Las ráfagas rápidas de radio (Fast Radio Bursts en inglés) son uno de los problemas más intrigantes para los astrónomos modernos: ¿qué o quién está transmitiendo estas breves ráfagas de radio por todo el universo? ¿Y de dónde proceden exactamente estas señales?
La primera vez que entraron a formar parte del misterioso escenario astronómico fue hace unos 10 años, captadas por el radiotelescopio Parkes de la CSIRO, en Australia. La Universidad Swinburne de Tecnología las describe como “intensos pulsos de luz de radio con una duración de milisegundos que parecen provenir de grandes distancias. Son unos mil millones de veces más luminosos que nada que hayamos visto jamás en nuestra propia galaxia, la Vía Láctea.”
En los últimos años se han registrado más de 20 casos de ráfagas rápidas de radio, pero desde que fue descubierto este fenómeno se ha levantado cierta polémica en relación con su posible origen. En Phys.org podemos leer que muchos científicos han planteado serias dudas sobre la hipótesis de que estas señales procedieran del espacio exterior, citando las interferencias terrestres como una de sus posibles causas.
Pero Manisha Caleb, candidata a doctorado por la Universidad Nacional Australiana, la Universidad Swinburne de Tecnología y el Centro de Excelencia para Astrofísica Celeste del ARC (Australian Research Council – Consejo Australiano para la Investigación), trabajando conjuntamente con su equipo, ha confirmado que la misteriosas ráfagas rápidas de radio que los astrónomos llevan buscando durante los últimos diez años definitivamente proceden del espacio exterior.
Aunque el origen de las señales no ha podido ser identificado con certeza, Science Alert informa de que “los datos sugieren que proceden de las constelaciones Puppis y Hydra” (mostradas como tres estrellas rojas en la siguiente imagen).
Los datos sugieren que las señales proceden de las constelaciones Puppis y Hydra. (James Josephides/Mike Dalley)
Las dificultades a la hora de localizar el origen de las ráfagas rápidas de radio normalmente se deben al uso de radiotelescopios monoparabólicos cuya capacidad de proporcionar una perspectiva clara sobre el origen de dichas señales es muy limitada. Como ha afirmado Chris Flynn, miembro de la Universidad Swinburne de Tecnología (Australia) y uno de los investigadores del reciente estudio: “Los radiotelescopios monoparabólicos convencionales tienen dificultades para confirmar si las transmisiones se originan más allá de la atmósfera de la tierra”.
Aquí es donde entra el telescopio Molonglo. Este telescopio cuenta con una admirable área de recolección de unos 18.000 metros cuadrados (194.000 pies cuadrados) y un amplio campo de visión (ocho grados cuadrados del cielo) – lo que le convierten en una buena opción para detectar ráfagas rápidas de radio. Y en lo que es aún mejor para los científicos – la arquitectura del telescopio impide que detecte cualquier otra señal procedente de nuestra atmósfera.
El radiotelescopio del Observatorio Molonglo visto de cerca. (CC BY SA 3.0)
De hecho, fue utilizando el radiotelescopio Molonglo cómo Manisha Caleb y sus colaboradores de Swinburne y la Universidad de Sydney fueron capaces de detectar tres casos de ráfagas rápidas de radio y publicar recientemente un informe sobre su investigación.
La financiación del Consejo Australiano para la Investigación permitirá actualizar el Telescopio Molonglo con la esperanza de que finalmente sea capaz de determinar el origen galáctico específico de las ráfagas rápidas de radio. Algo de un valor incalculable, como apunta la directora de la investigación Manisha Caleb: “averiguar de dónde provienen las ráfagas es la clave para entender qué las produce. Sólo una ráfaga ha podido vincularse a una galaxia concreta. Esperamos que Molonglo consiga hacer lo mismo con muchas ráfagas más.”
Recreación artística de una ráfaga rápida de radio llegando a la tierra. Jingchuan Yu, Planetario de Beijing. (Youtube)
Imagen de portada: Radiotelescopio Parkes de la CSIRO y recreación artística de una ráfaga rápida de radio. (Swinburne Astronomy Productions/CAASTRO/ CSIRO/Harvard/Youtube)
Autor: Alicia McDermott
Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.