Un investigador estadounidense ha realizado un descubrimiento potencialmente revolucionario al examinar antiguos restos humanos. El experto encontró un gran número de malformaciones y defectos que parecen apuntar a una frecuente endogamia en los primeros homínidos. El hallazgo es de una gran importancia, ya que está permitiendo a los investigadores comprender mejor la vida de nuestros antepasados y su organización social.
Erik Trinkaus, paleoantropólogo de la Universidad Washington de San Luis, Estados Unidos, lleva muchos años estudiando antiguos restos de los primeros seres humanos. El investigador ha llegado a pensar que había una alta incidencia de malformaciones entre los primeros seres humanos. Estas malformaciones se llevan observando desde hace tiempo, pero se suponía que eran las típicas mutaciones que también se dan entre los seres humanos actuales. La muestra de los especímenes que Trinkaus investigó databa de hace unos 200.000 años (Pleistoceno), e incluía hombres, mujeres y niños que habitaban la extensa región comprendida entre Centroeuropa y la actual China.
El paleoantropólogo llevó a cabo un análisis estadístico de su muestra de antiguos restos humanos. Ésta ha sido, de hecho, la primera investigación realizada jamás sobre este fenómeno. Trinkaus descubrió que en 66 huesos había 75 características que podían ser consideradas malformaciones. Entre ellas se incluyen, según leemos en la revista Cosmos, “hipofosfatemia, hidrocefalia, enanismo, crecimiento óseo anormal y una amplia variedad de problemas dentales, craneales y mandibulares.”
Cráneo abombado de un individuo con hidrocefalia. (CC BY 2.0)
Trinkaus descubrió que la frecuencia de este tipo de deformidades era asombrosa entre nuestros antepasados. El investigador cree haber encontrado pruebas de que estas malformaciones eran mucho más comunes entre los antiguos seres humanos que en los actuales. Según el Daily Mail, “dos tercios de las malformaciones se dan en menos del uno por ciento de los seres humanos actuales”. Trinkaus también observó unas veinte malformaciones que no tenían paralelo en el ser humano en nuestros días, como informa la revista Cosmos Magazine: “la posibilidad de observar las [malformaciones] más raras es tan sólo de un 0,0001%”.
Malformaciones óseas de individuos del Pleistoceno: los fémures deformes de Tianyuan 1, Sunghir 3 y Dolní V stonice 15. (Erik Trinkaus)
El científico estadounidense llegó a la conclusión de que había factores culturales, ambientales y sociales que debían explicar el elevado número de anomalías óseas. Trinkaus pensó que una de las causas más probables del alto número de malformaciones y defectos de nacimiento era la endogamia. Se ha demostrado que la reproducción entre parientes cercanos puede aumentar significativamente el riesgo de que los hijos nazcan con malformaciones y déficits del desarrollo, problemas que a continuación se transmiten a las generaciones siguientes.
Trinkaus rechazó la idea de que los individuos con deformidades tuvieran más posibilidades de ser enterrados que los seres humanos anatómicamente sanos, distorsionando así el registro fósil y sus hallazgos. Sin embargo, el investigador admite que el alto número de deformidades también puede estar relacionado con el estilo de vida precario y brutal de las antiguas sociedades de cazadores-recolectores. No teoriza que la endogamia sea la única causa de la alta incidencia de malformaciones observadas en su estudio.
Esqueleto de una mujer medieval aquejada de escoliosis aguda. Murió entre 1350 y 1450 a una edad aproximada de 35 años. (CC BY 2.0)
El abrumador volumen de defectos demuestra que muchos miembros del mismo grupo tuvieron hijos con parientes consanguíneos cercanos. Hay alguna que otra evidencia empírica de esta teoría. Según la web de la revista Science, se observa una ‘baja diversidad genética entre los seres humanos del Pleistoceno, a juzgar por los análisis de antiguo ADN’. Este hecho respaldaría la hipótesis según la cual los primeros seres humanos tendían a reproducirse con aquellos individuos que compartían un material genético similar, es decir, con sus parientes cercanos.
Los hallazgos de Trinkaus han sido publicados en la revista PNAS y han sido en general bien recibidos por la comunidad científica. Muchos expertos creen que la teoría según la cual estas deformidades eran principalmente consecuencia de la endogamia es la explicación más plausible. Sin embargo, algunos científicos sostienen que la metodología del investigador estadounidense no fue lo suficientemente rigurosa, y que a consecuencia de ello sus conclusiones son poco fiables.
El descubrimiento de tantas malformaciones y déficits del desarrollo entre los antiguos seres humanos de Eurasia aporta un interesante dato sobre nuestros antepasados. Aquellos que nacían con alguna deformidad de hecho no podían recolectar ni cazar, y necesitaban la ayuda de otros individuos para sobrevivir en un entorno tan duro como el del Pleistoceno. Este hecho indicaría que recibían ayuda de su familia y parientes, de lo que se deduce que los primeros grupos de seres humanos eran mucho más complejos y organizados de lo que creíamos hasta ahora. También contradice los estereotipos tradicionales según los cuales los antiguos seres humanos eran brutales y carentes de sentimientos.
Imagen de portada: Ejemplos de malformaciones óseas en individuos del Pleistoceno. A la izquierda de la fotografía, de izquierda a derecha, los fémures deformes de Tianyuan 1, Sunghir 3 y Dolní V stonice 15. En el centro de la fotografía, de arriba a abajo: mandíbula con reborde de Palomas 23, laguna craneal de Rochereil 3, larga clavícula de Sunghir 1 y agenesia de los incisivos de Malarnaud 1. Derecha de la fotografía, de arriba a abajo: hiato sacro de Shanidar 1, poligénesis de Pataud 1 y paladar hendido de Dolní V stonice 16. Fuente: Erik Trinkaus
Autor: Ed Whelan
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.