hijos de Ana podrían serlo también de Felipe II, y no de su marido.
Estatua de Felipe II, rey de España. (Carlos Reusser/CC BY 2.0)
Haciendo oídos sordos a las habladurías de la gente, Ruy Gómez trabajó duramente para proteger a los niños de rumores malintencionados y se esforzó en asegurar su futuro financiero. Llegó incluso a comprar la ciudad de Éboli en el reino de Nápoles, además de diversas villas. Felipe concedió a Ruy los títulos de Duque de Pastrana y Grande de España en el año 1572. Fue entonces cuando su esposa se convirtió en Princesa de Éboli y Duquesa de Pastrana. Ruy murió ese mismo año por razones poco claras. No obstante, se ha sugerido que podía encontrarse enfermo. Su muerte puso fin a los buenos tiempos en la vida de Ana. Los años que estaban por venir convertirían su paraíso en un infierno.
Ana, de luto por la muerte de su marido Ruy Gómez, se fue a vivir al monasterio del convento de Pastrana. Pocos años después, dejó el convento e inició una relación con otro poderoso consejero y amigo del rey Felipe II: Antonio Pérez. Antonio era un hombre casado por aquel entonces, y su relación con Ana se mantenía oculta a los ojos del rey. Parece que tras la muerte de su buen esposo, Ana decidió vivir de forma diferente. Entabló correspondencia con muchos personajes influyentes, incluida la famosa Santa Teresa de Ávila. Las radicales, aunque también fascinantes ideas de Ana sobre la vida, la religión y la política, le granjearon muchas amistades, pero también enemigos. Ana quería vivir una vida libre, plena y feliz. Aún era un personaje importante en la corte, y su vida se encontraba dividida entre sus hijos y su nuevo amante secreto. Pero esta decisión la llevaría al desastre.
Antonio Pérez – El amante secreto de Ana. (Public Domain)
Antonio Pérez es bien conocido en la historia como el hombre que manipuló al rey y a su medio hermano Don Juan de Austria. Estuvo implicado en una rebelión de Flandes que significó el mayor escándalo de su época. Algunos historiadores creen que Ana le apoyó en estas actividades, mientras que otros la consideran una víctima de los manejos de Pérez.
Sin embargo, cuando Felipe descubrió su relación, no tuvo compasión de ellos. Pérez consiguió demorar su procesamiento durante un tiempo, pero Ana fue encarcelada en 1581. Finalmente, Ana de Mendoza murió encontrándose bajo arresto domiciliario el 2 de febrero de 1592, enferma y sola. Parece que a Pérez no le importó demasiado la muerte de aquella mujer que había sufrido por su causa. Antonio Pérez murió a su vez en 1615, tras una vida larga y llena de aventuras.
Palacio Ducal de Pastrana, donde Ana de Mendoza fue confinada bajo arresto domiciliario. (CC BY SA 2.5)
Ana de Mendoza inspiró a Verdi la creación de un personaje similar a ella en su obra ‘Don Carlos’. En Hollywood fue interpretada por Olivia de Havilland. La Princesa de Éboli también se convirtió en la heroína de numerosas novelas, series de televisión, etcétera. Su intrigante vida aún sigue fascinando a muchos, en especial porque Ana de Mendoza fue mucho más que una bella mujer. Fue alguien que no temió vivir su vida a su manera, al precio que fuera.
Retrato de Ana de Mendoza. (ngasanova)
Imagen de portada: Detalle de un retrato de Ana de Mendoza (catalina-de-aragon)
Autor: Natalia Klimczak
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.
Fuentes:
Ares, Nacho, ‘Éboli: secretos de la vida de Ana de Mendoza’, 2005.
Herrera Casado, Antonio. ‘La princesa de Éboli: una guía para descubrirla: un manual para seguir sus pasos por Castilla’, 2000.
‘The Princess and the Eye Patch’, disponible en: https://columbiaclassicalfencing.com/2013/03/09/the-princess-and-the-eye-patch/
‘La princesa de Éboli’, disponible en: https://princesadeeboli.com/
‘Princesa de Éboli’, disponible en: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/e/eboli.htm